I'm standing at a crossroad
I don't know what to do
--Silence from angels above, de Circus Maximus
Hoy tuve una experiencia bastante singular mientras iba en carro por la Costa Verde. En un principio no me percaté de lo que sucedía por andar metido en mis propios pensamientos, pero luego fui notándolo poco a poco hasta por fin entender de qué se trataba: un silencio sobrenatural.
Es difícil de explicar. Si bien se oía el motor del carro, el resto estaba en silencio. No oía el lejano rugir de las olas ni el sonido de los autos que pasaban a mi lado; tampoco podía percibir los silbidos del viento a pesar de tener la ventana abierta. No supe cómo sentirme, literalmente. La situación me parecía demasiado extraña, y a la vez encontraba cierta paz en la falta de sonidos; me ponía un poco nervioso pero la disfrutaba. Todo esto me hizo pensar inmediatamente en dos cosas. La primera, un capítulo de la serie de ciencia-ficción "Los Expedientes Secretos X" en el cual uno de los protagonistas le pidió a una supuesta genio por la paz mundial, y aquélla cumplió su deseo al hacer desaparecer a todos los seres humanos. Tuve una sensación como ésta, como si me encontraba totalmente solo en el mundo. Creo que puede ser una noción sosegadora por un lado, y perturbadora por otro.
Lo segundo en que pensé fue el cuento corto de E. M. Forster "La máquina se detiene". En él se detalla un mundo futurista donde las personas se han vuelto dependientes de una máquina que controla todo su quehacer cotidiano, e incluso ha pasado a reemplazar la interacción social por una de tipo virtual (valga decir que fue escrito en el año 1909, así que el autor bien podría haberse referido a un mundo no muy diferente del nuestro). El punto es que llega un momento en que la máquina se detiene, deja de funcionar, y el zumbido que emitía y al que todos los seres humanos se habían acostumbrado cesa por completo, lo cual ocasiona la muerte instantánea de miles de personas y una desorientación abrumadora en muchas otras. Mi caso fue muy diferente. Para empezar, no morí, y me percaté del silencio de manera más gradual.
No creo haberme vuelto loco o momentáneamente sordo. Al contrario, creo haber tenido una experiencia bastante enriquecedora, aunque inmensamente misteriosa y algo inquietante. Como dije, en ese momento no supe cómo sentirme, pues todavía me costaba entender lo que sucedía, pero ahora, tras darle un par de vueltas, entiendo lo que puedo sacar de ella. Tal vez he estado tan acostumbrado al ruido que un poco de silencio me hizo perder el equilibrio por unos minutos, o quizás sea la vida que de manera indirecta pide que me dé un tiempo a solas conmigo mismo para pensar en muchas de las cosas sobre las que me hace falta meditar.
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