sábado, 18 de abril de 2009

Soñando despierto (cuarta parte)


Not every problem can be
Solved so easily
Not every answer is the one
Above the flood of emotion
It's all about forward motion
Define your place in the sun

--The best is yet to come, de SR-71



Cuando abrí mis ojos nuevamente, después de un buen rato, me di cuenta de que estaba echado en el piso con la cabeza sobre la almohada, posición que no recordaba haber adoptado. Varios de los congregados estaban igual, algunos todavía seguían sentados y uno, que no era ni el chamán ni su asistente, movía su cuerpo desde la cintura para arriba al son de una música que no sonaba, bailaba rítmicamente sin intención de detenerse. Esto me hizo sentir peor, quise vomitar por unos segundos pero las náuseas se esfumaron instántaneamente, y entonces observé algo que no vi en un principio: el chamán se inclinaba sobre una persona que yacía echada a su lado y tocaba su frente, hacía símbolos con sus dedos, movía una botella con agua y objetos que la hacían sonar como un sonajero. Entendí que las curaciones estaban comenzando.


Por un buen rato esperé mi turno con los ojos bien abiertos, pero los pasos curativos parecían durar muchísimo por cada una de las personas y mis ojos fueron cediendo hasta que no pude abrirlos. Mi cabeza empezó a decir que no quería ir, que si me llamaban no me pararía, me haría el dormido, tercamente permanecería echado y evitaría acercarme al chamán. Solo ahora comprendo que en ese momento algo más fuerte que yo rehuía la curación y buscaba hacerme su cómplice, tal vez los espíritus negativos de los que nos hablaron antes de iniciar el ritual, tal vez mis propias inseguridades y el creciente sentimiento de arrepentimiento de haber aceptado participar en la ceremonia. Lo más curioso es que, cuando me llamaron, cuando creí estar dormido, me paré sin chistar y accedí sin titubear.

Tuve que sentarme frente al chamán, quien preguntó mi nombre y mi motivo de asistencia (aquello de lo que quería curarme y por lo que había ido), y ambos datos los pronunció dentro de su botellita con agua mentolada. Me tuvo ahí un rato y luego me pidió que me echara boca arriba. En esa posición, mojó sus dedos repetidamente con el agua e hizo pequeñas señales de la cruz sobre mi frente, mis sienes, mi cuello y mi abdomen. Luego vino la parte más extraña. Tomaba un poco del agua sin tragarla, presionaba sus labios sobre mi frente (y después sobre mi abdomen) y aspiraba como si estuviese absorbiendo mis males. Hizo esto tres veces en ambas partes de mi cuerpo, y después de cada vez escupía el agua en un balde.

Cuando me pidió que volviera a sentarme frente a él y después de fumar su pipa y echarme el humo tal y como lo hizo su asistente momentos después de empezada la ceremonia, estaba convencido de que la curación había terminado, pero fue entonces que llegó el momento de mi desgracia. Una de las cosas que me prometí a mí mismo hace mucho tiempo fue que jamás fumaría, nunca me dejaría llevar por la curiosidad ni por la presión de mis compañeros, bajo ninguna circunstancia probaría tabaco o alguna otra sustancia que tuviese que fumarse. Pero tuve que hacerlo. Y lo hice. Y ahora me averguenzo de mí mismo por ello. Traté de evitarlo, le dije al chamán que no fumaba, pero éste me dijo, en medio de su propio aturdimiento ayahuasquero, que la curación estaría incompleta si no lo hacía, así que mis deseos de librarme de mis males pudo más que mi ilusoriamente sólido juramento. Como dije anteriormente, tengo mucho de que arrepentirme, de esto especialmente, pero no lo hago y no lo haré. Lo hecho hecho está, y lo mejor que puedo hacer es aceptar las consecuencias y vivir con ellas de la mejor manera posible. Es algo que todavía debo solucionar conmigo mismo en las semanas por venir. Fumé como me indicó, tragué el humo tres veces como se me dijo, me atoré como el novato que soy, y tuve que fumar todo el maldito tabaco. Pero, a modo de rebeldía, me tomé mi tiempo.

Cuando regresé a mi sitio noté que el tabaco me había despejado un poco la cabeza, que ahora estaba más "sobrio" y que podía pensar mejor. Sin embargo, lo primero en lo que pensé fue que debía cerrar los ojos y dejar que el tiempo pasara sin que yo reparara en él. Y así sucedió. Un rato más tarde desperté porque el asistente del chamán debía hacer el último paso del ritual, colocar sus manos sobre mi cabeza y cara, presionar fuerte pero concientemente y "limpiarme" de cualquier suciedad que hubiese quedado dentro de mí. Hizo eso con todos y así fue como terminó todo.

Las personas comenzaban a comentar entre ellas su vivencia, lo que habían visto, lo que les había sucedido, compartían experiencias, reían, se asombraban, pero yo permanecía sentado, en silencio y con los ojos cerrados, todavía algo mareado y con dolor de cabeza. Seguía sintiéndome mal por haber roto un compromiso tan importante, por haber sacrificado aquello por mi bienestar. Cuando solo estuvimos mis dos amigos y yo en el cuarto de uno de ellos, cerca de las tres y media de la madrugada, admití que sí había visto algunas cosas (anteriormente, en presencia de los demás, mentí y dije que no aluciné nada para poder ser dejado en paz), pero me sentí decepcionado luego de escuchar lo que uno de mis amigos vio, lo vívido que fue para él. Pero me dije a mí mismo que no había ido por eso, lo cual me calmó un poco.

Hoy, horas después de aquella experiencia tan fuera de lo común, creo sentirme mejor. Tal vez sólo me hago la idea de que estoy curado o que mi curación comienza debido a todo este ritual con el Ayahuasca, o quizás realmente funciona. El fin justifica los medios en esta situación particular, pero los medios han sido un sacrificio enorme de mi parte, el haber mentido, el haberme traicionado, cosas que tendré que perdonarme y aceptar con el tiempo. ¿Lo haría de nuevo? Mientras yacía echado en ese oscuro cuarto y con las manos sobre mi adolorido estómago me decía que nunca más volvería a tomar esa planta (similares palabras que suele decir hasta un experimentado borracho cuando se le pasan los tragos), y ahora mismo me digo lo mismo, pero nada es seguro, así que dejo abiertas las puertas para nuevas oportunidades, si es que deciden llegar en algún momento futuro. Por el momento tengo mucho en qué pensar y una dieta que seguir, y vivo sabiendo que estoy más cerca de alcanzar la felicidad que alguna vez tuve y que otra vez tendré.

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