domingo, 22 de marzo de 2009

Recuerdos de un aprisionamiento



No one know how to say
That they're sorry and don't worry
I'm not telling lies

--Behind blue eyes, de Limp Bizkit


He estado pensando en los amigos que aún siguen viviendo y trabajando en Pensilvania, atados a una rutina de la que yo ya me zafé, y no puedo evitar sentirme mal por ellos indistintamente de cómo puedan estarse sintiendo realmente, mal o bien. Todo este tiempo pensé que gozaba de libertad allá, pero es aquí donde la siento , lo cual no supone que allá no existiera, pero sí de forma diferente. El ser libre allá me daba ciertas limitaciones, pues estaba prácticamente anclado al hotel en el que vivía, sin diversiones cercanas o gratis, y el mejor entretenimiento era pasarme al cuarto contiguo y conversar sobre cualquier cosa cuando el estar en la computadora todo el tiempo dejaba de sentirse placentero.

En Perú tengo la libertad de ir y venir donde quiera, pero ahora dependo de otros, así que debo decir adónde voy, con quién estaré, a qué hora regresaré, etc. Y luego están los pequeños detalles, el no tener que ir al supermercado a comprar comida porque ahora me la cocinan, el no recibir un salario semanal que me permita agazajarme, entre otras cosas. Definitivamente me siento más cómodo ahora que he vuelto, en mi hogar, pero no me caería mal un poco de la libertad e independencia que poseía en Estados Unidos, y, pensándolo detenidamente, no hay razón para no poder tenerla aquí.

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