I won't shiver in the cold
I won't let the shadows take their toll
I won't cover my head in the dark
And I won't forget you when we part
Collapse the light into Earth
I won't heal given time
I won't try to change your mind
I won't feel better in the cold light of day
But I wouldn't stop you if you wanted to stay
-- Collapse the light into Earth, de Porcupine Tree
Nada como una buena dosis de realidad como para seguir el ejemplo de Edipo y pincharnos los ojos, solo que no tendríamos por qué asesinar a nuestro padre ni casarnos con nuestra madre. Zeus a veces trabaja de manera arbitraria, maldito Zeus que gusta de sentarse en las últimas butacas del cine, supremo Zeus que no sabe lo que quiere y por eso lo busca todo. Se entendería que al ser bueno en muchas cosas la confusión te atormenta a la hora de elegir la que harás por el resto de tu vida, así como el soldado es soldado y el rey es rey.
Necesito otra buena dosis, una de verdad, justo en el momento indicado, no antes ni mucho antes, sino bajo las peores circunstancias posibles. ¿Qué crees que te diría un burro si le dices que debes agregar un bulto más a la ya pesada carga que lleva sobre su lomo? Nada, evidentemente, porque los burros no hablan, y si lo hiciese tendrías por seguro que ese problema mental del que sospechabas ahora es un hecho. No diría nada, solo pondrías más peso y al diablo con su columna mientras tus paquetes lleguen a donde planeas enviarlos. Pobre burro que no sabe hablar.
Quizás un tercera dosis le añada la emoción suficiente que las otras dos no consiguieron otorgar, así que dame una buena de solidaridad. El anteponer a otro, el ceder el asiento al cansado, el callar cuando gritar no vendría nada mal, el ahogar a pesar de saber que se aguanta la respiración solo por tiempo limitado. Qué impotencia estar obligado a hablar de algo que no cambiará nada, pronunciar palabras que no alterarán el pasar del tiempo ni dejarán marca sobre la tierra que pisamos día a día; qué verguenza, también, pero las promesas se cumplen, y qué asco que sepa mentir tan bien y no le dé buen uso a la habilidad que lleva matándome de a poquitos en poquitos desde que me pusieron nombre.
Una cuarta ya podría considerarse sobredosis, pero nada ha funcionado hasta ahora, y aunque nada nos asegure de que esta funcionara no queda otra opción que ser estupidos envalentonados, así que venga esa buena dosis de amistad. ¿Ya ves los cuadraditos grises? Lo sé, no vale la pena esperar verlos sabiendo que hace un buen tiempo se tornaron invisibles para ojos como los nuestros, ojos que apenas y pueden mostrarnos el mundo como es. De nada sirve llorar, ello solo empaña la vista, nos detiene, nos aleja de una meta que debiera estar a la distancia pero que ni avisto desde aquí, quizás porque llevan engañándonos desde entonces y en realidad estamos caminando, trotando, corriendo desesperadamente, en círculos. ¿Que qué dice el corazón? Ni idea, dejé de escucharlo kilómetros atrás; habla en otro idioma, me temo.
Ya no sirve una quinta, ya estamos casi muertos. En estos últimos segundos no solo contamos cuántas fueron las dosis que no nos alcanzó la resistencia como para probar, la dulzura, el consuelo, la esperanza, la diversión, el amor, la casualidad, la compañia, el odio; también pensamos en las que sí surcan nuestra sangre, aquellas que más muerden nuestra carne con dientecitos afilados. ¿Pesimista? Si me quitas el deseo de felicidad, los sueños y la capacidad de ser libre, ¿esperas que esté sentadito y sonriente? Dije que adiós a las máscaras e hipocresías, y aquí me tienes, un bulto en el suelo, maltrecho, roto. Condenado por Zeus, un burro que cargó con todo lo que lo obligaban a cargar, un hacedor de promesas que no quiere cumplir, un buscador de cuadraditos grises que se fueron hace tiempo, todo y nada a la vez, aquí y en todas partes, esperando despertar con la ilusión de que todo fue un sueño. Al diablo, ¡voy por la quinta!
[Imposible no poner la letra completa al comienzo del post y el video al final (aunque no sea el grupo original)]
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