He was found naked and dead
With a smile in his face, a pen
And 1,000 pages of erased text
--The poet and the pendulum, de Nightwish
Todo el tema de cambiar de hábitos al escribir mi novela me hizo adoptar uno que siempre quise tener pero que nunca me decidí por hacerlo, al menos no por mucho tiempo.
Hace muchos años, tantos que no recuerdo cuántos, mientras almorzaba en un restaurante con mis abuelos, una mujer de treinta o quizás menos años de edad tomó asiento en una mesa de afuera, pidió un café y estuvo escribiendo en una pequeña libreta hasta que terminó su bebida y se fue. Mi abuelo, quien me vio mirarla, comentó que tal vez se trataba de una escritora que anotaba sus ideas y que buscaba inspiración en ese lugar. Pudo haber acertado, o quizás se equivocó monumentalmente, pero yo lo tomé como verdadero, vi a la chica como lo que él sugirió que podía ser.
Y eso justamente he intentado hacer durante los años en los que me propuse ser escritor, tener libretas y anotar mis pensamientos. El inconveniente es que estas libretas nunca duraron más de una semana, excepto por mi cuaderno verde de la locura que obtuvo vida propia (de manera figurada) y se convirtió más en un diario/bomba que en una libreta con ideas por plasmar en alguna obra. Hace unos días, con un impulso y motivación por cambiar, decidí utilizar un cuadernillo que mantenía guardado. Lo busqué cerca de una hora por toda la casa, entre cajones, cojines y cajas, pero no di con él sino hasta que me rendí y tomé asiento en mi escritorio. Al lado de la lámpara que ilumina mi laptop, me sonreía picaronamente. Vaya forma de probar que la frase "si quieres encontrar algo deja de buscarlo" es totalmente acertada.
Está dicho, emularé a la mujer del restaurante. Solo espero durar más de una semana.
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