Go too fast, move too slow
Restore the balance between thinking and feeling
Open up and let it flow
-- The sixth extinction, de Ayreon
Hace unas semanas escribí un post sobre la motivación altruista y dejé abierta la posibilidad de reflexión al plantear una pregunta: ¿existe gente altruista allá afuera o solo personas que hacen el bien con la idea de conseguir algo a cambio? En realidad no tengo una respuesta exacta, pero he podido pensar un poco en esto, especialmente gracias a algo que sucedió hace tres días que me hizo recordar esas ideas que guían mi vida y que olvido por estar metido en otro tipo de pensamientos, a veces no muy positivos.
El sábado me crucé con mi vecina mientras salía del departamento para caminar hasta la avenida y conseguir un taxi, pero antes de que pasara el umbral de la puerta, esta se ofreció a llevarme hasta allí en su carro, pues debía ir de todas maneras. Aquella propuesta me tomó por sorpresa, pues esta señora jamás me lo había ofrecido antes, y cuando solíamos cruzarnos apenas e intercambiábamos un saludo bastante formal y listo. No le di muchas vueltas y accedí tanto por comodidad como para no parecer descortés. No hubo más que un par de oraciones dichas entre ambos en el trayecto (no eran más de cuatro cuadras de distancia hasta el paradero), pero aún así sentí algo que me hizo tener ese episodio en la cabeza el resto de la tarde. ¿Por qué actuó de esa manera? ¿Por qué en ese momento y no en otras oportunidades? ¿Acaso existía algo a cambio para ella? ¿Acaso trata de ganar mi confianza con algún fin ulterior?
En lugar de responder estas preguntas, me cuestioné respecto a su elaboración, ¿por qué tantas preguntas? Y hallé una respuesta: desconfianza. No en un sentido extremo, sino más cercano a la cautela, al no comprender del todo bien una situación y actuar detenidamente. Eso me hace tomar dos caminos.
El primero habla de la imagen que he tenido de esta mujer a lo largo de los dos años que llevamos viviendo en el mismo edificio, cada uno con su familia, cada uno con sus problemas y visiones del mundo. Siempre hubo roces entre ella y mi abuela, y era por parte de la segunda de quien recibía una explicación de las situaciones que se creaban por problemas entre ambas, asuntos relacionados a la vida en un departamento, por lo que solo obtenía un lado de la historia, y la perspectiva que terminaba teniendo de la señora era, por lo general, bastante negativa. Y es por todo ello que me sorprendió esa actitud altruista de hace tres días para conmigo, cuando no debí haber reaccionado así. Olvidé una importante lección que he aprendido durante los años: nunca juzgues a una persona por lo que otros te digan de ella o por lo que tú mismo creas evidenciar en ella. No se conoce a alguien hasta que se le conoce, hasta que se tiene una profunda conversación con ella, hasta que ves una continuidad en ciertas acciones (que da cuenta de un estilo de vida particular, ya sea encaminado al mejoramiento o detrimento personal) y/o hasta que se consiga una información equilibrada con respecto a la persona y no solo negativa.
El segundo se relaciona con la pregunta que hice al comienzo y toma aspectos de lo que llevo contando hasta el momento. Es probable que haya más gente altruista de lo que pensamos o, específicamente, de lo que queremos creer. Es posible que nuestra desconfianza nos lleve a creer absurdo que tal o cual persona haga un acto bondadoso por el simple deseo de ayudar y no por obtener algo a cambio. El problema, creo yo, es que ya se empieza con una idea negativa desde el principio, viendo el altruismo como característica de una minoría, quizás porque somos pocos los que lo hemos experimentado e incluso llevado a cabo. A mi parecer, existe gente que hace el bien por el bien, pero ello no quita que los haya quienes buscan beneficios a través de sus actos; asimismo, pienso que porque uno realice un acto altruista en un momento no significa que siempre lo haga, y lo mismo se puede aplicar del que no lo realiza en un principio.
En fin, es un tema que llevaba pensando que me pareció importante transformar en palabras para terminar de darle sentido y, muy probablemente, derivar otro tipo de reflexiones en base a él. De todas formas dejo abierto el tema, pues estoy seguro de que se dará alguna otra situación que me haga volver a este planteamiento para contrastarlo y, seguramente, ser agregado como un acápite y caso aparte.
El sábado me crucé con mi vecina mientras salía del departamento para caminar hasta la avenida y conseguir un taxi, pero antes de que pasara el umbral de la puerta, esta se ofreció a llevarme hasta allí en su carro, pues debía ir de todas maneras. Aquella propuesta me tomó por sorpresa, pues esta señora jamás me lo había ofrecido antes, y cuando solíamos cruzarnos apenas e intercambiábamos un saludo bastante formal y listo. No le di muchas vueltas y accedí tanto por comodidad como para no parecer descortés. No hubo más que un par de oraciones dichas entre ambos en el trayecto (no eran más de cuatro cuadras de distancia hasta el paradero), pero aún así sentí algo que me hizo tener ese episodio en la cabeza el resto de la tarde. ¿Por qué actuó de esa manera? ¿Por qué en ese momento y no en otras oportunidades? ¿Acaso existía algo a cambio para ella? ¿Acaso trata de ganar mi confianza con algún fin ulterior?
En lugar de responder estas preguntas, me cuestioné respecto a su elaboración, ¿por qué tantas preguntas? Y hallé una respuesta: desconfianza. No en un sentido extremo, sino más cercano a la cautela, al no comprender del todo bien una situación y actuar detenidamente. Eso me hace tomar dos caminos.
El primero habla de la imagen que he tenido de esta mujer a lo largo de los dos años que llevamos viviendo en el mismo edificio, cada uno con su familia, cada uno con sus problemas y visiones del mundo. Siempre hubo roces entre ella y mi abuela, y era por parte de la segunda de quien recibía una explicación de las situaciones que se creaban por problemas entre ambas, asuntos relacionados a la vida en un departamento, por lo que solo obtenía un lado de la historia, y la perspectiva que terminaba teniendo de la señora era, por lo general, bastante negativa. Y es por todo ello que me sorprendió esa actitud altruista de hace tres días para conmigo, cuando no debí haber reaccionado así. Olvidé una importante lección que he aprendido durante los años: nunca juzgues a una persona por lo que otros te digan de ella o por lo que tú mismo creas evidenciar en ella. No se conoce a alguien hasta que se le conoce, hasta que se tiene una profunda conversación con ella, hasta que ves una continuidad en ciertas acciones (que da cuenta de un estilo de vida particular, ya sea encaminado al mejoramiento o detrimento personal) y/o hasta que se consiga una información equilibrada con respecto a la persona y no solo negativa.
El segundo se relaciona con la pregunta que hice al comienzo y toma aspectos de lo que llevo contando hasta el momento. Es probable que haya más gente altruista de lo que pensamos o, específicamente, de lo que queremos creer. Es posible que nuestra desconfianza nos lleve a creer absurdo que tal o cual persona haga un acto bondadoso por el simple deseo de ayudar y no por obtener algo a cambio. El problema, creo yo, es que ya se empieza con una idea negativa desde el principio, viendo el altruismo como característica de una minoría, quizás porque somos pocos los que lo hemos experimentado e incluso llevado a cabo. A mi parecer, existe gente que hace el bien por el bien, pero ello no quita que los haya quienes buscan beneficios a través de sus actos; asimismo, pienso que porque uno realice un acto altruista en un momento no significa que siempre lo haga, y lo mismo se puede aplicar del que no lo realiza en un principio.
En fin, es un tema que llevaba pensando que me pareció importante transformar en palabras para terminar de darle sentido y, muy probablemente, derivar otro tipo de reflexiones en base a él. De todas formas dejo abierto el tema, pues estoy seguro de que se dará alguna otra situación que me haga volver a este planteamiento para contrastarlo y, seguramente, ser agregado como un acápite y caso aparte.
[Podría parecer que estos videos no tienen nada que ver con el post, pero en realidad sí tienen un pequeño sentido: el título del post se relaciona con Rube Goldberg, precursor de estas ingeniosidades.]
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