jueves, 7 de mayo de 2009

Condorito no cuenta



I will stay in my own world 
Under the covers 
I will feel safe inside

--My ashes, de Porcupine Tree


Hace ocho días compré mi primer cómic, parte de la saga que está sacando Perú.21 sobre Guepardo. No corté mi vale del periódico ni lo di con cuatro soles adicionales en el kiosko más cercano a mi casa por algún interés particular por este personaje de Marvel, ni tampoco porque fuese una historieta de esta franquicia en cuestión o porque alguien más me hubiese pedido que la comprara. Lo hice porque nunca antes lo había hecho, tan simple como eso.

El miércoles de la semana pasada desperté y me dije que nunca había tenido un cómic, pensamiento que en realidad no fue el impulso acelerador de mi decisión ulterior, sino que dio paso a otra idea un tanto más concluyente. Me pregunté lo siguiente: "¿Qué de extraordinario le encuentra la gente a las historietas? ¿Qué se siente tener una?" Esto me hizo recordar un episodio de una serie televisiva que vi hace años en la que un niño leía un  tipo de revista como estas con las sábanas de su cama sobre la cabeza y con una linterna en la mano. Recordé lo animado que estuvo al recibirla de sus padres, lo involucrado que se veía mientras leía intensamente cada burbuja con texto en ella, y tuve una extraña sensación de querer probar a ver si esto mismo me sucedería a mí.

Rodolfo, un buen amigo, es la persona que conozco posee la mayor cantidad de historietas que haya visto, y en realidad no tiene más que cualquier otro fanático, lo que sucede es que no conozco muchas personas con esta afición. Lo menciono porque fue parte su influencia silenciosa lo que me hizo animarme en última instancia por comprar la revista. Siempre lo veía con algún nuevo cómic y me llamaba la atención, pero no pasaba de tomarlos y revisarlos un rato para luego olvidarme de ellos. Me gustaban los dibujos, pero no creía que fueran la gran cosa, había visto mejores. No obstante, siempre quedaba un leve rastro de curiosidad, rastro que recién descubrí poco más de una semana atrás y que me llevó a comprar la revista.

Ahora que ya tengo dos ejemplares (el segundo lo compré ayer), y el hecho de que mencione haber comprado otro y no quedarme con el de la semana pasada debería ser evidencia suficiente, puedo asegurar que me gustán. No es el estilo de cosas que suelo leer, nunca lo fue, y todavía no le agarro el gusto que he presenciado en otros, amigos o personajes televisivos, pero me gusta probar algo diferente y disfrutar la novedad. No sé cuántas más de estas historietas tendré que comprar para que el leerlas bajo las sábanas llegue como una acción ocasionada por la emoción y no por el deseo de realizar un pequeño experimento. Seis días más para el siguiente número. No puedo esperar.

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