miércoles, 2 de septiembre de 2009

¿Y ahora...?



I can see clearly now, the rain is gone,
I can see all obstacles in my way
Gone are the dark clouds that had me blind

--I can see clearly now, de Johnny Nash


Podría decir que nunca me he quejado de ser el hermano mayor de dos pequeñuelas que rebaso en edad por diez y trece años, pero estaría diciendo una gran mentira. Mi posición supone una enorme responsabilidad, tanta que durante todo este tiempo he tenido muchos problemas con mis hermanas (y no sería normal que dejase de tenerlos en el futuro), desde luchas por el espacio personal hasta pequeñas discusiones sobre temas tan triviales como el uso de la computadora familiar o el permanecer en silencio por solo cinco segudos. Cosas como estas podían molestarme mucho (ahora ya nos entendemos).


Pero lo que sí puedo asegurar es que nunca me he arrepentido. Durante diez años fui hijo único, y cuando recibí la enorme noticia de que tendría una pequeña hermanita inmediatamente pensé en todos esos programas de televisión y películas en los que veía que el hermano mayor resultaba celosísimo con el nuevo hermano, y pensaba que seguro eso me pasaría a mí. Pero mi sorpresa fue grande cuando la sensación fue otra, una completamente distinta. Durante los tres primeros años de la existencia de mi hermana Manuela sentí que ya no estaba tan solo como creía, que al fin tendría alguien en la familia además de mi primo David que podría entenderme. Y con Josefina las cosas fueron sutilmente diferentes. Al principio se dio un choque de personalidades, no pude empatizar con ella tan rápido como lo hice con Manuela y peleábamos demasiado seguido. Pero con los años tanto ella como yo fuimos cambiando, y así fue que fuimos descubriendo un aliado el uno en el otro, yo el protector y ella la que aportaba las sonrisas. Diría que una de mis responsabilidades como hermano ha sido y sigue siendo el enseñarles sobre el mundo en general, pero a veces pienso que esto del aprendizaje viene por los dos lados.

Con todo esto me puse a pensar qué se sentiría tener un hermano o hermana mayor. Y entonces llegué a la conclusión de que ya lo sé, que lo he venido sabiendo desde los cinco años. Puede que no los tenga de manera tan literal, de sangre, pero mis mejores amigos, mis "amigos de toda la vida", me rebasan al menos por cuatro años desde que los conocí, y todo este tiempo los he tenido a ellos como hermanos mayores. Al principio solo eran Charlie y Juan Pablo, pero pronto se unieron Carlos y Rodolfo, y con ellos cuatro comprendí que de cierta manera podía sentirme seguro, cuidado. Tal vez hoy no necesite tanta protección, pero siempre es genial poder acercarme a alguno de ellos y saber que puedo contar con su ayuda en lo que sea que la necesite.

El tema de los hermanos y hermanas llegó a mí debido a algunos asuntos familiares que me hicieron reconsiderar ideas que he tenido con respecto a los títulos y el tipo de relaciones que van de la mano con ellos, como la abrupta "aparición" de mi madre, por ejemplo. Resulta que ahora soy hermano de dos pequeñuelos más, y aquí es donde llega la gran interrogante que hay como título.


[Puede que esta canción sea medio disonante con lo último que escribí, pero ayuda a ver las cosas de mejor forma, así que nunca está de más.]


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