That's me in the corner
That's me in the spotlight
Losing my religion
-- Losing my religion, de R.E.M.
Hoy fue la primera comunión de mi hermana, y además de ser un día bastante especial para la familia y para ella específicamente, me hizo pensar mucho en mi propia iniciación a este tipo de rituales. En realidad pensé criticar un poco todo lo referido a las misas, a la Iglesia como institución, a las religiones en general y a los creyentes, pero entiendo que cada persona tiene el derecho y la libertad de creer en lo que quiere creer, por lo que no es mi lugar el juzgar a nadie (ni este el medio para hacerlo) cuando yo mismo tengo una gama enorme de creencias que ya chocan con las de otras personas que, en la mayoría de casos, no me atacan ni cuestionan mi forma de ver el mundo.
Recuerdo mis nueve años de edad como una etapa ya bastante lejana, pero es gracias a mi primera comunión que puedo ubicarla en la línea temporal de mi vida, como si le diese contexto. Sinceramente no me acuerdo qué pensamientos o sensaciones experimentaba mientras me preparaba para llevar a cabo ese rito de iniciación, pero sí sé que luego de recibir la hostia con vino sentí que mi mundo se ampliaba un poquito más. Básicamente pensaba “ya puedo comulgar como los demás adultos”. A esa edad aún era un niño con preocupaciones bastante simples.
Mientras veía a mi hermana con las manos juntas en posición de oración luego de haber comido la hostia por primera vez, me pregunté qué exactamente sucedió para que rompiera casi por completo con el catolicismo. Pensé que podría ser por leer El código Da Vinci, pero entendí que no fue por esa novela que dejé de creer en Dios, sino que fue una de las primeras cosas que me hizo reflexionar y darme cuenta de que toda mi vida (para ese entonces tenía diecisiete años, si no me equivoco) había seguido una religión porque mi familia prácticamente me la había impuesto al mandarme a un colegio de monjas, y nunca había cuestionado los dogmas ni los ritos, y los seguía por pensar que eso debía hacerse sí o sí y que mi familia estaría feliz si lo hacía. Unos meses antes de acabar el colegio investigué un poco sobre la religión en general, y el catolicismo en particular, y fui encontrando puntos que no se adecuaban a mí y que a veces podían parecerme sinsentidos.
Luego vino la universidad, y ahí la diversidad de opiniones y creencias me hizo buscar algo para mí mismo, quizás por rebeldía o por asirme de una filosofía de vida propia, y así fue como rompí finalmente con la religión de toda mi vida. Mi abuela se enojó muchísimo conmigo cuando le dije que no creía en Dios, como si le hubiese tirado un baldazo de agua fría, y dejó de hablarme por un poco menos de dos semanas. Nunca se lo dije a mi papá, no por temor a alguna reprimenda, sino porque imaginé que, siendo él un creyente no muy practicante, no le importaría. Y así inicié mi búsqueda por la fuerza suprema que gobierna sobre todas las cosas, y me topé con el destino, al cual adjudico esa omnipotencia, aunque sigo reflexionando al respecto.
Al finalizar la ceremonia de mi hermana y de sus compañeros, me sentí muy orgulloso de ella, lo que hizo que me preguntara la razón de ello, a lo cual pensé lo siguiente: No se trata de la religión o creencia que uno sigue, sino de las cosas que se van descubriendo en base a ellas y que nos van haciendo crecer como seres humanos; no sé qué significará para mi hermana el haber tenido la primera comunión, pero en ella yo veo un paso más hacia el engrandecimiento de su persona. Y eso definitivamente es algo por lo que se puede estar orgulloso.
Recuerdo mis nueve años de edad como una etapa ya bastante lejana, pero es gracias a mi primera comunión que puedo ubicarla en la línea temporal de mi vida, como si le diese contexto. Sinceramente no me acuerdo qué pensamientos o sensaciones experimentaba mientras me preparaba para llevar a cabo ese rito de iniciación, pero sí sé que luego de recibir la hostia con vino sentí que mi mundo se ampliaba un poquito más. Básicamente pensaba “ya puedo comulgar como los demás adultos”. A esa edad aún era un niño con preocupaciones bastante simples.
Mientras veía a mi hermana con las manos juntas en posición de oración luego de haber comido la hostia por primera vez, me pregunté qué exactamente sucedió para que rompiera casi por completo con el catolicismo. Pensé que podría ser por leer El código Da Vinci, pero entendí que no fue por esa novela que dejé de creer en Dios, sino que fue una de las primeras cosas que me hizo reflexionar y darme cuenta de que toda mi vida (para ese entonces tenía diecisiete años, si no me equivoco) había seguido una religión porque mi familia prácticamente me la había impuesto al mandarme a un colegio de monjas, y nunca había cuestionado los dogmas ni los ritos, y los seguía por pensar que eso debía hacerse sí o sí y que mi familia estaría feliz si lo hacía. Unos meses antes de acabar el colegio investigué un poco sobre la religión en general, y el catolicismo en particular, y fui encontrando puntos que no se adecuaban a mí y que a veces podían parecerme sinsentidos.
Luego vino la universidad, y ahí la diversidad de opiniones y creencias me hizo buscar algo para mí mismo, quizás por rebeldía o por asirme de una filosofía de vida propia, y así fue como rompí finalmente con la religión de toda mi vida. Mi abuela se enojó muchísimo conmigo cuando le dije que no creía en Dios, como si le hubiese tirado un baldazo de agua fría, y dejó de hablarme por un poco menos de dos semanas. Nunca se lo dije a mi papá, no por temor a alguna reprimenda, sino porque imaginé que, siendo él un creyente no muy practicante, no le importaría. Y así inicié mi búsqueda por la fuerza suprema que gobierna sobre todas las cosas, y me topé con el destino, al cual adjudico esa omnipotencia, aunque sigo reflexionando al respecto.
Al finalizar la ceremonia de mi hermana y de sus compañeros, me sentí muy orgulloso de ella, lo que hizo que me preguntara la razón de ello, a lo cual pensé lo siguiente: No se trata de la religión o creencia que uno sigue, sino de las cosas que se van descubriendo en base a ellas y que nos van haciendo crecer como seres humanos; no sé qué significará para mi hermana el haber tenido la primera comunión, pero en ella yo veo un paso más hacia el engrandecimiento de su persona. Y eso definitivamente es algo por lo que se puede estar orgulloso.
[Excelente grupo, excelente canción, excelente video.]
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