So out of nowhere it will rise
Oh, and another journey starts
--And the story ends, de Blind Guardian
Cada noche de la semana pasada me dediqué a avanzar un poco más de la novela en la que trabajo, pero el plan de cada una de esas largas horas de escritura comenzaba siendo otro. Abría un documento nuevo de Word y comenzaba a pensar en formas de iniciar el relato que me propuse presentar en el taller de Narrativa, pero lo poco que me venía a la cabeza lo encontraba o insulso o que encajaría mejor en mi novela, por lo que al cabo de unos minutos desistía de intentar escribir el cuento y me dedicaba a aquella.
Desde que presenté mi primer borrador del relato (que saqué de una mini-historia que escribí en otro blog), he quedado algo desanimado con este proyecto. Si bien lo que di a leer al profesor y a los alumnos fue una anécdota escrita con un estilo diferente al que suelo utilizar, me tomé las críticas muy en serio, ya que, a fin de cuentas, sea cual sea el estilo empleado, sigue siendo algo mío. Al principio tomé sus opiniones como golpes que de a pocos fueron dejándome tendido en el suelo, pero luego entendí que todos esos comentarios eran exactamente lo que necesitaba. No tengo muchas oportunidades de presentar las ficciones que escribo a otras personas (menos aún a profesionales literarios), así que el recibir consejos de su parte es, en gran medida, una forma de ayudarme a poner los pies en la tierra y descubrir errores que por mi cuenta no encontraría. Desde ese día me atreví a alterar y hasta borrar párrafos enteros de mi novela, pero no estuve ni cerca de escribir siquiera una oración del cuento.
Creo que lo que más me costó fue desasociar el relato con la primera frase que lo compondría, esa que debe atraer al lector lo suficiente como para tenerlo pegado a la historia durante el resto de oraciones. Lo que hice fue comenzar por lo que vulgarmente llamaría "la segunda frase", por acontecimientos que suceden a la acción inicial, algo así como escribir una narración sin un comienzo. Una vez que pude conseguir esto, pude liberarme de las ataduras psicológicas que evitaban continuar con el cuento, por lo que ahora me siento orgulloso de haber luchado por escribir un párrafo y medio que da paso a varios otros párrafos y medios.
Todavía me cuesta un poco todo esto de los cuentos cortos, y ahora entiendo por qué dicen que es el género literario más difícil de manejar, pero esto es razón y motivación de sobra para seguir queriendo escribir uno.
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