Just let me catch my breath
I've heard the promises
I've seen the mistakes
I've had my fair share of tough breaks
I need a new voice, a new law, a new way
Take the time, reevaluate
It's time to pick up the pieces
Go back to square one
I think it's time for a change
--Take the time, de Dream Theater
Tal y como me lo temía, mis días de fútbol han encontrado un obstáculo inevitable: la rutina.
La semana pasada lo sentí por primera vez, esa sensación de ir al partido del miércoles no tanto por realmente quererlo sino por tener que hacerlo. Pensé que solo era cansancio de la salida en bicicleta que había hecho el día anterior y que la semana que vendría las cosas sería diferentes, pero otras cosas se sumaron a esta pequeña excusa.
Al finalizar tanto el partido de esa semana como el de esta me quedé con la sensación de que no me había divertido lo suficiente, como si hubiese faltado algo o hubiera habido mucho de otra cosa. En ambos empatamos después de un reñido encuentro, y en ambos logré anotar un par de goles, pero mi desempeño en general no fue muy bueno y el hecho de estar ahí por necesidad antes que por placer le quitó un poco el sabor a satisfacción.
Como mencioné antes, no suelo tomarme la competencia deportiva muy en serio, busco divertirme sin que esto dependa del desenlace, el ganar o perder al final no se comparan con todo el resto de tiempo que estuve jugando. El caso puede ser un tanto distinto para algunos de mis amigos, quienes llegan a molestarse durante el partido y pierden noción de lo que verdaderamente estamos haciendo en la cancha, pasando un buen rato. A veces pueden criticar mi experimental estilo de juego por la gran cantidad de desaciertos que consigo y que para mí es lo más divertido del fútbol, pero no les hago demasiado caso a menos que lo que digan tenga sentido.
Sin embargo, creo que la mezcla de todas estas cosas ha conseguido desanimarme hasta el punto de tomar la decisión de dejar de jugar por dos o tres semanas, alejarme un poco de este deporte y volver solo cuando de verdad quiera hacerlo, cuando el espíritu futbolístico sea incontenible y no ir porque se espera que vaya. Lo mismo me sucedió en algún momento con la bicicleta y al tomar este mismo camino volví a enamorarme del ciclismo, por lo que no dudo que este actuar funcionará. Además, ahora podré bicicletear en esos ratos libres que antes no lo hacía por lo cansado que terminaba después de cada partido, así que todo calza a la perfección.
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