One day when love conquers all
Mankind will prevail
No more jealousy
Fantasia
No more envy no deceit
The nothing is gone
Future's bright and glorious
We are all victorious
We are kings in
Fantasia
-- Fantasia, de Stratovarius
La edad. Este fue el nexo que me hizo empezar a hablar de discriminación desde el principio, siguiendo una idea apenas hablada en un post anterior, pues surge lo que viene a ser no recibir un trato adulto por parte de los adultos en sí por creer que el ser adolescente o joven adulto es estar en una posición inferior que necesita sobreprotección y gran cantidad de restricciones, todo con el objetivo de tener control sobre ellos (nosotros); lo llaman adultismo.
De más joven no le ponía nombre al trato condescendiente que recibía de mi familia, pero sí lo sentía como asfixiante y excesivamente injusto. Es cierto que no he sido el adolescente más llevadero o confiable que haya existido, pero se podía confiar en que cumpliría mi palabra y que obedecería cualquier tipo de orden (mientras tuviera sentido), por lo que no había razón para mirarme con mala cara, como se me hizo muchas veces.
Quizás todo esto pueda ser solo la visión que tengo de mis pasados años, un sentimiento de injusticia que podría aparecer en cualquiera en esa fase de la vida, pero pensé que valdría la pena mencionarlo. Mi forma de combatirlo, tratar a mi primo como una persona de su edad, un pre-púber con la inteligencia de un “niño” de mayor edad y con la capacidad de entenderme como cualquier otro adulto, por lo menos en muchísimos temas. Y lo mismo haré con mis hermanas, quienes ya demuestran habilidades superiores a las que yo tenía a su edad.
El otro tipo de diferenciación, de discriminación, es la sexual, ya sea entre hombres y mujeres o entre heterosexuales y homosexuales. Me identifico más con lo primero, puesto que toda mi etapa escolar tuve una fuerte inclinación machista, lo que me hizo dar un cambio radical hacia inicios de un feminismo que devino en un punto medio entre ambas posiciones sexistas (el feminismo extremo y el machismo). Se puede decir tanto sobre el sexismo, y mucho viene a mi mente sobre la ciencia, por ejemplo, o el arte (específicamente la literatura), proyectado desde la antigüedad: ¿cuántas físicas, filósofas, literatas, etc, etc, etc., encontramos en los textos como figuras importantes y emblemáticas de tal o cual descubrimiento o movimiento de tiempos anteriores? Pocas o ninguna, ¿cierto? Es algo que me hace lamentarme, pues hemos perdido un punto de vista esencial a lo largo de la historia en miles de materias, el femenino.
Por otro lado, con relación a la homosexualidad no tan asociado a la discriminación sino más bien hacia la homofobia, hay un pensar general que afirma que muy pocos afirmarán haber tenido una experiencia de ese tipo (por más pequeña y hasta podría decirse imperceptible en el sentido de que tal vez no sería tomada como tal) cuando en realidad es la mayoría la que la ha tenido y que prefiere callar por vergüenza o por temor. Y luego está esa casi inmediata negación de actuar de determinada forma o de decir algo que podría hacer parecer homosexual a la persona, como preferir cierto tipo de género o grupo musical, vestir de cierta forma, tocar ciertos temas de conversación, y podría seguir así indefinidamente. Por mi lado, no me hago demasiados problemas con esto, aunque sí he de confesar que aún me es difícil deshacerme de muchos de esos estereotipos sexuales que configuran nuestra manera de pensar, así que no me desligo por completo de este problema.
A manera de conclusión, solo quiero mencionar que es muy fácil hablar de los problemas, exponerlos sin más y darse una posición en relación a ellos. A lo que voy es que es necesaria una reflexión, pensar qué está mal realmente, qué debe cambiarse, cómo debe darse este cambio y qué beneficios traerá, así como para quiénes. De alguna manera, yo mismo he hecho esto a lo largo de los años, pero sigo sin ideas suficientemente claras. Lo que sí puedo asegurar es que el mejor camino por el que se puede comenzar es por aquellos que aún no han sido tocados (o lo han sido en menor medida), presentarles una visión del mundo distinta a la imperante y esperar que la discriminación no se perpetúe mientras encontramos otras vías para el cambio que, a mi parecer, debe darse sí o sí.
De más joven no le ponía nombre al trato condescendiente que recibía de mi familia, pero sí lo sentía como asfixiante y excesivamente injusto. Es cierto que no he sido el adolescente más llevadero o confiable que haya existido, pero se podía confiar en que cumpliría mi palabra y que obedecería cualquier tipo de orden (mientras tuviera sentido), por lo que no había razón para mirarme con mala cara, como se me hizo muchas veces.
Quizás todo esto pueda ser solo la visión que tengo de mis pasados años, un sentimiento de injusticia que podría aparecer en cualquiera en esa fase de la vida, pero pensé que valdría la pena mencionarlo. Mi forma de combatirlo, tratar a mi primo como una persona de su edad, un pre-púber con la inteligencia de un “niño” de mayor edad y con la capacidad de entenderme como cualquier otro adulto, por lo menos en muchísimos temas. Y lo mismo haré con mis hermanas, quienes ya demuestran habilidades superiores a las que yo tenía a su edad.
El otro tipo de diferenciación, de discriminación, es la sexual, ya sea entre hombres y mujeres o entre heterosexuales y homosexuales. Me identifico más con lo primero, puesto que toda mi etapa escolar tuve una fuerte inclinación machista, lo que me hizo dar un cambio radical hacia inicios de un feminismo que devino en un punto medio entre ambas posiciones sexistas (el feminismo extremo y el machismo). Se puede decir tanto sobre el sexismo, y mucho viene a mi mente sobre la ciencia, por ejemplo, o el arte (específicamente la literatura), proyectado desde la antigüedad: ¿cuántas físicas, filósofas, literatas, etc, etc, etc., encontramos en los textos como figuras importantes y emblemáticas de tal o cual descubrimiento o movimiento de tiempos anteriores? Pocas o ninguna, ¿cierto? Es algo que me hace lamentarme, pues hemos perdido un punto de vista esencial a lo largo de la historia en miles de materias, el femenino.
Por otro lado, con relación a la homosexualidad no tan asociado a la discriminación sino más bien hacia la homofobia, hay un pensar general que afirma que muy pocos afirmarán haber tenido una experiencia de ese tipo (por más pequeña y hasta podría decirse imperceptible en el sentido de que tal vez no sería tomada como tal) cuando en realidad es la mayoría la que la ha tenido y que prefiere callar por vergüenza o por temor. Y luego está esa casi inmediata negación de actuar de determinada forma o de decir algo que podría hacer parecer homosexual a la persona, como preferir cierto tipo de género o grupo musical, vestir de cierta forma, tocar ciertos temas de conversación, y podría seguir así indefinidamente. Por mi lado, no me hago demasiados problemas con esto, aunque sí he de confesar que aún me es difícil deshacerme de muchos de esos estereotipos sexuales que configuran nuestra manera de pensar, así que no me desligo por completo de este problema.
A manera de conclusión, solo quiero mencionar que es muy fácil hablar de los problemas, exponerlos sin más y darse una posición en relación a ellos. A lo que voy es que es necesaria una reflexión, pensar qué está mal realmente, qué debe cambiarse, cómo debe darse este cambio y qué beneficios traerá, así como para quiénes. De alguna manera, yo mismo he hecho esto a lo largo de los años, pero sigo sin ideas suficientemente claras. Lo que sí puedo asegurar es que el mejor camino por el que se puede comenzar es por aquellos que aún no han sido tocados (o lo han sido en menor medida), presentarles una visión del mundo distinta a la imperante y esperar que la discriminación no se perpetúe mientras encontramos otras vías para el cambio que, a mi parecer, debe darse sí o sí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario