Fuente: archivo personal
Quizás las cosas que yo percibo, los animales, plantas, hombres,
montañas, las lucientes y fluidas aguas,
Los cielos del día y de la noche, colores, densidades, formas,
quizás estas cosas (como sin duda lo son) no sean más que
simples apariencias, y lo real esté aún por ser conocido (...)
--La duda terrible de las apariencias, poema de Walt Whitman
El miércoles tuve una clase estupenda en la que se habló de muchas ideas relacionadas con la filosofía, otra materia que me encanta pero sobre la que me considero un tanto limitado de pensamiento. Lo último que se dijo durante esa lección fue una frase bastante conocida, pero gracias a todo lo aprendido en esas dos horas pude verle un significado nuevo que ayudó mucho a entenderme mejor. La frase en cuestión era "Recordar es volver a vivir".
Revisamos ideas generales de la Fenomenología y, particularmente, a Merleau-Ponty, quien postuló que la forma en que percibimos las cosas es subjetiva y parcial. Es decir, cada vez que nos acercamos a algo, que conocemos algo, obtendremos una cantidad limitada de información; limitada en tanto nunca dejaremos de percibir cosas nuevas en ese algo y difícilmente percibiremos lo mismo que otros. Es, básicamente, un perpetuo conocer y, así, un constante revivir. La forma en que nos acercamos y vemos las cosas depende de nuestra visión, la cual ha sido construida en base a los significados que hemos ido dándole a la realidad que nos rodea. Nunca dejamos de aprehender la realidad; incluso en un libro, en una película, en una persona o en una situación encontraremos nuevos significados, sin importar cuántas veces volvamos a aquéllos. Por eso "recordar es volver a vivir", es encontrar novedad en lo ya experimentado, y sentir otra vez y otras cosas.
Todo esto me hizo pensar en mí mismo, una persona que disfruta regresar al pasado y vivir nuevamente. Como mencioné en otro post, suelo ver atrás por dos razones: para aprender de mis errores (y de mis aciertos) y porque me gusta. Remitiéndome a la discusión sobre Fenomenología, ahora entiendo que aprender es darle nuevos significados a las vivencias, la primera de mis razones; revivir lo viejo y vivir cosas nuevas a partir de ello es la segunda. Es la defensa perfecta si alguna vez debo dar argumentos de por qué pasar mucho tiempo pensando en el pasado puede resultar beneficioso en el presente y a futuro.
La idea de una constante resignificación me parece genial, también, porque demuestra cómo quien alguna vez vio el vaso medio vacío, puede verlo medio lleno en un segundo momento. Es ideal en tanto intenta rescatar una naturaleza humana posible de cambio y mejora. Y a pesar de que este cambio pueda ser para mal, siempre queda la visión original; permanece la luz al final del túnel, lo reconozca o no quien lo transita. Con todo esto dicho, no queda más que esperar otra magistral clase este miércoles. O darle una nueva revisión a los apuntes de la última.
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