When the road looks rough ahead
And you're miles and miles
From your nice warm bed
Just remember what your old pal said
Boy, you've got a friend in me
-- You’ve got a friend in me, de Toy Story Soundtrack
Estos últimos días he estado pasando más tiempo de lo normal con mis amigos, ya sean los que veo todas las semanas, los que veo de vez en cuando y los que conozco desde los inicios de mi vida. Después de largas semanas aparentemente interminables de estudio y responsabilidades desbordantes, el verme con ellos y disfrutar de un tiempo de diversión ha sido la medicina perfecta para el mal del agotamiento, físico y mental. No soy particularmente propenso (como antes) a escribir sobre personas que ocasionalmente me leen, pero pensé que sería una buena excepción hacerlo esta vez.
Mucho puede decirse de la amistad, montones de cosas que de seguro repetiría por ya haber sido dichas antes por otras personas, aunque no veo la repetición en estos casos como algo negativo, pues la experiencia de cada uno es diferente, y las palabras que pronunciamos respecto a ella encajan únicamente con lo que cada uno vive. Es decir, podrá haberse dicho que los amigos son los responsables de avivar la llama interna o que ensalzan la vida o que dan forma a nuestras almas, pero esto será aplicable solo a las experiencias propias.
Los amigos del ahora, los que conozco de hace solo unos años, son especiales en diferentes sentidos, me hacen sentir parte de un grupo dentro de un espacio mucho más grande; me siento bien recibido y aceptado, lo que cualquier persona desearía. Además, algunos de ellos son especialmente significativos en tanto cubren un espacio en mi corazón que no podría ser ocupado por nadie más, y muchas veces son el apoyo que evita que me desplome en momentos insoportables.
Los amigos que conozco desde el colegio también influyen en mi vida de la forma en la que describo sobre el primer grupo. Pero, además, aunque no por ello los anteriores tendrían que ser considerados menos, me hacen sentir que soy parte de una historia, un continuo que me incluye como protagonista de mi vida y actor secundario en las suyas, lo que le da un sentido profundo a mi vida, pues calo en su existencia y, como espero haber logrado, dejo mi granito de arena, mi esencia.
Los amigos de toda la vida, con los que he compartido millones de experiencias desde casi el inicio de mi vida, además de cubrir ciertos aspectos de los grupos anteriores, representan lo que considero amistad; es decir, son el primer ejemplo de ello, las primeras personas en las que pienso cuando se pronuncia aquella palabra. No podría imaginarme cómo sería ahora sin haber podido tenerlos como amigos en ese entonces, pero sé que no sería tan feliz.
Todo esto me remonta al hecho de las personas que no han tenido el placer de tener amistades, o de haberlas tenido pero haber pasado por experiencias negativas que derivarían en el hecho de que consideren la amistad como algo nocivo e inexistente. Sé de una que otra persona con estas perspectivas, y me siento demasiado mal por ellas, pero poco es lo que puedo hacer, pues el intentar ganar su confianza es un acto que puede ser tomado por ellos como algún intento de aprovechamiento y, como producto, traición.
Siempre me dije que lo mejor que tengo son los amigos. La familia viene con ese título, primero son familia y luego se forman las relaciones; mientras que los amigos no lo son sino hasta que se han dado las relaciones en cuestión (quizás explique esto más a fondo en otro momento). Me siento afortunado, y se lo agradezco a todos ustedes que me permiten el honor de llamarlos amigos y de quienes recibo el placer de ser llamado, igualmente, amigo. ¡Gracias!
Mucho puede decirse de la amistad, montones de cosas que de seguro repetiría por ya haber sido dichas antes por otras personas, aunque no veo la repetición en estos casos como algo negativo, pues la experiencia de cada uno es diferente, y las palabras que pronunciamos respecto a ella encajan únicamente con lo que cada uno vive. Es decir, podrá haberse dicho que los amigos son los responsables de avivar la llama interna o que ensalzan la vida o que dan forma a nuestras almas, pero esto será aplicable solo a las experiencias propias.
Los amigos del ahora, los que conozco de hace solo unos años, son especiales en diferentes sentidos, me hacen sentir parte de un grupo dentro de un espacio mucho más grande; me siento bien recibido y aceptado, lo que cualquier persona desearía. Además, algunos de ellos son especialmente significativos en tanto cubren un espacio en mi corazón que no podría ser ocupado por nadie más, y muchas veces son el apoyo que evita que me desplome en momentos insoportables.
Los amigos que conozco desde el colegio también influyen en mi vida de la forma en la que describo sobre el primer grupo. Pero, además, aunque no por ello los anteriores tendrían que ser considerados menos, me hacen sentir que soy parte de una historia, un continuo que me incluye como protagonista de mi vida y actor secundario en las suyas, lo que le da un sentido profundo a mi vida, pues calo en su existencia y, como espero haber logrado, dejo mi granito de arena, mi esencia.
Los amigos de toda la vida, con los que he compartido millones de experiencias desde casi el inicio de mi vida, además de cubrir ciertos aspectos de los grupos anteriores, representan lo que considero amistad; es decir, son el primer ejemplo de ello, las primeras personas en las que pienso cuando se pronuncia aquella palabra. No podría imaginarme cómo sería ahora sin haber podido tenerlos como amigos en ese entonces, pero sé que no sería tan feliz.
Todo esto me remonta al hecho de las personas que no han tenido el placer de tener amistades, o de haberlas tenido pero haber pasado por experiencias negativas que derivarían en el hecho de que consideren la amistad como algo nocivo e inexistente. Sé de una que otra persona con estas perspectivas, y me siento demasiado mal por ellas, pero poco es lo que puedo hacer, pues el intentar ganar su confianza es un acto que puede ser tomado por ellos como algún intento de aprovechamiento y, como producto, traición.
Siempre me dije que lo mejor que tengo son los amigos. La familia viene con ese título, primero son familia y luego se forman las relaciones; mientras que los amigos no lo son sino hasta que se han dado las relaciones en cuestión (quizás explique esto más a fondo en otro momento). Me siento afortunado, y se lo agradezco a todos ustedes que me permiten el honor de llamarlos amigos y de quienes recibo el placer de ser llamado, igualmente, amigo. ¡Gracias!
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