There's a voice and million answers
To the questions I don't ask
-- The scarecrow, de Avantasia
Hace unos días, mientras vacacionaba por Savannah, mi tío mencionó una frase de la muy conocida película A Few Good Men, y quiero hablar de ello por algo muy curioso que sucedió anoche. Mientras estaba con mi laptop en el lobby, el encargado de turno en la recepción me señaló la película que estaban pasando en el televisor ubicado detrás de mí, y comentó que era su favorita. En verdad no le di mucha importancia, solo volteé un rato para no ser descortés y poder volver a mis asuntos en la computadora, pero fue entonces cuando la misma frase que había escuchado de la boca de mi tío salió de la boca de Jack Nicholson en la misma película de la que me había hablado no más de una semana atrás: 'You can't handle the truth'. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!
Más allá de esa extraña señal del destino, me quedé pensando en la frase en sí, "no puedes manejar la verdad", y me di cuenta de que, en un sentido bastante personal, no puedo con la verdad, más que nada en momentos de debilidad emocional. Puedo comenzar a divagar y reflexionar sobre qué es la verdad, qué es verdadero, pero no me iré por las ramas cuando yo mismo no podría explicar aquello ni atreverme a recordar las clases de filosofía en las que se tocó el tema. Sí puedo, sin embargo, afirmar que la verdad (cualquier que esta sea) a veces puede ser demasiado dura como para aceptarla, pero es mucho mejor recibir una verdad dolorosa que una mentira que luego se añadirá al dolor que ya ocasiona la verdad encubierta.
Por mi parte, si de verdades hirientes se trata (aunque no con el propósito de herir), puedo hundirme terriblemente. Tal vez no en un inicio, momento en el que podría solo chocarme por la sorpresa, pero sí después de pensar en ella y en sus consecuencias; puedo mentir sobre mis primeras reacciones, pero las que siguen buscan decir la verdad. Definitivamente no puedo manejar la verdad en muchas ocasiones, pero ello no significa que me protejo con mentiras o negaciones (como solía hacerlo en mis épocas más depresivas), sino que permito ser bombardeado por lo verdadero para poder asimilarlo, aceptarlo y, de ser necesario, encontrarle solución. ¿Duele? ¡Como ninguna otra cosa! Pero algunas cosas no podemos elegirlas, llegan como son y no hay más que hacer que vivir con ellas, y esa es la verdad.
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