Ghosts in the park
Appear just after dark
Killers, children ...
But no-one has a harp
They look like tourists
It makes me want to laugh
--Stranger by the minute, de Porcupine Tree
Ayer me encontraba por Miraflores, frente a una tienda, y una señora con un gran bolso negro se me acercó lentamente y preguntó si mi nombre era Javier. Me pareció curioso que hiciese la pregunta parada a mi lado en lugar de hacerlo frente a frente, y que no me mirara a los ojos sino en la misma dirección hacia donde yo observaba. Le respondí que no a pesar de sentir una extraña curiosidad que me empujaba a decirle que sí con el propósito de averiguar qué se traía entre manos esta misteriosa mujer.
Estuve parado cerca de quince minutos frente a la tienda, y la señora merodeaba por los alrededores, pero no se acercaba a ningún otro chico que pasara cerca o que, como yo, esperara a alguien parado al costado de alguna tienda. Pronto noté la presencia de otra mujer, un poco más joven, con lentes de sol y un fólder de manila pequeño y repleto con papeles bajo el brazo. Ambas se miraban de rato en rato, como si quisiesen aparentar estar cada una por su cuenta a pesar de no ser así, hasta que el celular de una de ellas comenzó a sonar y la otra se acercó rápidamente. Una contestó, habló, y juntas se fueron inmediamente.
La situación me pareció muy sospechosa, pero a veces puedo exagerar las cosas y pensar lo peor, como si hubiesen sido ladronas o sicarias que esperaban a un tal Javier para llevarlo a alguna oscura calle y robarle o amenazarle de muerte. O quizás solo trabajaban para alguna empresa X y esperaban un contacto o empleado de otra organización. Las posibilidades son infinitas, y me hubiese gustado saber qué hacían allí, pero también pienso que es mejor no saberlo y agradecer no llamarme Javier.
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