domingo, 2 de agosto de 2009

Te quiero como eras antes


How now
Can we allow?
We gotta stop 'em somehow
Body over mind
Oh no, now we both know
That there's nowhere to go
And the damage is done

--Monster, de 3 (Three)


Hoy, después de muchos días en los que me decía que iría y que al final no iba porque la flojera tenía más fuerza que yo, pude visitar uno de mis lugares favoritos a los que voy en bicicleta, la laguna de La Molina.

Ese lugar me encanta, en primer lugar, porque no es tan fácil llegar él. Tengo que pedalear cerca de cuarenta minutos cuesta arriba, pero el esfuerzo hecho es imprenscindible si he de querer disfrutar plenamente del lugar una vez que estoy ahí.

En segundo, porque lo encontré por casualidad. Usando Google Earth para ubicarme antes de la salida en sí, me dije que quería ir a esa laguna, pero por un mes de bicicleteadas no pude dar con su ubicación (odio pedir direcciones a las personas cuando estoy en bicicleta), hasta que un día torcí en una esquina equivocada y me di con la sorpresa de que había llegado a ella.

Y, en tercero, porque siento que es uno de los pocos lugares en la ciudad en los que hay absoluta calma y tranquilidad. El único ruido es el del motor del ocasional carro o los sonidos de las aves que nadan en la laguna. Puedo sentarme por horas a contemplar la calma de las aguas, a pensar o a leer.

Como dije, hoy fui después de mucho tiempo (casi dos meses), y me di con una nauseabunda sorpresa. Cuando vi el agua mi cabeza comenzó a pensar inmediatamente en una mala película de ciencia ficción, pues estaba llena de una sustancia viscosa y verde. Se me ocurrió que, de entrar en ella, de seguro saldría convertido en una tortuga ninja, si es que fuese tortuga. Me acerqué a uno de los guardianes de la zona y le pregunté qué había sucedido con el agua, a lo cual me respondió que era debido a las algas. Esto me hizo pensar que, de ser realmente algas, estas definitivamente tendrían que ser radioactivas, pues el color verde en el agua era realmente fuerte, casi tóxico. Además, he ido muchas veces en diferentes épocas del año y jamás he visto tal cosa, así que dudo que sean las algas.

Me apena que uno de mis lugares favoritos haya perdido gran parte de su belleza, que lo que más resalte ya no sea la cantidad de aves que pasean por ahí, sino las manchas verdosas que han malogrado un hábitat (por más que sea artificial) tan hermoso. Si se ha de culpar a alguien, pues diría que es culpa de la contaminación y, en correlación, de las personas en general. Hay cartelitos que avisan a los transeúntes de no botar basura en el agua, pero igual siempre se encuentran bolsas o envolturas tiradas por ahí. Las palabras, en este tipo de asuntos, no siempre ayudan mucho, y la laguna está pagando caro por la irresponsabilidad de muchos. Trataré de ver si se puede hacer algo, o si de verdad son algas las causantes de esto.

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