lunes, 17 de noviembre de 2008

Como Lassie, Flipper e incluso Chita


Bonito es el día
Y acaba de empezar
Bonita la vida
Respira, respira, respira

-- Bonito, de Jarabe de palo


Hace pocos días tuve que realizar una exposición sobre la inteligencia animal, lo cual me obligaba a investigar más sobre el tema y nutrirme de conocimientos bastante curiosos y otros no tan fáciles de digerir. La parte que más me llamó la atención fue el estudio de casos, proyectos y experimentos con animales que fueron entrenados a lo largo de meses y hasta años para responder hipótesis con respecto a su aprendizaje y, en última instancia, sobre su inteligencia, si es que la tuvieran.

Digamos que de pequeño creí que los animales no solo tenían conciencia de sí mismos sino que eran criaturas que podían comunicarse entre ellos a escondidas de los humanos, como un conjunto de seres que de un momento a otro podían organizar una especie de revolución (haciendo alusión a la novela de George Orwell, La rebelión en la granja, la cual leí años después) que terminaría por esclavizar a los humanos, situación que en realidad no veía con ojos negativos. Siempre me gustaron los animales, por lo que verlos “ganar” de alguna manera me hacía sentir bien.

Con el paso de los años fui viéndolos más como criaturas exentas de racionalidad, curiosas pero no más que seres sin posibilidad de llegar a obtener el dominio humano. Sin embargo, siempre permaneció en mí esa sensación mágica de que podían entendernos de alguna manera, especialmente por mi adorada perra labrador Luna, a quien veo como un ser humano atrapado en el cuerpo de un perro. Siempre he creído que es más de lo que aparenta, que tras ese pelaje chocolatesco se esconde un corazón capaz de sentir emociones. Además de que de vez en cuando converso con ella e imagino qué podría responderme; aunque desde hace un tiempo, como mencioné en un post anterior, tomó un voto de silencio y no parece querer romperlo pronto.

Después de realizar este trabajo, una de las conclusiones a las que llegué fue que es absurdo ver a los animales como inteligentes desde una perspectiva humana. Definitivamente no tienen nuestras capacidades cognitivas, por lo que podría decirse que no es justo estudiarlos desde allí, aunque el postular esto es casi como decir que nunca podremos saber si los animales piensan o no, pues no podemos estudiar lo que no conocemos. De un otra manera, me inclino a pensar que puede existir una inteligencia animal, y si no la hay, igual seguiré pensándolo. Nunca está de más soñar.


[Encontré este video en una de mis búsquedas sobre el tema por el ciberespacio. Es realmente impresionante.]

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