miércoles, 23 de noviembre de 2011

"Hello, my baby; hello, my honey"


I left myself behind somewhere along the way
Hopin' to come back around to find myself someday

--Let me be myself, de 3 Doors Down


Hace unos días hice un corto viaje de vuelta a mi infancia al ver nuevamente a un enigmático personaje de dibujos animados, quizás no tan famoso como Bugs Bunny o el Pato Lucas, pero aún así difícil de no recordar. Me refiero a Michigan J. Rana, cuyo nombre jamás supe (o al que jamás presté atención), hasta el domingo pasado.

Aquél personaje es reconocido por su asombrosa capacidad para el canto, aunque sólo la persona que lo descubre es testigo de ella, pues al intentar ésta aprovecharse del talento de Michigan y mostrarlo a otros con el afán de ganar dinero, la rana actúa de manera "normal" y acaba con cualquier posibilidad de ser explotado. El mensaje que guardan estos episodios nos dice que, en un mundo ideal, quienes intenten beneficiarse a costa de los demás no saldrán adelante. Tal vez en el mundo real las cosas sean un tanto distintas, y en sentido estrictamente concreto hay muchos ejemplos de cómo la explotación puede derivar en ganancia e ir acompañada de impunidad. No obstante, el mensaje puede tomarse en un sentido más metafórico, desde el punto de vista de la Psicología Positiva: aquellos que lucran a costa de otros jamás serán felices. Pero era sobre otra cosa de lo que quería hablar.

La otra idea que rescaté de Michigan (y que muy probablemente no fue algo que sus creadores tenían como intención transmitir) fue algo que he notado en muchas personas desde que era pequeño; una noción que, siendo totalmente honesto, considero que no tiene completa relación con la famosa rana. Alguna vez escribí en este blog sobre cómo muchos de mis amigos cambiaban el trato que tenían conmigo dependiendo de si nos encontrábamos solos o acompañados. En el primer caso solía haber mucha confianza, un intercambio mutuo de apoyo y un sentido de camaradería. Pero ni bien uno o más amigos se nos unían, comenzaba a aflorar cierta actitud de competitividad, de quedar mejor a expensas de otros. Ahora bien, cuando escribí sobre esto, creo haber tenido una visión un tanto negativa al respecto, más que nada por ser yo a quien tomaban de punto. Y aunque nunca realmente me molestó de sobremanera tal asunto, sí me molestaba el cambio de actitud.

Analizándolo bien, yo también he tenido estos cambios de comportamiento (y sigo teniéndolos), y creo entender hasta cierto punto su función. A veces soy como Michigan en tanto me vuelvo como una rana callada, prácticamente inerte y aburrida; y otras en tanto saco a relucir una personalidad casi opuesta, me vuelvo divertido, gracioso y alegre. Esto no significa que tenga un trastorno Bipolar, es "simplemente" una conducta adaptativa propia de todo ser humano; es decir, todos, hasta cierto punto, podemos llegar a ser como Michigan. No quiero hacer el post más largo de lo que ya es, así que sólo diré lo siguiente: actuar de manera diferente según la ocasión es lo que nos permite adecuarnos a situaciones nuevas, o a relajarnos y ser nosotros mismos con las que nos son conocidas, por dar un par de ejemplos. Seguramente Michigan lo sabe mejor que yo.

martes, 8 de noviembre de 2011

En su lugar


Can I suggest that you invest in something more than hopelessness?
Before you know, the ride is over

--In my life, de The Rasmus


C: ¿En qué piensas?
D: Hace un tiempo me di cuenta de lo poco que conozco a personas que veo y con quienes me cruzo casi a diario desde hace ya unos años. Saber sus nombres y manejar un poco de información sobre ellas no implica que las conozca; no sé de sus historias, no tengo idea de sus gustos, intereses, metas ni sueños; ignoro por completo cuáles podrán ser sus miedos o qué los pondrá tristes.
C: Ya tienes amigos a quienes conoces muy bien, ¿por qué querrías conocer al resto?
D: Dejaré tu pregunta para otro momento. Con respecto a mis amigos, pues, justo en base a ellos es que nació el pensamiento anterior. ¿Hasta qué punto puedo decir que los conozco?
C: ...
D: Luego de reflexionar a partir de aquel pensamiento, quise darle un cambio a mi forma de ver a las personas que considero cercanas, particularmente a mis amigos; quise averiguar un poco más sobre sus vidas, interesarme por ellos, es por eso que empecé a hacerles preguntas sobre todo aquello que creía que podría darme una mejor luz sobre quiénes eran.
C: ¿Funcionó?
D: Pensaba que sí, hasta ayer lo creí así. Pero uno de ellos dijo algo que me hizo cambiar de parecer.
C: ¿Qué dijo?
D: Que con mis preguntas y sus respectivas respuestas iba armando una imagen de ellos, imagen que no necesariamente les podía corresponder, y que en base a ella pretendía entenderlos. Fallidamente, agregaba.
C: ¡Absurdo! Según tú lo que quieres es conocerlos, no entenderlos.
D: Eso pensaba, pero ¿conocer a alguien, realmente saber sobre una persona, no implica llegar a entenderla hasta cierto punto?
C: No lo creo.
D: Yo no estoy tan seguro. Todo este asunto me hace ver que pude haber estado haciendo las preguntas equivocadas. O peor aún, el hacer preguntas podría ser en sí una equivocación. Tal vez la mejor manera de conocer a alguien no es por medio de preguntas y respuestas, sino a través de actos; tal vez el quid de la amistad yace en las experiencias compartidas. Quizás se trate de un poco de todo. La verdad es que ya no lo sé.
C: Te complicas la vida por gusto.
D: Puede que tengas razón, pero me parece importante pensar en eso.
C: ¿Puedo darte un consejo?
D: Dale.
C: Antes de pedir conocer al resto, tómate un tiempo para conocerte a ti mismo y para darte a conocer a los demás. No se tú, pero me parece más importante pensar en esto que devanarte los sesos debatiendo contigo mismo sobre el significado de la amistad y la esencia del conocimiento.
D: Pero...
C: Eso es todo. Ahora anda a vivir y luego me cuentas.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Polo positivo


And this bitter earth
May not
Be so bitter after all

--This bitter earth, de Dinah Washington


Desde que elegí estudiar la carrera de Psicología me fui preguntando qué exactamente me atraía de ella, qué planeaba hacer con mi vida en base a ella, de qué me ocuparía luego de terminar mis estudios y, principalmente, según cuál corriente guiaría mi quehacer profesional. Por mucho tiempo me fui difícil dar respuesta a cualquiera de estas preguntas, no tanto por una cuestión de ignorancia sino más que nada por la enorme cantidad de opciones y por los variados gustos que tengo. Desde hace un tiempo, sin embargo, creo haber encontrado parte de lo que buscaba.

Casi a finales del año pasado, como parte de un curso llamado Motivación y Emoción, dimos una pequeña mirada a la Psicología Positiva (PP), una vertiente de la Psicología Humanista que tiene poco más de una década de existencia y ya muchos adeptos. Los temas que vimos con relación a aquélla me llamaron mucho la atención, particularmente porque ya me inclinaba mucho por la segunda, como tal vez algunos hayan podido identificar en base a ciertas cosas que llevo escribiendo aquí. Recién a inicios de este año decidí investigar más sobre la PP, comencé a revisar estudios y teorías, y a descubrir un poco más de los temas asociados a ella, tales como la esperanza, el optimismo y, especialmente, la felicidad. No por nada algunos llaman a la PP la Psicología de la felicidad.

Resumiéndola muchísimo, el enfoque de la PP se centra en las fortalezas de las personas, en que cada individuo identifique aquello en lo que es mejor y que lo hace sentir bien de tal manera que pueda utilizarlo para desarrollarse como ser humano. Muchos de los libros que he leído hacen la comparación con los trastornos psicológicos en tanto los psicólogos, a lo largo de los años, se han concentrado en aliviar los problemas, ayudar a pasar de un estado negativo a uno basal, neutro; la PP buscaría llevar las cosas un poco más lejos, pasar de la neutralidad a lo positivo, hacer mejor a las personas, no solo aliviarlas. Eso es justamente lo que me atrae tanto, la posibilidad de ayudar a los demás por medio de la motivación, a través de sus propias virtudes, promover lo bueno que cada uno ya lleva en sí.

Definitivamente tiene una visión muy optimista del mundo, y aunque su enfoque es lo positivo en las personas, no niega los problemas que éstas puedan tener. En lo que va del año me he nutrido con mucho de lo que hay por saber acerca de la PP, es por eso que digo estar seguro de querer inclinarme hacia ella y su estudio, incluso si es una corriente relativamente nueva y aún con mucho por explicar. Tal vez sea también por esto que me gusta tanto. La principal razón de mi elección, no obstante, nace de mi identificación con ella, de optar por una mirada optimista por encima de todo (como muchos de mis posts atestiguan), aunque claro, sin dejar de lado el muy necesitado realismo.

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