Algo curioso llegó a mis oídos, una especie de antiguo mito cusqueño, gracias a una amiga de Cuzco que también trabaja conmigo aquí en Pensilvania. Básicamente, luego de asustarme (sin intención) por tercera o cuarta vez desde que estoy en Estados Unidos, me dijo que por sobresaltarme tanto mi alma se quedaría aquí, como si dejase mi cuerpo. La idea suena simple, pero creo que conlleva un significado muy profundo que me ayuda a crear nuevas ideas. Tal vez sí dejamos un poco de nuestra alma en cada lugar al que vamos, cuando entablamos relaciones con diferentes personas, algo así como el "granito de arena" del que he hablado en otra oportunidad.
Es muy curioso, pues de esto concluyo lo que me dije a mí mismo las primeras semanas de mi viaje, que estaré en Norteamérica, pero que no solo aprenderé de esta cultura, sino también de la cusqueña. Es asombroso todo lo que he ido aprendiendo de mi país estando fuera de él, y no solo por personas parecidas a mí en etnicidad sino por las diferencias y similitudes (comparaciones) que encuentro entre Perú y Estados Unidos. Además, la gente de aquí, como la gente de cualquier parte, pregunta sobre el lugar de donde uno viene, y el contar sobre él da cuenta de todo lo que uno sabe. Curioso.
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