miércoles, 29 de diciembre de 2010

El aquí y ahora


Let us fly away, let us praise the days
When the lust for life is stronger than the fear

--Lust for life, de Gamma Ray


Hace un rato terminé de ver la película "Verónika decide morir", de la directora Emily Young, basada en la novela del mismo nombre escrita por Paulo Coelho. Admito que no considero a Coelho como un buen escritor, pero también confieso que me encantan los mensajes que transmite a través de sus historias. Se me ocurrió comentar un poco sobre el tema principal tanto de la película como de la obra literaria, ser consciente de lo inminente que es la muerte y aprovechar profundamente cada día. 

La historia, al menos según la versión cinematográfica, es sobre Verónika, quien intenta suicidarse y falla. Esto ocasiona que sea internada en un hospital psiquiátrico, en donde se le informa que sólo le quedan pocas semanas de vida a causa del trauma sufrido por su corazón, producto de las pastillas que tomó para quitarse la vida. Así, el tiempo que pasa en el hospital le sirve para cambiar de opinión respecto a volver a intentar matarse y a ver la vida de una manera diferente. Las palabras finales de su médico le dan un gran giro a la historia, así que sugiero no seguir leyendo este post para no malograr el final.

Uno de los mensajes que rescaté de la película fue justamente el que se trató de expresar, vivir cada día como algo maravilloso, el cual, dentro de la trama, es acentuado enormemente al descubrir que Verónika no tenía ningún problema con su corazón, y que el decirle que tenía poco tiempo para vivir era parte de su tratamiento. Creo que cuando una persona se enfrenta a una noticia como aquella existen tres caminos que puede tomar: rendirse, optar por ser vencido por el hecho de que se morirá y simplemente esperar la muerte o adelantársele; aceptar que no queda mucho tiempo y poner todos los asuntos en orden, básicamente irse tranquilo; o negarse a la idea de que se morirá, vivir simulando que no sucederá pronto pero en el fondo temiéndolo. Personalmente, preferiría la segunda opción, añadiendo un poco de lo que la protagonista de la película esperaba hacer, aprovechar cada momento y hacer las cosas que nunca se atrevió o que no pudo.

Pienso que la vida de por sí es bastante larga, a pesar de que pueda no parecerlo al no ser muy conscientes de ella durante nuestros primeros años o de no valorarla lo suficiente durante nuestra infancia y hasta adolescencia. Quizás el hecho de que podemos perderla en cualquier momento o que la tomemos por sentado gran parte del tiempo ocasiona que se vea como corta, pero yo diría que en realidad debería ser considerada como frágil y, por lo tanto, valiosa. También diría que, tal vez no con mayor fuerza que la muerte pero sí de manera bastante presente, la rutina obstaculiza el poder apreciar cada momento de nuestras vidas, aunque estoy seguro que es un impedimento posible de ser franqueado. He intentado guiarme por esta idea, vivir cada día tratando de que sea mejor o, como mínimo, igual que el anterior, pero por lo general no duro mucho. El punto, en todo caso, sería intentar tantas veces como sea necesario.

martes, 14 de diciembre de 2010

El gran miedo


Lonely is the night when you find yourself alone
Your demons come to light and your mind is not your own

--Lonely is the night, de Billy Squier


Hace unos días conversaba con mi hermana Manuela sobre los fantasmas, y mediante preguntas y comentarios fuimos trasladándonos al tema del miedo, sobre el cual ella mencionó una idea que ya había estado escuchando y leyendo en varias oportunidades anteriores. Ella decía que le asustaba quedarse sola en la casa, un miedo bastante normal en niños y niñas de su edad, y quizás no muy inusual en personas un tanto mayores. Lo que rescaté después de lo que mencionó fue la idea de la soledad, entendida un poco como mi hermana trataba de explicarla y otro poco como algo más inmaterial, es decir, no como la falta de alguien a nuestro lado, sino como un estado metafísico; ambos aspectos muy relacionados entre sí.

El tema de la soledad lo he tenido muy interiorizado desde pequeño y hasta el día de hoy, pues a pesar de siempre haber tenido muchos amigos y personas a mi lado, valoro muchísimo mi tiempo a solas. Incluso hay veces en que necesito ese tiempo para recobrar energías, lo cual ahora puedo explicar (gracias al curso Psicología de la Personalidad) como característica normal de personas intravertidas. A lo que voy es que no es un concepto con el que recién me esté cruzando, es solo que las últimas semanas se ha repetido una idea muy ligada con ella, un poco por lo que oía en mis clases en la universidad, así como por textos o novelas que leía, películas que veía y conversaciones que he tenido: el hombre le teme a la soledad.

Básicamente, uno buscaría rodearse de otras personas para sentirse satisfecho y motivado, pero existe la idea de que podría ser, también, para evitar la soledad, pues una vez que no hay nadie, uno sólo se tiene a sí mismo, y esto lo encuentra insoportable. Insoportable en el sentido en que comienza a pensar en sus circunstancias, en que debe lidiar con su estado actual, se mira a sí mismo porque no hay nadie más a quién mirar. Es decir, la soledad empuja a hacernos conscientes de nosotros, de ver dentro y encararnos; y esto sería, en definitiva, lo que el hombre temería, descubrirse. O, siendo más específico, notar algo que pueda no gustarle.

Como decía, me he cruzado ya muchas veces con esta idea, por ello no puedo recordar en qué se basaba exactamente o qué argumentos en particular la defendían. Personalmente, diría que puede ajustarse a algunas personas, aunque no generalizaría ni encasillaría a toda la humanidad dentro de ese bloque, pues tanto por experiencias personales como ajenas, sé que hay quienes disfrutamos la soledad y la utilizamos justamente para eso, para mirarnos. Tampoco es que me pase los días por mi cuenta meditando sobre la vida o que elija quedarme solo en lugar de relacionarme con otras personas, pero sí pienso que esos ratos de soledad no solo son soportables, sino también necesarios e imprescindibles en todo ser humano que busca conocerse. Y, como me dijo un buen amigo hace muchos años, "para conocer a los demás primero debe uno conocerse a sí mismo", a la cual agrego la siguiente: para poder vivir con los demás primero hay que poder vivir con uno mismo.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Síndrome del conejo blanco


Wait in line
'Till your time
Ticking clock
Everyone stop

--In the waiting line, de Zero 7


W: Estaba pensando en el tiempo...
X: ¿Qué con él?
W: ¿Por qué a las personas nos cuesta esperar? ¿Por qué estamos acostumbrados a ver resultados de manera inmediata o a corto plazo? ¿Por que nos sentimos ansiosos cuando algo tarda más de lo esperado en suceder?
X: Porque el tiempo es dinero.
W: Visto desde un ámbito relacionado con los negocios, tal vez. Pero en la vida diaria no se trata de dinero, se trata del tiempo en sí. El mundo vive en un constante apuro.
X: Quizás porque esperar es una pérdida de tiempo.
W: Quizás se sienta así, pero no lo es. Además, hay quienes quieren ganar tiempo y hasta toman atajos para conseguir más de aquél, pero una vez que lo consiguen no saben qué hacer con él. Ganan tiempo para luego "matarlo".
X: Entonces, ¿qué propones?
W: Hace tiempo escuché de una investigación en la que se entrevistaba a varias personas que se quejaban de no tener más tiempo para pasar con sus familias, para relajarse o para dedicarlo a sus intereses, pues el trabajo se los impedía. Se les presentó un caso seguido de una pregunta: de tener un día más en la semana para hacer lo que quisieran, ¿cómo lo utilizarían?
X: ¿Y qué respondieron?
W: La respuesta parecería obvia, pero la mayoría dijo que lo aprovecharía para ponerse al día con el trabajo.
X: Pero entonces ahí tienes la respuesta que buscabas en un principio, a la gente no le gusta esperar porque tiene cosas que hacer, responsabilidades que atender. Realmente se pierde el tiempo.
W: Pienso que el error está en ver el tiempo como dinero, tal y como mencionabas. A más tiempo, más horas de trabajo, por lo tanto más dinero; y, en consecuencia, una vida más "tranquila".
X: Ya no sería un problema con el tiempo, sino con el dinero.
W: Por como lo veo, el dinero siempre ha tenido y tendrá sus problemas. Pero el tema con el tiempo, la espera y las personas... Creo que ahí sí habría solución.
X: ¿Cuál?
W: No lo sé, dame un par de minutos para pensarlo.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Viejos temas, nuevas perspectivas


Yes, there are two paths you can go by
But in the long run
There's still time to change
The road you're on

--Stairway to heaven, de Led Zeppelin


Creo considerarme como una persona que puede vivir sin saber ciertas cosas, no por preferir dejar de saber, sino por valorar un poco el misterio. Sin embargo, existen preguntas que me hago o que me hacen a las que siento una especial necesidad de encontrar respuestas, incógnitas relacionadas a diversos temas, incluidos los que tienen que ver conmigo. Hay una pregunta en especial a la cual aún no hallo respuesta, y tengo la impresión de que nunca obtenga una, considerando que no creo posible que alguien pueda contestarla.

Desde la última vez que vi a mi mamá, hace casi un año y medio, no he podido dejar de pensar en muchas cosas que me habría gustado preguntarle y que por no sentirme listo preferí guardar. Estoy seguro de haber tomado la mejor decisión al pedirle tomar caminos distintos, justamente porque las circunstancias que nos llevaron a encontrarnos no eran las apropiadas, incluso aunque hayan veces que las preguntas que no salieron cuando la tenía frente a mí pueden hacerme pensar lo contrario. Por como lo veo, crecí intelectual y emocionalmente gracias al encuentro que tuve con ella en ese entonces (así como por una variedad de otros factores), por ello he podido pensar y reflexionar mucho sobre el significado que tiene y tuvo para mí, lo cual me lleva a considerar, inevitablemente, qué puedo significar yo para ella. Y he ahí sólo una minúscula parte de la pregunta que mencionaba en el primer párrafo.

Quizás no se trata de una gran pregunta, sino de muchas pequeñas. Si la situación fuese tal que pudiera contactarme con ella y hacerle cada una de ellas, me llenaría de fuerzas y lo haría, pero las cosas son un tanto más complejas. No se trata de obtener las respuestas de su parte (considerando que por muchas razones no puedo confiar en ella), ni tampoco por parte de quienes tuvieron la oportunidad de tratar con ella; el gran problema de pedir opiniones es que las personas se encuentran limitadas por sus propias experiencias, no se puede dar cuenta más que de lo que uno percibe, e incluso la propia percepción de algo puede no concordar con los hechos verdaderos. Para dar con la respuesta sería necesario viajar en el tiempo y observar por mí mismo el trato que ella tuvo conmigo cuando era chico, lo cual es imposible. Solo me quedan los recuerdos, propios y ajenos, ambos bastante sesgados.

Entonces, podría pensar, ¿por qué siquiera plantear la existencia de una o varias preguntas? ¿Por qué provocarme intranquilidad sobre un tema que aparentemente no tiene solución? Podría decir que es natural en las personas preguntarnos por nuestra propia historia, saber de dónde venimos y por qué somos como somos, pero creo que sería solo una forma de evitar el verdadero. Escribí en otro post que el tema con mi mamá aún no terminaba, y hoy, tras meses de reflexiones, admito que tampoco está muy cerca de hacerlo. Sin embargo, no veo esto como algo negativo, sino como todo lo contrario, es una nueva oportunidad de probarme a mí mismo que soy capaz de hacer más cosas de las que me creo posible.

El plantear una pregunta, el crear un misterio, es otra manera de decir "todavía existe espacio para la mejora", me permite mirarme y a todo lo que hecho desde entonces. Hablando en términos más concretos, no se trata de encontrar una respuesta, la idea no es llegar a un fin, sino seguir avanzando, seguir creciendo y seguir aprendiendo. Y siendo más concreto todavía, pienso que es hora de volver a ponerme retos altos, no necesariamente en relación a mi mamá, aunque sí con miras de crear circunstancias (esta vez las apropiadas) para un nuevo encuentro con ella.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Siempre cambiante


Not where you stand
Nor where you are
It matters only where you look
To take the good
With all that's bad
It is the only way to go

--Learning to fly, de Stratovarius


Anoche tuve un sueño muy peculiar. Varios, en realidad, pero uno de ellos en particular me hizo cuestionar ciertas cosas más de lo que ahora considero normal para un sueño. Me encanta despertar con una idea en la cabeza, con algo para pensar el resto de la mañana y quizás el día entero, y a veces consigo exactamente lo que quiero, no siempre para bien.

La idea con la que amanecí tenía que ver con los lazos y las relaciones familiares, muy similar a un tema que toqué años atrás en otro post, en tanto me encontraba en una posición donde debía elegir entre poner a mi familia antes que a mí mismo o viceversa. En el sueño discutía con una persona sobre la postura correcta, y recuerdo claramente sentirme muy seguro de la elección que iba a tomar, darle mayor peso a mis sentimientos, valores y principios antes que a la imagen de mi familia. Ya despierto me costó un poco decidirme, pues tomaba en cuenta muchas variables que no consideré mientras dormía y que inclinaban la balanza a un lado u otro de manera significativa. Finalmente, tras pensarlo mucho, decidí guiarme un poco por la razón y otro poco por las emociones, así que opté por no elegir ninguna alternativa.

Por un lado, puede sonar egoísta salvarse uno mismo y dejar que los demás se hundan, y hasta cierto punto realmente creo que lo es. Por otro, cada uno debe hacerse responsable de sus propios errores y aceptar las consecuencias que lleguen como resultado; al menos es lo que yo haría. En mi sueño, esta familia a la que pertenecía quería encubrir un negocio ilegal, así que para mí tiene mucho sentido que en él haya optado por anteponer mis creencias e ideales por sobre el bienestar e imagen pública de estas personas. Sin embargo, en la realidad las cosas nunca se muestran de manera tan delimitada, siempre habrán tonalidades de gris, las circunstancias y las personas implicadas en ellas siempre serán diferentes, por lo que la forma de afrontar tales situaciones deberá ser igualmente variable.

Creo que es un tema al que todavía podría seguir dándole vueltas, incluso si ya creo haber encontrado una solución. Eso es lo curioso, y hasta genial, de todo asunto que involucre personas, nunca habrán respuestas correctas, solo suficientemente gratificantes.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Nadie quiere olvidar


Let's unwrite these pages
And replace them with our own words

--Swing life away, de Rise Against


Hace un par de días volví a ver una de mis películas favoritas, Eternal sunshine of the spotless mind (Eterno resplandor de una mente sin recuerdos), del director Michel Gondry, y me hizo pensar mucho en experiencias personales y en el olvido.

La película se trata de una pareja (Joel y Clementine) que, por separado, decide someterse a un tratamiento que los borra de la memoria del otro, es decir, los hace olvidar todo recuerdo de alguna vez haberse conocido y haber estado juntos. La historia muestra cómo los recuerdos de Joel sobre Clementine van siendo borrados y cómo, en medio del proceso, se arrepiente y comienza a "esconderla" en momentos de su vida en los que en realidad no la conocía para evitar perderla. Cuando el tratamiento termina ya no la recuerda, aunque queda en él cierta sensación que lo lleva a encontrarla "de casualidad" en un lugar que tenían en común, y así se vuelven a conocer. De por sí es difícil explicar brevemente la trama de la película debido a lo enrevesada que es, y luego de que se vuelven a conocer suceden algunas cosas más, pero quería dar solo una idea general, puesto que existe muchísimo espacio para las interpretaciones.

Una de las cosas que se me ocurrió era que, si efectivamente existiese un tratamiento capaz de borrar a alguien de nuestra cabeza, probablemente sucedería exactamente lo que ocurre en la película (incluso si es llevado a cabo de manera eficiente y sin complicaciones): datos o recuerdos de la persona irían filtrándose en nuestra memoria, al principio sin darnos cuenta y luego ya de manera más notoria; sería en este segundo momento en el que, llevados por nuestra naturaleza humana de darle sentido a las cosas, de llenar los espacios en blanco, buscaríamos reconstruir a dicha persona. Recuperaríamos lo que en un comienzo quisimos extraviar.

Esto me llevó a pensar que no importa cuánto se intente olvidar o alejarse simbólicamente de una persona, uno lleva consigo más que solo recuerdos y sentimientos vinculados a aquélla. Aunque estos puedan perderse en la memoria con el pasar del tiempo, existe toda una serie de enseñanzas que permanecen en nosotros de las que no necesariamente somos conscientes. Es como si la persona dejase una huella en nosotros, un granito de arena, fragmentos de información que en algún momento pudimos considerar relevantes y que pueden afectar de manera variable nuestras vidas. Puede ser algo tan minúsculo como la forma de sujetar los cubiertos a la hora de comer o quizás alguna mueca en especial, conductas a las que no les prestamos demasiada atención; o puede ser algo de mayor peso, como un punto de vista, una idea, gustos y actitudes frente a situaciones específicas, todo ello siendo un poco más conscientes (tal vez no en un inicio) respecto a qué (o en este caso 'quién') nos hizo pensar así.

A lo que voy es que las experiencias nos marcan de una u otra manera, y quienes están involucrados en dichas experiencias se quedan con nosotros, indistintamente del valor positivo o negativo que les otorguemos, asumiendo que percibamos como significativo el impacto que tuvieron esas personas en nuestra vida. Es como si luchásemos internamente por aferrarnos a los recuerdos a pesar de que una parte de nosotros quiera borrarlos a toda costa, como si en el fondo supiésemos que olvidar es dejar de aprender. Y creo que, aunque muchas veces queramos olvidar a alguien, inadvertidamente y por cualquier razón posible iremos dejando pistas en el camino que nos ayudarán a recordar a la persona nuevamente.

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