domingo, 30 de noviembre de 2008

Oda a la impertinencia


No one knows what it's like
To feel these feelings
Like I do, and I blame you!

-- Behind blue eyes, de Limp Bizkit


No sé, pensé en escribirte porque he empezado a recordarte de nuevo. No puedo sacarte de mi cabeza como antes lo hacía, con la facilidad con que cualquiera podría soplar una pestaña o con el extraño e instantáneo placer que produce el aplastar una odiosa mosca. Ahora te has pegado a mi lucidez, no dejas que te saque ni pretendes dejar de fastidiarme; ¿qué quieres?

Llegas con esa impertinencia que te caracteriza, comienzas a dar órdenes y críticas sin siquiera detenerte a pensar que las personas no somos perfectas, y que tú tampoco lo eres por más que tu cabecita hueca te haga creerlo. Algunos tenemos problemas de los que ni te enteras y de los que no tendrías por qué enterarte, pero al menos deberías intentar comprender que existen. ¿Qué se siente olvidar que hay gente en el mundo?

sábado, 29 de noviembre de 2008

Quiébrame


When I'm drowning
You drag me up to you
Rings in the water
My only residue
But you're just fiction
And I'm a twisted boy

-- Stranger by the minute, de Porcupine Tree


Y nos vamos cayendo de a poquitos, pero cada vez más pesadamente y con menos posibilidades de levantarnos, como si estuviese escrito en alguna parte que los hombres regresaremos a la tierra de la que salimos y seremos estatuas caídas hasta casi parecer arrugas del mundo si se nos viese desde el cielo, desde el espacio. Atraídos por una gravedad que dejó de tener la benevolencia por la que se dio a conocer a un hombre odiado por las manzanas, nos vemos a los ojos desde distancias que cruzan los límites de nuestra privacidad, esa línea que al ser traspasada nos manda un mensajito al cerebro y nos hace decir “estás demasiado cerca; aléjate”. Estamos demasiado cerca, tanto que el daño ya no llega solo por medio de palabras, sino también por medio de calor corporal, temperaturas convertidas en tempestades, más allá de que ninguna sea causa de la otra, o sin que necesariamente tengan que estar conectadas de alguna forma.

Buscamos el origen de la vida en planetas distantes, expandimos nuestro conocimiento con el solo propósito de aprender más para luego usar lo adquirido como base para nuevos saberes, caminamos por la vida en un mar de gente y aún así la soledad puede hallarse en los lugares donde más personas hay; la brecha entre desconocer y no querer ser conocido.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Shhh


It trully makes the most beautiful music...
Everything it has to give...
It's everywhere, hiding the listener...
Without it... I could not live...
...Silence


-- …Of silence, de Sonata Arctica


Hoy quedémonos en silencio por dos segundos, solo dos, y escuchemos las palabras que el viento trae consigo; tal vez es el mensaje que tanto esperábamos. Tal vez no.

jueves, 27 de noviembre de 2008

El juego por excelencia


And when we put on our cloaks and tell Warlock jokes
We're the coolest kids at the school


-- D&D, de Stephen Lynch



¿Qué puedo decir de los juegos de rol? En realidad muchísimas cosas, pero trataré de ser tan breve como me sea posible para no caer en estereotipos. Y, a pesar de saber que existen un montón de aquellos, y de haber jugado unos cuantos, me basaré en las experiencias que he tenido con solo uno de ellos.


Mi vida en los juegos de rol comenzó a los diez años, con Calabozos y Dragones (CyD), probablemente el juego más influyente que alguna vez se haya creado (a mi parecer), cuando mi grupo de mejores amigos me invitó a una partida. Honestamente acepté ir solo porque todos irían, no porque realmente me interesara conocer el juego; en ese entonces era un pequeñuelo que estaba en todo lugar en donde estaban sus amigos, por la razón que fuese.


Después de dos años de iniciarme en CyD, pensé que sería buena idea enseñarles el juego a mis compañeros del colegio, así que fotocopié algunos libros de reglas e introduje nuevos seguidores al juego. Con el tiempo fui comprando nuevos manuales, dados, accesorios y demás productos relacionados, y fui enseñando el juego a más y más personas; hasta la fecha, cerca de cuarenta personas lo han jugado gracias a mí, aunque no todos encontraron el mismo placer que yo ni lo continúan jugando.


Actualmente no tengo tiempo para dedicarle, pues suele tomar horas de horas de preparación y unas cuantas horas más de juego, por lo que es bastante demandante. Pero cuando se presenta un feriado largo o un fin de semana con una mínima cantidad de obligaciones, no dudo que es momento perfecto para aprovechar y “rolear” un poco.


Nuevamente, ¿qué puedo decir de los juegos de rol (específicamente de CyD)? Después de llevar jugándolo más de la mitad de mi vida y de haber disfrutado cientos de experiencias en relación a él, encuentro varias enseñanzas. Alguna vez realicé una suerte de investigación sobre esta clase de juegos y descubrí que existían tantas críticas como beneficios. Entre lo negativo solo encontraba argumentos referidos a suicidios y a sectas satánicas, ambos bastante jalados de los pelos (en mi experiencia); y entre lo positivo he podido corroborarlo todo. Definitivamente ayuda a un grupo de personas a integrarse, a trabajar en equipo, a relacionarse mejor (al menos entre ellos); también ayuda muchísimo en lo que respecta a la lectura, pues los manuales son extensos y no siempre en nuestro idioma. Se desarrolla el pensamiento lógico-matemático, la imaginación y funcionan como una forma de liberar el estrés, de desahogo. No será el juego más activo ni más rápido de todos, pero la diversión sobra y el crecimiento personal nunca falta. No sé qué me deparará el futuro con relación a este juego, pero ya voy teniendo algunas ideas de cómo puedo vincularlo con la psicología y ayudar a otros por medio de una de mis pasiones.


[Una especie de canción parodia del juego bastante influenciada por los estereotipos.]


miércoles, 26 de noviembre de 2008

dIROLE anuncia

Con este post doy inicio a la segunda parte de lo que viene a ser la carrera por los 365 posts, ya que paso al post 183, la mitad, y comienzo lo que por alguna razón considero el camino cuesta abajo.

Admito que hace unos días pasó por mi cabeza la idea de dejar el proyecto y escribir esporádicamente, razón por la que los últimos posts han aparecido un tanto más tarde de lo debido. Pero la idea llegó para no quedarse, porque aquí estoy de nuevo asegurando que no desistiré. Creo que escribir todos los días es más difícil de lo que en un comienzo pensé, pero poco a poco voy agarrando el ritmo. Tal vez estas semanas por venir me ausente un poco por culpa de los exámenes finales, pero trataré de seguir escribiendo.
.
.
saludos,
dIROLE

martes, 25 de noviembre de 2008

Reventando tímpanos (segunda parte)


[Love] Seize your only chance
Follow the stars that beckon you through blackened skies

-- Day thirteen: Sign, de Ayreon


Como mencioné en el post anterior, mis primeros grupos favoritos de Metal fueron Rhapsody, Iron Maiden y Metallica, pero no me quedé ahí, sino que fui incursionando en muchos otros subgéneros y grupos, de tal manera que fui edificando mis gustos y dándole forma a mi personalidad en base a la música que escuchaba. Llegué a un punto en el que casi pierdo noción de quién era verdaderamente, pues comencé a vestirme de negro y a usar púas en las muñecas, pero pronto entendí que ser “metalero” no exige llevar la pasión a tal extremo. Y hablo de pasión porque eso es lo que siento hacia este género, y lo digo con total seguridad gracias a más de tres años de haberlo estado escuchando.

Lo curioso es que empecé escuchándolo sin realmente escucharlo, es decir, había algo en los ritmos y en las letras que me movía internamente, pero no podía decir qué. Además, no fue sino hasta que presenté el género en el colegio cuando noté que había cierta fuerza en él, y hasta una estridencia que no había notado; era Metal, después de todo. En las clases de Ciencia podíamos llevar CDs y ponerlos mientras teníamos las lecciones, pero desde la primera vez que llevé los míos, prácticamente nunca más quisieron escucharlos. Eso me llevó a entender, más adelante, que existía toda una idea que prejuzgaba a este género, además de que mi familia solía mirarme con cara de pocos amigos cuando les decía que esa era mi música favorita.

Lo cierto es que el Metal tiene muchísimas variantes, tantas que aún no consigo escuchar todos los grupos, como me propuse hacerlo hace ya más de un año. Algunas son más fuertes que otras, algunas tienen letras más absurdas que otras, algunas tienen vocalistas que apenas y se les entiende, algunas son tranquilas o melodiosas, algunas elevan los ánimos o te hacen sentir que estás en otro mundo, algunas te ayudan a hundirte en los momentos más depresivos y algunas simplemente son. Hay para elegir, y eso fue lo que hice luego de escuchar cientos de grupos mientras investigaba el género. Me quedé con Sonata Arctica, Dream Theater y Ayreon como grupos favoritos básicamente por las letras y por el ritmo, pero tengo muchos otros que se acercan en grandeza a estos tres, pero nos los superan.

Si tuviera que etiquetarme en base a la música que escucho, diría que soy “metalero”, y no por ello tendría que vestirme de negro nuevamente, como he llegado a aprender. Pero no dejo de escuchar otros géneros, incluso Pop o Punk, y no odio a los “emos” como varios dicen hacerlo por escuchar Metal. Veo la música como algo más que una parte de nuestras vidas, la veo como una postura, como fuente de energía, y hasta como aliada en millones de sentidos. Tal vez por ello siempre llevo los audífonos puestos cuando no tengo una radio o una computadora cerca.


[Estas son algunas de mis canciones favoritas, y una que otra demuestra que el Metal también puede ser romántico. Puede que algunas ya las haya puesto en otros posts.]




lunes, 24 de noviembre de 2008

Reventando tímpanos (primera parte)


So, will the real Shady please stand up?
And put one of those fingers on each hand up?
And be proud to be outta your mind and outta control
And one more time, loud as you can, how does it go?


-- The real slim shady, de Eminem


Soy del tipo de personas que descubrió las maravillas de la música a una edad algo tarde, aunque no demasiado. El primer video de una canción que vi, que llamó mi atención y que me atrajo al mundo de la música fue “The real slim shady”, de Eminem, y luego de este llegaron muchos otros más que variaban en contenido y estructura. Este hecho me hizo notar, y posteriormente entender, que no se trata del género, del artista o el mensaje que se transmite, sino de las sensaciones que cada canción tiene en nosotros en diferentes momentos de nuestras vidas.

A veces me duele admitirlo, incluso a pesar de que diga que tengo una mente abierta a todo, pero no tiene caso mentir cuando trato de demostrar un punto importante. Los tres primeros CDs de música que obtuve fueron de Christina Aguilera, Britney Spears y Backstreet Boys; los segundos regalos encubiertos de mi papá, quien los compró para él mismo pero nunca quiso admitir que le gustaban (apenas y pude escucharlos hasta que se aburrió de ellos y me los dio). Es doloroso admitirlo porque cuestiona mi masculinidad, como tantos otros estereotipos sexistas, pero para la tierna edad de trece ya estaba seguro de qué me gustaba. Luego de aquellos tres llegaron géneros y bandas diferentes, como The Offspring, Blink 182, Linkin Park y Papa Roach, quizás queriendo romper con la imagen que tenía de mí mismo antes, quizás descubriendo nuevos sonidos.

Hasta este punto, alrededor de los dieciséis y después de vivir al lado de la música por casi cinco años, ya podía notar que mis gustos variaban muchísimo. Me gustaban el Pop, el Rock y el Nu Metal por encima de otros géneros, pero no hacía a un lado temas clásicos como los de Mozart o Beethoven, con lo que iba creando un repertorio bastante extenso y dejaba abierta la oportunidad de incorporar más estilos.

No incursioné en nuevos géneros sino hasta inicios de los diecisiete, cuando di lo que a mi parecer fue un salto olímpico hasta caer en el Metal, género que le dio un vuelco extraordinario a mi vida. Llegó a mí por dos vías: mi viejo y buen amigo Takashi me regaló un disco con varias canciones de Iron Maiden y Metallica, con lo que me inicié en el Heavy Metal; por otro lado, Christian, otro buen amigo y, podría decirse, modelo que seguí con relación a este tipo de música, solía poner discos de Rhapsody (ahora conocido como Rhapsody of Fire), y un día me atreví a bajar algunas canciones del grupo y terminé adentrándome en el Power y Progressive Metal, mi actual subgénero favorito.

En base a todo esto, puedo decir unas cuantas cosas. Como dije al principio, no se trata del género, el artista o el mensaje, sino de lo que cada canción o estilo nos hace sentir. Con cada grupo sentí cosas diferentes, especialmente porque a cada uno los fui descubriendo en distintos momentos de mi vida, y lo que más me gusta es que al escucharlos nuevamente puedo volver a experimentar las emociones pasadas como si las viviese nuevamente, pues la música ayuda mucho a revivir recuerdos. También existe el problema que se presenta cuando otros no pueden entender esto y terminan señalándonos por escuchar canciones que supuestamente tendrían que ser escuchadas únicamente por mujeres, lo cual me parece completamente absurdo, justamente por lo que acabo de decir. Quería mencionar algo sobre el Metal, pero para no hacer el post más largo de lo que ya es, lo dejaré para el siguiente.




[Aquí dejo algunas de esas canciones significativas en mi trayecto musical.]




domingo, 23 de noviembre de 2008

Las caídas más duras en la historia de las caídas


The water so warm that day
I was counting out the waves
And I followed their short life
As they broke on the shoreline

-- Anesthetize, de Porcupine Tree

Uno de los problemas más grandes que tengo es que creo escribir mejor cuando estoy deprimido, pero no consigo entender por qué lo creo así o si es realmente cierto. Algunos años atrás estaba convencido de ello, tanto así que utilicé el dolor como catalizador, me hundí en la peor de las aguas y me propuse escribir una novela. Lo complicado yacía en que este escrito nacía de un sentimiento bastante destructivo, por lo que amenazaba con convertirse en un producto vengativo nacido del odio.

Los primeros capítulos prácticamente se escribieron solos, especialmente porque estaba en el peor estado posible, lo que aceleraba la maquinaria en mi cabeza y alimentaba el fuego que ponía en marcha mi imaginación. Continué los siguientes con el dolor casi metido en mi ser por propia imposición; lo mantenía en mí como aliado obligado en una cruzada destinada al fracaso. Y fracaso fue lo que llegó cuando terminé lo que me propuse.

De todo ese nefasto hecho saqué una serie de enseñanzas, muchas de las peores maneras posibles. Aprendí que vivir con odio y dolor en el corazón solo llevan a un camino plagado por ambos del que es increíblemente difícil salir e incluso regresar. Que existe la posibilidad de que la depresión ayude a escribir, pero no es algo que quiera volver a poner a prueba o siquiera alentar a alguien a realizarlo. Y que las mejores enseñanzas son las que se viven por uno mismo, pero no cuando implican algún tipo de daño de por medio; estas son mejor aprenderlas de otros.


[El mejor grupo en lo que respecta a canciones depresivas. Nuevamente, no encontré un video adecuado.]

sábado, 22 de noviembre de 2008

El otro lado inimaginable


Inevitably

But started to bleed

And couldn't be stopped

That's just his incredible luck

To lift and be struck

A curious thanks


-- The heretic, de The Sound of Animals Fighting



Durante esos tiempos en los que me era difícil tener una visión clara de lo que es la cordura o el pensamiento racional, decía que podía volverme invisible a pesar de que las personas que me escuchaban creyesen que buscaba llamar la atención o hacerme el gracioso. Era bastante fácil, en realidad, aunque no dependía enteramente de mí, sino también del resto de personas, en quienes confiaba para que dejasen de verme.


Es cierto, no podía desvanecerme ni mimetizarme con el entorno, pero las personas que me rodeaban sí podían causar ese efecto en mí. Tal vez lo poco de loco que pudo haber tenido la frase “puedo hacerme invisible” yacía en el hecho de que buscaba realmente desaparecer, pero la cordura nunca escapó de mis manos al entender esa invisibilidad como acto natural de aquellos que olvidaban que estaba a su lado.


La mejor manera de desaparecer es esperar a que los demás dejen de verte, dejen de sentirte, se olviden de ti. Muchas veces fui invisible al dejar de hablar y dejar de moverme; fui uno con mi entorno y tan solo dejé que mis amigos tomaran atención a otras cosas antes que a mí. Entonces, de cierta forma, no era solo yo, sino también ellos.


Me duele pensar que alguna vez tuve esas ideas en mi cabeza, pero me alegra traerlas de vuelta y darles el giro necesario que me ayudará a encontrarles las pizcas de sanidad que no pude hallar en el pasado. ¿Por qué ahora? Es una pregunta que no logro responder aún, pero pongo mi confianza en que el tiempo se encargará de ayudarme.



[Encontré la canción, pero no el video de algún concierto en el que haya sido tocada, así que solo me quedó ponerlo con esas imágenes que no tienen nada que ver con la letra.]


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