domingo, 29 de marzo de 2009

Uno abierto es mejor que dos cerrados



Soy solo un soñador
El bufón
De todas tus sonrisas
El morador de tu vida
Que por tu amor
Mi alma es lo que doy

--Alborada, de Avalanch


Anoche me puse a pensar en Orfeo, y un poquito en el amor dentro de la mitología griega, cómo existía tal adoración por la mujer y cómo lo que podríamos llamar "enamoramiento" era tan grande y hasta sagrado. Escapa a mi limitante capacidad de razonar el por qué los hombres de esos mitos pasaban tales pruebas, se enfrentaban a las criaturas más temibles o realizaban sacrificios impensables con la única finalidad de recuperar u obtener el amor de su amada.

Hablando de Orfeo y tomando su historia como un breve ejemplo, no puedo más que asombrarme ante su lealtad, valentía y, especialmente, amor. Bajar al Hades en busca de Eurídice, enfrentarse a los más grandes peligros por la mujer que amaba, sin duda no podría decirse que es acto que cualquiera elegiría llevar a cabo. Quizás en un principio Orfeo se dio por vencido, permaneció hundido en una depresión de la que, posiblemente, tarde o temprano resurgiría, y hasta quizás se habría buscado otro amor; pero no fue como el hombre común y se decidió a recobrar a su amor. Más allá de que no haya podido conseguirla de vuelta, resalta y perdura el hecho de que lo intentó hasta las últimas consecuencias, luchó más que cualquiera por un sentimiento que hoy, al parecer, ha perdido la fuerza que poseía en antaño.

Llamémoslo "actualidad", "Cultura", y como se quiera, pero es evidente que el amor significa muy poco estos días. Y, vale, del sentimiento puede decirse muchísimo, tanto como para encontrar un argumento bastante sólido y refutarme hasta dejarme con el rabo (que no tengo) entre las piernas, pero siempre perdura la esencia (a pesar de que alguien una vez me haya dicho que las esencias no existen). Valga decir que no hablo con el corazón roto, sino con el bagaje de las experiencias propias y ajenas. ¿Qué es el amor? ¿Una excusa para no sentirnos solos? ¿Un lazo entre dos personas? Definiciones tenemos para regalar, explicaciones para compartir, pero ¿qué hay de la vivencia en sí?

Escapándome un poco del tema central, presento el matrimonio. Tiempo atrás, seguramente desde que se instauró, el matrimonio nunca estuvo ligado al amor, y no tendría por qué estarlo en la actualidad. A mi parecer, esta unión significa muy poco, dice muy poco, especialmente por la fragilidad de las promesas que se hacen al casarse; ¿de qué sirve una unión que guarda posibilidades de separación? Nada dura para siempre, pero ¿no sería la existencia del divorcio un recordatorio demasiado hipócrita de ello? De por sí la palabra me causa disgusto, y el acto lo considero como la salida fácil a una unión que no debería haberse realizado a la ligera.

Regresando al valiente Orfeo, que elije amor por encima de la vida y en pos de la vida, recuerdo conversaciones con una vieja amiga, y palabras sueltas de uno que otro amigo, sobre el verdadero amor. ¿No todos lo buscamos? La respuesta, pienso yo, es que no. A veces solo nos contentamos con encontrar una excusa de amor que nos hace sentir mitad alegres, mitad satisfechos, pero que es suficiente como para vivir un poquito más y hacernos sentir (engañarnos) que tenemos lo que queríamos. El verdadero amor, dicen, no existe, y esa esa es la frase que separa a los conformistas y a los soñadores; es penoso notar que los segundos la pasamos peor, buscando otros como nosotros mismos en un mar lleno de personas que viven a la mitad, no con su "media naranja", sino con su "cuarto de fruta cítrica".

Amor verdadero es lo que existía en la vida de esos personajes mitológicos que comencé a recordar anoche, amor que perdura y que empuja a lo que sea, no ese sentimiento muy similar de que se es capaz de todo cuando se está con quien se quiere. Y, no sé, tal vez es cierto lo que llevan diciéndome toda la vida, que mi inmadurez terminará por matarme, o tal vez sí estoy en lo cierto y con los antiguos murió casi (pero no) toda posibilidad de encontrar a nuestra Eurídice, o a su Orfeo (según sea el caso). Otra razón más para demostrar que esa odiosa frase, "así es la vida", no es más que un llamado a la rendición, a la comodidad. Si se vive con los ojos cerrados es entendible que se acepten las cosas tal y como son, a diferencia de aquellos pocos que los llevan bien abiertos, quienes tienen la capacidad de cambiar el mundo.



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