domingo, 2 de noviembre de 2008

4-Malabares en la oscuridad (Disolución por oposición)


You always wonder what your life could be
And as you're going though the trials and tribulation
I hope someday you see what I see
-- Walk away, de Impellitteri

No sé cómo terminará esto, pero sí sé cómo no quiero que empiece, y temo que ya es demasiado tarde para comenzar algo que ya se ha iniciado y que no se ajusta a lo que yo llamaría ideal personal, y todo por tu culpa. Así que como no puedes vivir autónomamente, y la urgencia por depender de alguien es un filoso cuchillo que intenta clavarse en tu espalda de no conseguir alguien que esté ahí para ti, acudes a quien tienes más cerca y proclamas dejarme una vez que encuentres a alguien más cooperativo. Tus promesas no me bastan y no las necesito para tomar una decisión que ya he tomado desde que puse pie en este caótico lugar, y me regocijo en saber, tan bien como tú, que no hay nadie más aquí, que estamos solos para sufrir mutuamente. ¿Por qué, sabiendo que de estar juntos moriremos más pronto, buscas estar a mi lado? ¿Por qué, sabiendo que toda clase de parentesco ocasionará, inexorablemente, un dolor insoportable, quieres tenerme contigo?

He vivido bajo el precepto de no confiar en nadie más que en mi propia sombra, y hasta de desconfiar de ella si es que las circunstancias lo piden así, por lo que no necesito a nadie, no intento atarme a un peso que me arrastrará hasta dejarme sin vida después de haberme utilizado. He vivido solo en un mar de gente, acompañado por su presencia mas no por el hecho de que sientan alguna afinidad hacia mí, y tal vez es por eso que ahora me siento desamparado. Pero, a fin de cuentas y antes de que eleves tus esperanzas, a pesar de no haber más multitud que nosotros dos, pretendo adaptarme a mi medio y aprender de lo nuevo, experimentar lo que venga y sobrevivir en situaciones desfavorables; es por ello que no te quiero conmigo.

Lamento que te hayas visto en la desesperada obligación de mostrar tus marcas faciales, pero no hay nada que puedas hacer para hacerme cambiar de opinión, y no es orgullo lo que me impulsa a seguir adelante sin tu compañía, sino una certera confianza en mis instintos y en la idea de que estando contigo terminaré traicionado y utilizado. Tus problemas son tuyos y de nadie más, no me hagas compartirlos ni cargar con tu peso. Esos cortes que tú misma te hiciste y no tu mano por voluntad propia serán el recordatorio, para mí, de que no eres de confiar, de que algo anda mal contigo y de que, en este caso y considerando tu probablemente enorme cantidad de problemas, dos cabezas no son mejor que una. Este es el adiós definitivo, y que nuestros caminos, ruego, no se crucen nuevamente; y si así no se da el caso, espero que al menos uno de los dos haya perdido la vida para bien y para siempre.

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