Rain keeps crawling down the glass
(Pull yourself together)
The good times never seem to last
(You know it's not so bad)
Close your eyes and let the thought pass
(Close your eyes and let it pass)
-- Prodigal, de Porcupine Tree
Una de las cosas que no dejará de gustarme y llamarme la atención de trabajar como cajero es la variedad de personas que se ven y con las que se interactúa. Muchas solo piden su orden, agradecen y se van, pero hay algunos que destacan por ser peculiares en algún sentido, ya sea por querer entablar una conversación más larga que "hola, ¿cómo está?" o por algunas cosas que dicen o hacen. Por ejemplo, hace unos días vino un hombre con sus hijos y comenzó a pedirles hotdogs a todos a pesar de que su esposa lo mirara y moviese la cabeza de un lado para otro, a lo cual dijo "¿por qué no?, los niños tienen hambre", y se dirigió a mí mientras señalaba a su pequeña hija: "¿puedes creer que no le han dado desayuno esta mañana?" (no supe qué hacer mas que dirigirle una sonrisa a medias y seguir tomando su orden). Todo ello solo me hace reafirmar la idea de que hay personas y personas, y que todas son muy curiosas.
Viendo las cosas desde la perspectiva contraria, la semana que pasé en Savannah mi tío me asombró con su soltura para iniciar conversaciones con extraños en cada lugar al que iba, incluso con cajeros. Le pregunté cuál era su truco, cómo había obtenido esa facilidad para hablar, y me dijo que simplemente no tenía nada que probar ni nada que perder, y que le gustaba hacer pensar a la gente, especialmente a los que pasan el día atendiendo gente repitiendo y escuchando las mismas frases. Desde ese día me he dicho a mí mismo que debo hacer eso al menos una vez antes de irme, a modo de práctica, y comenzar a hacerlo más seguido en Perú; hasta el momento los nervios siguen sellando mis labios cada vez que intento hacerlo. Pero pienso sorprenderme a mí mismo, así que no me rendiré.
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