sábado, 28 de febrero de 2009

Eres tú




¿De qué te sirve correr rápido si solo utilizas la habilidad para escapar? O ¿por qué tienes alas si le temes a las alturas? Hay cosas acerca de ti que no me explico, partes de tu forma de ser que me intrigan debido al misterio que las envuelven, pero lo que más me llama la atención es esa coraza en la que vives y en la que escondes tantas cosas, más de las que en realidad caben en ella. Sabiendo que no puedes contener todo eso, ¿aún así quieres tenerlo ahí dentro? El enigma que eres apenas sobrepasa la curiosidad que tengo por desentrañar los secretos que guardas, aunque pienso y hasta presiento que tus labios permanecerán cerrados por el momento, y nada podrá abrirlos a menos que consigas lo que quieres. ¿Qué quieres? ¿Puedo dártelo? ¿Puedo ayudarte a conseguirlo? ¿Puedo enviarte en la dirección que te hará encontrarlo? Otra serie de preguntas a las que respondes con silencio, un silencio que dice mucho, un silencio ensordecedor, que grita mil palabras a la vez, como pidiéndo algo, pero ¿qué?

[Mi canción favorita en las últimas semanas]


viernes, 27 de febrero de 2009

Efecto zebra


Una habitación con finas líneas negras que le dan un estado de tranquilidad, casi como decir que la neutralidad se ha apoderado del cuarto, pero de pronto se pierde el equilibrio, ya no más horizontalidad o paralelismo, solo trazos al azar que tendrían que dar un aire de libertad, desenfreno deseado desde mucho, pero es caos, un mundo sin control, un mundo a la deriva y perdido ante fuerzas más poderosas que uno mismo, por lo que nada permanece mas que la soledad, el sentimiento de estar perdido y una agonía que no deja respirar.

jueves, 26 de febrero de 2009

Gracias de antemano


Hoy inicié una investigación minuciosa que me ayudará a ir armando y detallando mi aventura por la costa peruana. Por el momento he estado buscando mapas que me muestren el nombre de las ciudades y pueblos costeños y la distancia que existe entre ellos, así como lugares de hospedaje de bajo precio (que usaré sólo en caso de emergencia o cuando necesite comunicarme con mi familia), y consejos referidos a viajes largos en bicicleta, tales como qué llevar, qué esperar, qué hacer en un caso específico, etc.

Sé que no podré tener en cuenta cada pequeño detalle, que no podré estar al tanto de cada circunstancia, y que me veré en una variedad de situaciones en las que tendré que usar mi propio ingenio y no la información que consiga en Internet o en libros. Sin embargo, para todas esas cosas que sí puedo prever, me gustaría tener todos los datos posibles, así que pido ayuda a todo aquel que se haya encontrado con este blog (y, específicamente, este post) y que conozca páginas web, libros o lugares en donde pueda encontrar más información.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Allá arriba


Es curioso cómo la gente ha dejado de mirar el cielo, específicamente hacia arriba. Tal vez me equivoco, tal vez las personas sí miran el cielo, los techos, las nubes, las luces, y todo lo que puede encontrarse una vez que se mira aquello que a veces pasamos por alto. Al menos desde mi punto de vista, no son muchos los que siguen maravillándose con el cielo, con ese celeste blanquecino (o gris ceniciento, en el caso de Lima), los que buscan nuevas manchitas en los techos o cuentan las líneas agrietadas que componen la contrapartida del suelo. 

Últimamente le he estado dando especial atención a todo ello, sin tener alguna preocupación especial al respecto. Solo me preguntaba por qué ya no miramos tanto esas cosas que cuando niños nos tenían soñando y divagando; ¿madurez? Mira hacia arriba y es muy probable que quienes te rodean lo hagan también, que los que pasan cerca de ti aminoren el paso y te sigan la corriente, curiosos sobre qué es lo que ha llamado tu atención, pero cuando descubran que solo estás mirando el cielo o el techo dejarán de copiarte y seguirán con sus vidas. Pero cualquier cosa es posible, y siempre hay alguien que elige volver a mirar el mundo con ojos de niño.

martes, 24 de febrero de 2009

Memoria "revamped"


He estado haciendo una especie de juego de memoria, un poco por matar el aburrimiento y otro poco para desarrollar mi memoria (si es que este juego realmente puede lograr eso). Lo único que hago es preguntarme qué hice hace doce horas, hace veinticuatro y hace treinta y seis, y trato de recordarlo para poder responderme, siempre considerando la hora exacta en la que me lo pregunto. Si los días anteriores no han sido demasiado monótonos incluyo un "¿qué he hecho hace cuarenta y ocho horas?" Suena un poco aburrido, y a veces lo es, pero me está ayudando mucho estos días en los que he estado escribiendo los últimos posts luego de un buen tiempo de pasadas las situaciones. Lo recomiendo.

lunes, 23 de febrero de 2009

De regreso a la realidad


Hoy regresé a Pittsburgh después de haberme relajado, divertido y haber tenido una serie de aventuras que no podría haber experimentado en Pensilvania. Me duele pensar en mis tíos y en mi prima, quienes me han engreído demasiado los últimos ocho días, y me siento peor al descubrir que estoy de vuelta en este pequeño infiernillo de hielo. Sin embargo, me alegra saber que la fecha de mi vuelo está a un par de semanas de distancia, así que Perú me tendrá consigo antes de lo que imaginaba. 

Definitivamente he aprendido muchísimo esta última semana, cosas que me han ayudado a afirmar el rumbo de vida que quiero llevar en adelante, así como opciones que están ahí para tomarlas en el futuro si decido hacerlo. Siento que el camino a mis sueños está más cerca que antes, y que incluso podría estar parado en él, cada vez más próximo a encontrar sentidos más profundos a mi vida. Mis metas están trazadas, la forma de llegar a ellas delimitada y el tiempo restante antes de comenzar a consumarlas se acorta rápidamente. Ya voy llegando, ya casi estoy ahí.

domingo, 22 de febrero de 2009

El hilo del que estamos hechos


Una frase que me gustó mucho de la película que vi hace unos días, Coraline, fue la siguiente: “¿Cómo puedes alejarte de algo y aún así regresar a ello?” El contexto en el que se dijo es diferente al que yo lo aplico, pero me parece que dio en el blanco con respecto a ciertas partes de mi vida pasada, partes que me he prometido tomar en cuenta para no volver a repetir errores desastrosos. No tengo una respuesta clara para esa pregunta que todavía sigue revoloteando en mis pensamientos, especialmente porque le encuentro muchas respuestas, pero creo que la que más viene a mi mente, la que me digo a pesar de haberla repetido cientos de veces, es la que realmente tomo en cuenta.
Alguna vez tuve lo que llamábamos una “conexión mística” entre una persona y yo, pero por diversas circunstancias y factores que pudieron ser mejor controlados esta conexión se rompió, no sabría decir si para bien o para mal. Tengo muchas otras conexiones con muchas otras personas, pero hay una en particular que me da miedo romper (de nuevo), una que valoro más que cualquier otra por su fragilidad e importancia que tiene para mí. Si en otros momentos fui demasiado descuidado como para romperla es porque dejé que mi inmadurez por un lado y algunos de mis sentimientos por otro se interpusieran de sobremanera, pero creo haber llegado a un punto en el que puedo estar seguro (más seguro que las otras veces) de que no volverá a suceder, y lo siento así porque con cada golpe se vuelve más fuerte, y yo también.
¿Cómo puedes alejarte de algo (alguien) y aún así regresar a ello (él/ella)? Porque existe una conexión fortalecida por los golpes que la llevaron a romperse en oportunidades anteriores, y por el cariño que ha ido creciendo entre ambas partes y que personalmente me ayuda a decirme a mí mismo que sí existe algo por lo que vivir y por lo que luchar. Esa es mi respuesta.

sábado, 21 de febrero de 2009

Muchas formas de llegar al mismo lugar


Es curioso cómo la vida me ha estado diciendo que estoy en el camino correcto, que mis decisiones a corto plazo están bien tomadas. La gente las llama coincidencias, pero yo voy por encima de ese apelativo y lo llamo “razón de ser”, como diciendo que nada pasa porque sí, nada es una casualidad, sino que todo está conectado de cierta manera, solo que no todos pueden o quieren verlo. En varias de mis salidas por las calles y lugares de Savannah me he encontrado con especies de señales, palabras, imágenes o situaciones que encajan perfectamente con un libro que terminé de leer poco antes de venir, o calzan con mis canciones favoritas, o van de la mano con frases de mis libros favoritos, o son idénticos a mi filosofía de vida. Cosas como estas me solían suceder muy poco, pero últimamente están siendo más recurrentes, por lo que me gusta pensar que la vida, que el destino, me dice “sigue adelante, vas bien”. Loco, exagerado o ingenuo, me aferro a mis sueños y me doy fuerzas para no rendirme ni mirar atrás; sigo adelante.

viernes, 20 de febrero de 2009

Capas de aprendizaje


Este día ha sido considerablemente particular, pues me ha hecho pensar en muchas cosas y me ha hecho notar que el rumbo que le he dado a mi vida es el correcto, que estoy en el camino indicado. Me fui al cine con mi prima a ver Coraline, una película que guardaba significados bastante profundos, de los cuales pude salvar algunos cuantos que seguramente me ayudarán a escribir post siguientes. Salí del cine con una sensación de energía, como si mi batería interna metafórica hubiese sido cargada al máximo, por lo que opté por ir al centro de la ciudad en bicicleta, solo que esta vez estaba por mi cuenta y sin ningún tipo de mapa u objeto que me permitiera orientarme, solo tenía mi propia cabeza.
Me perdí (varias veces). Traté de tomar la misma ruta que había utilizado al ir con mi tío días atrás, pero mi memoria se volvía difusa pasado cierto punto, especialmente porque todas las calles son bastante parecidas y el camino no es exactamente recto (a pesar de que hayan avenidas que lo sean). Llegué a un punto en el que me quise regresar, dejar a un lado mis ganas de volver a ver el enorme río o de pasear por esos parques que me ponen los pelos de punto de manera positiva, pero no dejé que el miedo me convirtiera en su presa y seguí adelante, tomando caminos que no conocía y tratando de llegar a un lugar sin saber cómo ir a él. Después de una hora (quince minutos más que la última vez) logré encontrar el parque en el que estuve días antes y subí el edificio/estacionamiento al que subí el lunes. Me sentí realizado al saber que no me rendí ante el primer tropezón. El regreso fue más fácil porque tomé una ruta más directa, pero no menos aburrida, pues pude tomar fotos interesantes y recrear la vista con paisajes que mi memoria no olvidará nunca.
Una de las particularidades de este día es que pude hablar con mi tío como lo hice hace un poco más de un año atrás, cuando fue de visita a Lima. Justo en la mañana estaba pensando sobre eso, y resultó que en la noche se dio de nuevo. Los temas tocados no fueron tan profundos como los de la vez pasada, pero sin duda me ayudó mucho escucharlo, tanto como muchas otras veces que hemos conversado sobre diferentes cosas. En un punto me preguntó si tenía alguna clase de mentor, alguien con quien pudiese sentirme cómodo y hablarle de mis sentimientos, y le respondí, pero callé algo que espero poder decir antes de irme, que en los últimos días él me ha ayudado a definir y tomar fuerzas respecto a mi pasión, respecto a montar bicicleta, y es el único de mis familiares que me ha tomado en serio en cada momento, sin dudar de mis decisiones ni poner a prueba o truncar mis sueños. Así que si de mentores se trata, probablemente él es el mejor que haya tenido.

jueves, 19 de febrero de 2009

Dímelo sin palabras


Ayer mi tía me dejó en un Starbucks cercano para tratar de conseguir una señal de Internet, pero resulta que ahora esta cadena de cafeterías cobra por este servicio, supuestamente porque se está yendo a la quiebra. Como no había razón para quedarme por ahí mi prima y yo fuimos de tienda en tienda buscando matar el tiempo hasta que nos recogieran. Pero nuestros pasos fueron llevándonos cada vez más cerca a un Blockbuster (sí, aquí todavía existen), lugar en donde mis desenfrenados deseos de comprar otro juego de Xbox fueron reavivados. Felizmente no cargaba suficiente dinero conmigo, pero terminé alquilando un juego de Wii para mi prima (y para mí), así que sí hubo pérdida de dinero después de todo. Lo peor llegó en la noche, cuando me llevaron a un mall cercano, lugar en el que no pude contenerme y terminé comprando tres juegos nuevos; ahora me arrepiento, pero dormiré seguro de que más tarde seré más feliz.
Hoy, jueves, se suponía que debía regresar a Pensilvania, pero gracias a unas llamadas de último minuto y algún pago extra pude alargar mi estadía. Acepté ir a un museo de arte con mi prima, un tanto para salir de la casa y otro tanto para poder pasar un poco más de tiempo con ella, quien parece haberse sentido un poco relegada desde que llegué. Creo que lo que más me gusto de esa visita fue una exposición especialmente asombrosa de Elizabeth King, quien tomó fotos de una persona en miniatura que hizo con madera; quedé ensimismado con un muro lleno de fotos de manos, cada una en una posición diferente, cada una diciendo cientos de cosas distintas sin siquiera pronunciar palabras, cada una expresando sensaciones diversas por medio de un lenguaje no verbal. En la tarde me aventuré en bicicleta a una cafetería un tanto alejada de la casa solo por conseguir una señal de Internet, y a pesar de haber hecho un esfuerzo tremendo por llegar allí, siento que valió la pena, pues pude “estar ahí” para mi querida amiga Ale.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Dos ruedas y el mundo


El lunes creí que pasaría el día metido en la casa, sin contar la salida a almorzar con mi tía, pero mi tío me sorprendió a las cinco con una salida en bicicleta rumbo al centro de la ciudad. Para ser honesto, la falta de práctica de “bicicleteo” me había afectado el día anterior, pues apenas monté una hora y ya me dolían las piernas, además de que últimamente he estado comiendo demasiado y tomando gaseosa (rompí mi promesa de no tomarla por un año; no duré ni una semana), por lo que el peso extra es un problema. Sin embargo, no dudé en aceptar esta bicicleteada, lo que me otorgó una perspectiva diferente de la ciudad, tanto en visión como en olor, como diría mi tío. Pude aguantar su paso ligeramente más acelerado que el mío (el que solía tener) y mi tía y mi prima nos dieron el alcance con la camioneta, una vez que estuvimos allá, y fuimos a comer una bien merecida pizza.
El martes volví a usar la bicicleta, casi contra mi voluntad, pues mi tío se ofreció a enseñarme el lugar donde trabaja, no muy lejos del lugar en donde viven. No quería pasar la oportunidad de ir, y sabía que el recogerme restaría tiempo precioso en su horario laboral, así que acepté pasar por allí en bicicleta. Tenía un mapa en la computadora que me indicaba tomar un camino algo largo pero seguro, pero preferí buscar rutas alternas una vez que estuve montando; no fue una muy buena idea, ya que me perdí varias veces y al final terminé usando el camino designado en un principio. En el trabajo me enteré de muchos tipos de cosas, todo relacionado a barcos y yates, y me informé sobre un tema del que tal vez hable en otro momento, todo dependiendo de qué tan relevante sea. 

martes, 17 de febrero de 2009

La aventura comieza


El domingo desperté en lo que para los peruanos vendría a ser una casa de playa, en una casa junto a un río rodeado de pantanos. Este día en particular me encantó, pues pude hacer algo que he estado queriendo hacer desde el día en que tomé el vuelo a Estados Unidos: montar bicicleta. Mi prima me llevó a una zona de recreación, pero no sin antes pasar por caminos arbolados y pistas decoradas por una tranquilidad que solo se puede encontrar fuera de la ciudad. Una vez que estuve de regreso, mi tío me llevó al río y me prestó uno de sus kayaks. Estuvimos remando suficiente tiempo como para darme cuenta de que este “descanso” de la rutina será exactamente la clase de aventura que he estado buscando tanto.
Cuando llegamos a la casa que tienen en la ciudad de Savannah, me asignaron un cuarto con dos camas (como si una no fuese suficiente) y un baño propio, todo ello en un mini-departamento separado de la casa en sí, por lo que el tema de la privacidad y el espacio propio dejó de ser un problema por el momento. Lo único negativo que vino con todo el paquete es el nulo acceso a Internet, ni siquiera existe la posibilidad de robar señal inalámbrica de los vecinos porque no tienen. Es muy probable que esto último sea una gran desventaja, pero ya antes he vivido sin esa comodidad por bastante tiempo, así que el ser dependiente del Internet no me afectará tanto, aunque sí afectará mis posts futuros.

lunes, 16 de febrero de 2009

Entre paréntesis


Desde hace ya unas semanas estuve hablando con mis tíos para ver la posibilidad de ir a visitarlos a Savannah, en el estado de Georgia. Muchas razones me impulsaron a tomar la decisión de hacer lo posible por ir, no solo el hecho de alejarme de la tensión diaria sino también por ver a familiares que quiero mucho y que veo solo una vez al año, y eso bajo circunstancias bastante especiales. 
Hoy es el tercer día que estoy en Savannah, feliz con la forma en que se han desenvuelto las cosas. El sábado llegué en la noche, después de solo cuatro horas de viaje en avión, dos de las cuales estuve sentado junto a una señora y su bebé, el cual parecía estar determinado a establecer algún récord Guinness de llanto. Las siguientes dos horas la pasé junto a otra señora, pero esta se mantuvo tranquila leyendo al igual que yo. No pude ver mucho de los alrededores debido a la oscuridad, y apenas presté atención al lugar donde me dieron un cuarto (propio, después de mucho tiempo) y en donde caí dormido.

domingo, 15 de febrero de 2009

Uno más de entre otros tantos


He estado pensando en algo que me causa un poco de pesar, pero no sé si puedo expresar el sentimiento con suficiente fuerza como para darme a entender.

Recuerdo que un día, hace muchos años, que mi papá me llevaba al colegio como cualquier otro día, entramos a la carretera y nos detuvimos en el peaje. Como no teníamos sencillo, mi papá tuvo que dar un billete de veinte soles, acción que el hombre de la caseta de peaje no tomó muy bien, pues había que dar el dinero exacto. Hubo un intercambio de palabras que pronto se tornó en una discusión, y la frase que mejor recuerdo fue la que pronunció mi papá antes de pisar el acelerador y continuar con nuestro camino: "Yo, como el resto de personas, paso una y otra vez, pero tú te quedarás allí siempre". A lo que se refería, lo que atacaba, era el trabajo de estar en una caseta de peaje, el cual no debía de darle mucha satisfacción, por no decir dinero.

Recordé la frase no por sentirme en la misma situación, sino que hice una especie de analogía y comparé ese trabajo con el mío. A pesar de recibir una buena paga, realmente estoy parado viendo a la gente ir y venir, entrar a comprar y seguir con su camino por la carretera. Es como una metáfora de la vida: uno pasa por el mundo y luego se va. Además, siento que no puedo dejar impresiones resaltantes por solo ser un cajero más en un restaurante de comida rápida más, en una parada de carretera más, de un estado más, en un país que le sobra todo eso. El sentimiento de desamparo es enorme, agobiante, pero no sé si los transmito. No obstante, es solo un pensamiento pasajero, una idea que cruza mi cabeza como tantas otras, no un hecho del que pienso sujetarme, solo observar y seguir adelante.

sábado, 14 de febrero de 2009

Triple intercambio


Algo curioso llegó a mis oídos, una especie de antiguo mito cusqueño, gracias a una amiga de Cuzco que también trabaja conmigo aquí en Pensilvania. Básicamente, luego de asustarme (sin intención) por tercera o cuarta vez desde que estoy en Estados Unidos, me dijo que por sobresaltarme tanto mi alma se quedaría aquí, como si dejase mi cuerpo. La idea suena simple, pero creo que conlleva un significado muy profundo que me ayuda a crear nuevas ideas. Tal vez sí dejamos un poco de nuestra alma en cada lugar al que vamos, cuando entablamos relaciones con diferentes personas, algo así como el "granito de arena" del que he hablado en otra oportunidad.

Es muy curioso, pues de esto concluyo lo que me dije a mí mismo las primeras semanas de mi viaje, que estaré en Norteamérica, pero que no solo aprenderé de esta cultura, sino también de la cusqueña. Es asombroso todo lo que he ido aprendiendo de mi país estando fuera de él, y no solo por personas parecidas a mí en etnicidad sino por las diferencias y similitudes (comparaciones) que encuentro entre Perú y Estados Unidos. Además, la gente de aquí, como la gente de cualquier parte, pregunta sobre el lugar de donde uno viene, y el contar sobre él da cuenta de todo lo que uno sabe. Curioso.

viernes, 13 de febrero de 2009

Réquiem por los cuatro


Saluda al que viene del norte, el que creyó tenerlo todo resuelto, el que ya creía que se saldría con la suya por el simple hecho de venir de "arriba". Por el este rebota quien recurre al apetito inmoderado de la carne, quien se resguarda tras el cuerpo y pide ayuda sin tener que abrir (mucho) la boca. Ya se sabía del que llega desde el sur, quien todo lo recibe sin otorgar nada a cambio, quizás presa de su ignorancia o víctima de su incompetencia. Y al fin llega el del oeste, ese que explica la frase "nada es lo que parece", quien se desmiente y condena a sí mismo. Cada uno busca lo mismo, todos unidos por un egoísmo salido de control humano alguno, todos con el mismo fin irrevocable, todos en el mismo límite entre la salvación y el hundimiento. Llamémoslo justicia ciega.

jueves, 12 de febrero de 2009

Sin condiciones


Qué duro es el golpe de la discriminación, y lo digo ahora que lo he recibido solo como un roce, apenas un ligero pasar de una pluma que pulverizó mis piernas y me dejó indefenso en los suelos, lugar donde las palabras cavaron mi tumba y las miradas terminaron por matarme. Exagero un poco con todo esto, pero realmente me dolió ser discriminado, primera vez desde que estoy aquí (o primera vez que me percato de ello), y en un lugar en donde me sentía en la suficiente confianza como para no tener ningún tipo de defensa a la mano.

Fui al banco como lo hago cada dos semanas para cobrar mis pagos y, antes de ser atendido, una de las mujeres en el mostrador me miró, suspiró e hizo un gesto de impaciencia con un ligero toque de exasperación. Acto seguido se dirigió a una de las otras mujeres y dijo "quieres atender a este". Como vio que me acerqué a ella, se resignó a atenderme ella misma. Ya desde ese momento había notado la poca cordialidad de sus palabras y lenguaje no verbal, y fue por eso que fui hacia ella y no hacia otra persona, un tanto por propio masoquismo y otro tanto por defenderme y no ser pisado por su aparente intolerancia. 

Creí que teniéndome al frente dejaría de mostrarse impaciente, pero mientras me atendía volvió a hablarle a una de sus compañeras y dijo lo siguiente: "Siempre que vienen estas personas es un problema, con sus apellidos y todo. ¿Sabes a lo que me refiero?". Esto último fue lo que realmente me molestó, no tanto por el comentario, sino porque tuvo el descaro de decirlo estando yo adelante, y por el simple hecho de haberlo dicho. La frustración de las semanas pasadas no estuvo presente esta vez, y por fortuna, pues no hubiese querido decir nada en mi defensa que luego pudiese invalidarme la entrada al lugar en donde recibo la paga por mi trabajo.

¿Debí haberme defendido? Una parte de mí dice que sí, que al menos debía haber mencionado algo, pero admito que no se me ocurría qué decir. La otra parte ríe y comenta que me encontraré con otras personas como la de hoy, y que lo mejor es dejar que estas cosas me reboten si no quiero vivir la vida con rencor sobre mi espalda. Lo mejor, combinando un poco de ambas, es dejar pasar estas cosas, pero defenderme si la discriminación se eleva a magnitudes más grandes o más dolorosas que el roce de una pluma.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Guau guau guau, guau guau


Mientras tomaba mi descanso en el trabajo y comía sentado junto a los ventanales viendo pasar los carros y a las personas caminar, me percaté de un perro que, por solo estar ahí en ese preciso momento, tocó uno de mis nervios más sensibles. Mi mente, irremediablemente, voló a mi Luna de chocolate, a quien egoístamente he mantenido lejos de mis pensamientos por demasiado tiempo.

Recuerdo el día en que llegué a ella, entré a la casa de mi papá y Luna corrió a mis brazos como si ya me conociese de otra vida, me dejó la cara mojadita con sus emocionados lamidos y, una vez que estuvimos solos, pronunció sus primeras palabras ante mí, una frase que no olvidaré jamás: "Desde este punto en adelante nuestras vidas no volverán a ser las mismas". No entendí a que se refería, pero a lo largo de los diez años que llevo conociéndola, después de tanto tiempo que llevamos descubriendo nuevas características uno en el otro, comprendo y reafirmo su sabia predicción.

Es verdad que ella nació después de mí, pero la he visto crecer en tamaño y en saber hasta el punto en el que muchas veces me considero su alumno en varios sentidos. Me ha enseñado cientos de cosas, desde la humildad hasta la lucha por los sueños e incluso el saber perdonar, pero no puede presumir haber sido la única tutora. La enseñanza que recibió de mí no es tan grande como todo lo que ella me ha mostrado, pero siempre me dice que saber cambiar de canales con el control de la televisión le ha servido bastante.

Como mencioné en un post anterior, tomó la decisión de callar, quedar en silencio por razones que nunca me dijo pero que prometió contarme una vez que decidiera volver a pronunciar palabras. Sin embargo, antes de irme de viaje, a manera de excepción, me dijo algo que aun hoy queda grabado en mi memoria, pero que me abstengo de escribir porque sé que no entenderán a qué se refería.

martes, 10 de febrero de 2009

Te escucho


A veces pienso que es mejor rendirme, entregarme a tu cálido abrazo y perderme en la tranquilidad que emana tu esencia, pero siempre existe la fuerza opuesta, que no por oponerse ha de ser considerada enemiga, solo sabia consejera. Te extraño tanto que a veces olvido dónde estoy por pensar en ti, y admito que he muerto media docena de veces por perder noción de la hora de comer; te extraño, y el saber que el tiempo que falta para verte de nuevo acorta la distancia que nos separa no ayuda a aliviar el pesar. Me contento con escucharte desde aquí, o con creer hacerlo. ¿Qué estás pensando en este momento?

lunes, 9 de febrero de 2009

Empecemos por el comienzo


Hace unos días terminé (espero) de hacer mis compras del viaje, tanto por necesidad como por deber. Lo primero referido al límite económico al que me voy acercando y del que debo mantenerme alejado si quiero regresar con un poquito de ganancia y con lo suficiente para pagarle de vuelta a quienes me prestaron dinero. Lo segundo con respecto a mis propias "necesidades" o, quizás más cercano a la verdad, propios caprichos; digamos que un xbox, casi diez juegos, una laptop, un ipod y una cámara de video son suficiente. Al menos eso creí hasta el sábado, día en que tomé la decisión de conseguir utensilios y herramientas que me servirán para mi bicicleteada por la costa peruana (si realmente ha de realizarse) o para mis salidas habituales. Tengo casi todo lo que necesito, solo falta hacerme de la idea de la magnitud de esta aventura, así como de las consecuencias y, lo más importante, de cómo voy a decírselo a mi papá y a mi abuela.

sábado, 7 de febrero de 2009

Aún sin respuestas


M: Comenzaba a preguntarme qué era de tu vida, si seguías vivo o ya alguien te había matado.
N: Me encanta tu forma de decir “hola”.
M: De nada sirve saludar si me despediré en minutos.
N: Lo peor es que no niegas tu frivolidad, y ello solo aumenta mi neutralidad.
M: Di que me odias de una buena vez para que pueda irme y queden hechas las paces.
N: Si no quisieras estar aquí ya te hubieses ido como sueles hacerlo, como es tu costumbre, dejar a la gente con los brazos abiertos y las palabras a medio terminar.
M: Soy una criatura de hábitos, qué esperabas.
N: Esperaba explicaciones, pero me engañaba al pensar que te dignarías a explicar esta larga ausencia.
M: Te pensaba muerto.
N: Pues lo estuve, por un tiempo lo estuve.
M: ¿Y por qué no permaneciste muerto?
N: Tú me mataste, si has de saberlo.
M: Ahora estás siendo ridículo.
N: Vete, entonces, y déjame como es tu hábito hacerlo. Yo vivo en paz, pero el que estés aquí ahora me demuestra que la coraza externa que te rodea no protege tus intestinos.
M: Di que me odias.
N: Te compadezco. Odio, sí, durante mi homicidio. Pero ahora solo me das pena, un alma carcomida desde sus adentros por el arrepentimiento que no se deja demostrar. Dime, ¿qué es lo que realmente haces aquí? Y no digas que es para irte nuevamente.
M: No tengo nada que decir.
N: Entonces no digas nada y vete. He sobrevivido sin ti toda mi vida, ¿qué te hace pensar que te necesito ahora?
M: Miedo a la pérdida.
N: Ahora eres tú la que suena ridícula.
M: Cuando pierdas aquello que más quieres y comiences a sentir el vacío emocional más grande que alguna vez haya experimentado pensarás en mí, y me buscarás para que lo cubra.
N: No es recomendable que esperes.
M: No necesito justificarme, las circunstancias futuras te lo demostrarán.
N: Quizás mueras antes de que ocurra.
M: ¿Piensas matarme?
N: No puedo matar a quien ya no vive.
M: Entonces solo hay una cosa de la que tienes que preocuparte.
N: ¿De cuál?
M: De los finales inconclusos.
N: Y así te vas de nuevo…

viernes, 6 de febrero de 2009

La seguridad viene primero, supuestamente


Me han recomendado ya varias veces que no deambule por las calles estadounidenses sin la compañía de mis amigos, y entiendo perfectamente que se trata de consejos que ayudarán a mantener seguro y sin problemas (o con problemas que puedo manejar junto a otros y no por mi cuenta). Entiendo todo eso, pero hay algo en mí que se rehusa a seguirlos, a juntarme con otros para evitar que algo me pase. No estaba seguro si se trata de un sentimiento pseudo-suicida, rebeldía o simplemente no querer ir a todas partes acompañado, pero ahora sí estoy seguro qué es lo que me empuja a arriesgarme (¿tanto?).

Por un lado es el hecho de no querer tener a mi lado a mis compañeros de cuarto cuando quiero ir a tal o cual sitio para relajarme, pues el que estén conmigo implica cero tranquilidad. Por otro, me gusta estar solo de vez en cuando, y el haber experimentado en otras ocasiones la soledad en un país extranjero me ocasiona un placer extraño que me cuesta explicar; tiene que ver con independencia, creo. Además, me gusta perderme, arriesgarme a no encontrar el camino "de vuelta a casa", tener que encontrar soluciones a los problemas por mi cuenta y no tener que pensar en otros cuando de sobrevivir se trata (no por egoísmo, sino porque me preocupo más que si estuviese solo). 

En última instancia, estoy convencido de que no me pasará nada, tanto porque sé y manejo el idioma, porque me preparo con los implementos que necesitaré en el viaje (como comida, agua, paraguas, mapa, dinero y ropa para el frío), porque planeo la salida días antes y porque, por más jalado de los pelos que suene, hay algo en mí que evita que caiga en problemas. Puedo arriesgarme a lo peor, descuidarme en varios sentidos, y aún así salir ileso de toda situación, siempre y cuando mantenga la cabeza en su lugar y mis ideas sean sensatas. Tal vez lo explique mejor en otro momento.

jueves, 5 de febrero de 2009

Delimitando sueños


Hoy tuve un excelente momento a solas, pues me permitió darle vueltas a lo que quiero hacer una vez que regrese a Lima. Honestamente, no quiero retomar las clases en la universidad, estoy casi convencido de que seguiré jalando cursos y malgastando el dinero de mi papá (no es baja autoestima, solo seguridad con respecto a lo que no quiero), pero no puedo decirle eso y esperar que me tome en serio, pues sería como quedar a la deriva, con caminos a medio transitar y futuros demasiado borrosos. 

Tal vez en este momento suene algo soñador y poco posible, pero así fue como nació la idea de viajar a Estados Unidos (y heme aquí), por lo que no tengo miedo de asegurar que es lo que me propongo a hacer lo que resta del año y tal vez principios del siguiente: quiero dar inicio a mi sueño de viajar por el mundo en bicicleta montando en el único lugar que me es permitido entrar sin necesidad de recurrir a trámites y demás, en Perú. Meta: recorrer los más de dos mil quinientos kilómetros de distancia que hay entre Tumbes y Tacna, es decir, "bicicletear" por toda la costa peruana. Aún no tengo un límite de tiempo, ya que necesito retomar el entrenamiento en bicicleta (y aumentarlo a niveles colosales) para poder hacer cálculos de mi velocidad promedio, las distancias que hago en determinada cantidad de tiempo, etc. 

Como dije, todavía es una especie de plan por definir, especialmente porque tengo que convencer a mi familia de dejarme tener mi año sabático y descifrar de dónde sacaré el dinero que financiará mi viaje, mi entrenamiento y una nueva bicicleta (profesional, espero).

miércoles, 4 de febrero de 2009

Como agua luego de un extravío en el desierto


Después de un buen tiempo, un día para mí, momentos a solas conmigo mismo para relajarme y gritar sin reproche. Hoy ha sido el día más improductivo que he tenido desde que viajé, no he hecho nada más que dormir hasta tarde, comer, ver televisión, usar la computadora, jugar con el xbox y volver a comer. Lo más seguro es que duerma en unos minutos más, listo para mañana, otro día para mí solo. Pero rectifico, fue improductivo en muchos sentidos, pero no en todos: obtener tranquilidad y calmar la mente nunca es mal uso del tiempo. Necesito más paz. No creo que exista hartura en ese sentido.

martes, 3 de febrero de 2009

La intemperancia, dicen


Un bichito que revolotea por los alrededores cuenta la historia de su vida, los cinco minutos de existencia que lleva zumbando por el cuarto, un tiempo que parece infinito y que ha aprovechado al máximo, tanto así que ahora otorga unos segundos para contar lo que para él es vivir. Qué dicha la del bichito, pero alguien acaba de aplastarlo, y ya se comienza a olvidarlo como poeta y tenerlo en cuenta como mancha en la mesa. Qué rápido cambian las cosas; qué maneras las del destino de decirnos "nada permanece".

lunes, 2 de febrero de 2009

No sabría por dónde comenzar


Me doy cuenta que es demasiado difícil leer a las nuevas personas que me rodean. Sé que es por una variedad de factores, tales como la cultura o la novedad que es para mí un ambiente laboral profesional, así que no me reviento la cabeza intentando descifrar el comportamiento de aquellas, pero sí me molesta no poder saber qué impresión estoy dejando en ellos. No se trata de un afán por agradar al resto, sino de saber a quiénes desagrado y quiénes me sonríen amigablemente y sin hipocresías.

Siempre que me encuentro en un lugar nuevo me gusta observar y escuchar antes de participar o decir demasiado, actitud que a veces suele causarme complicaciones. La persona común parece tomar mis silencios como arrogancia, como si me sintiese mejor que el resto y que por ello prefiero no juntarme o interactuar mucho, y fallan en notar que a veces se trata de timidez de mi parte. Debido a todo esto, hoy comprobé algo que había ido imaginando desde hacía unos días: son varios los que me saludan, hablan y sonríen con hipocresía. No los culpo.

El problema recae en que, en esta clase de choque de culturas, en el que la cantidad de personas es reducida, una puede servir de ejemplo para las demás y su comportamiento ser generalizado. Es decir, si uno de nosotros, uno de los estudiantes peruanos, lleva a cabo algún tipo de acción que para la gente de aquí es extraño o poco común, es muy probable que se piense que el resto también hace lo mismo. Ejemplo: si uno es malcriado con otra persona, esta pensará que los demás también lo son. En realidad no baso mis palabras en ninguna teoría sociológica o antropológica o psicológica, sino que me dejo llevar por mis propias ideas y percepciones, tan acertadas o equivocadas como puedan ser.

Me duele decirlo, pero personas que consideraba confiables y amigables ahora me son extrañas nuevamente. Tengo mucho que aprender con relación a este tema, así que no pienso poner punto final a esta discusión, pues las cosas no siempre son lo que aparentan y mi forma de actuar no ha sido muy positiva últimamente, por lo que puede que esté dejándome influenciar demasiado por mis propias emociones. Veré qué puedo hacer al respecto.

domingo, 1 de febrero de 2009

Voluntad inquebrantable quebrada


K: Te tengo miedo, ¿sabes?
L: Podía intuirlo y hasta verlo en tus ojos, pero no estaba completamente seguro. ¿Puedo preguntarte por qué?
K: Lo sabes bien.
L: Sólo lo imagino. ¿Será porque comienzo a serte un extraño? ¿O tal vez porque ya no sabes si confiar en mí es seguro?
K: Sabes que es así.
L: ¿Cuánta distancia puede haberse creado entre nosotros como para que ideas como estas surjan en tu cabeza?
K: La suficiente. Sabías que sucedería, sabías que algo como esto ocurriría tarde o temprano, más para mal que para bien.
L: Y no hiciste nada para detenerme…
K: ¡He hecho lo imposible! ¡Pero de nada sirve si tú no pones de tu parte! ¿Cómo esperas que vayamos en una dirección particular cuando tú empujas en sentido contrario y con mayor determinación que yo?
L: ¿Y de esto surge tu miedo hacia mí?
K: De eso y de saber que ya no cuento con tu ayuda.
L: No niego haber sabido que este momento llegaría ni desmiento haber dejado que las cosas se dieran de esta manera a pesar de tus débiles intentos por prevenir, y más tarde revertir, lo inevitable.
K: Entonces realmente te has rendido.
L: No se trata de rendición, sino de iluminación; ahora que conozco y vivo en la verdad puedo mostrártela y hacerte entender que es mejor que luchar contra ella.
K: Te desconozco, y el desconfiar de ti me causa temor, pero ten por seguro que no descansaré mientras tenga las fuerzas; no me rendiré.
L: Todos caen tarde o temprano. Y tú no serás la excepción.
K: ¿También lo intuyes?
L: No. Eso te lo aseguro.

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