I: Solo me preguntaba qué está sucediendo contigo.
J: Lo mismo me gustaría saber, y de seguro desconozco la respuesta aún más que tú.
I: La llama que antes te envolvía se ha visto consumida, y no por el frío que congela almas o adormece corazones, sino por algo que necesariamente debe superarte.
J: Tienes razón, no es el frío, pero incluso él me supera de muchas maneras. Y entiendo lo del fuego, tal vez por eso sea que me he visto con menos luz de la acostumbrada.
I: ¿Qué es lo que realmente quieres?
J: Tus preguntas duelen.
I: No me has respondido.
J: Quiero ser libre, como alguna vez lo fui, poder usar las alas que me han sido devueltas y no tenerlas como atadas a la espalda.
I: Úsalas entonces.
J: No puedo.
I: ¡Deja de ser tan pesimista! ¡Tú no eras así! ¿Dónde está la persona que creía conocer, que sabía todo lo que necesitaba saber?
J: Creí que ya lo sabías.
I: ¿Qué quieres decir?
J: Murió ayer, lo aplastaron sus sueños.
I: No sé qué voy a hacer contigo.
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