Faster than light we will find
A way out of the conscience,
And the more we know, more we'll mind
It's a matter of patience,
Always...
-- Speed, de Angra
El sábado, día de mi bicicleteada de sesenta kilómetros, no pudo haber salido peor de lo que esperaba. De hecho, comienzo aclarando que no logré esa distancia, sino unos decepcionantes cuarenta y tres kilómetros y un poquito más, incluso menos que mi actual límite. Pero es mejor dar detalles antes de comenzar a pensar de más.
En primer lugar, no salí a las cinco de la madrugada, hora en la que me ahorro mucho tráfico y que el frío ayuda a mantenerme despierto, sino a un cuarto para las siete. A esa hora ya se me presentan una serie de problemas, más allá de la cantidad de carros, entre los cuales destaca la idea de que volveré a mi casa alrededor de las once, noción que me apura más pues siento que es demasiado tarde. Y, el apurarme, agota mis energías demasiado pronto, como llegó a suceder.
En segundo lugar, quise iniciar un álbum con fotos de los lugares a los que he llegado con bicicleta, lo cual ya suponía de antemano varias paradas innecesarias. Esto, en consecuencia, tenía repercusión en el ritmo que mantenía y la velocidad que llevaba, por lo que también contribuyó a cansarme. Supongo que, sabiendo que tengo rutas por las que generalmente solo paso una vez cada dos o tres semanas y que estos sesenta kilómetros me obligarían a tomar muchas de ellas en un solo día, quise aprovechar para tomar fotos de lugares a los que sabía que no visitaría dentro de un tiempo.
En tercer lugar, desde el principio olvidé la regla principal al realizar este tipo de salidas, que es no esforzarse más de lo necesario. En las regulares salidas que hago una o dos veces por semana, que no duran más de cuarenta minutos, suelo subir a las veredas con el propósito especial de mejorar las maniobras de evasión de personas y de objetos inmóviles, escojo caminos en los que sé que tendré que subir cuestas, hago saltos y busco oportunidades de perfeccionar trucos, todo lo cual termina haciendo de estas salidas cortas un buen ejercicio. Lamentablemente, este sábado hice todas estas cosas, lo cual me hizo pagar un precio muy grande.
En cuarto lugar, tenía la idea de alargar el recorrido tanto como pudiese para así abarcar incluso más de sesenta kilómetros, lo cual me llevó por lugares a los que nunca había ido con bicicleta. Uno de ellos fue la playa, a la cual entré inocentemente creyendo que podría vencer la arena; cometí un grave error. No solo mi bicicleta estuvo a punto de perder sus funciones más importantes, sino que pudo haber sido mojada con agua salada. Felizmente el que terminó empapado fui yo, aunque no llamo a eso salir feliz. El pedalear cansado ya causa dificultades; el pedalear mojado agrega más.
Y, finalmente, pero no menos importante, fue mi rodilla. El sábado anterior a este había tenido un problema con ella, inconveniente que fue desapareciendo a lo largo de la semana y que no mostraba rastro alguno el viernes, por lo que pude salir a montar bicicleta. Sin embargo, fui demasiado ingenuo al creer que después de menos de una semana de reposo mi cuerpo podría soportar una salida tan larga y extenuante. Luego de dos horas de pedaleo comencé a sentir cosquilleos en la pierna y a la tercera ya ni podía moverla, estaba entumecida por completo y cada flexión provocaba un dolor parecido y hasta peor que el de semana pasada. Me resigné a abortar mi misión, pero tercamente quise montar hasta mi casa, cosa que no logré hacer. Tuve que, avergonzadamente, tomar un taxi a mi casa y luego a la clínica, donde me volvieron a recomendar y casi obligar que tomara reposo (más prolongado que el anterior).
A pesar de este intento fallido por alcanzar una necesaria meta, tengo las anteriores razones para pensar que una serie de circunstancias fueron las causantes de mi derrota y, así me equivoque y realmente no tenga lo requerido para montar grandes distancias en corto tiempo, no pienso poner punto final a este asunto. No estoy listo para rendirme o dejarme vencer así de fácil. Haré lo necesario para superarme y cumplir con una pequeña meta, uno de los primeros escalones rumbo a mi más grande sueño que es visitar el mundo en bicicleta. Citando nuevamente ese excelente título de una de las películas de Van Damme, "Retroceder nunca, rendirse jamás"
En primer lugar, no salí a las cinco de la madrugada, hora en la que me ahorro mucho tráfico y que el frío ayuda a mantenerme despierto, sino a un cuarto para las siete. A esa hora ya se me presentan una serie de problemas, más allá de la cantidad de carros, entre los cuales destaca la idea de que volveré a mi casa alrededor de las once, noción que me apura más pues siento que es demasiado tarde. Y, el apurarme, agota mis energías demasiado pronto, como llegó a suceder.
En segundo lugar, quise iniciar un álbum con fotos de los lugares a los que he llegado con bicicleta, lo cual ya suponía de antemano varias paradas innecesarias. Esto, en consecuencia, tenía repercusión en el ritmo que mantenía y la velocidad que llevaba, por lo que también contribuyó a cansarme. Supongo que, sabiendo que tengo rutas por las que generalmente solo paso una vez cada dos o tres semanas y que estos sesenta kilómetros me obligarían a tomar muchas de ellas en un solo día, quise aprovechar para tomar fotos de lugares a los que sabía que no visitaría dentro de un tiempo.
En tercer lugar, desde el principio olvidé la regla principal al realizar este tipo de salidas, que es no esforzarse más de lo necesario. En las regulares salidas que hago una o dos veces por semana, que no duran más de cuarenta minutos, suelo subir a las veredas con el propósito especial de mejorar las maniobras de evasión de personas y de objetos inmóviles, escojo caminos en los que sé que tendré que subir cuestas, hago saltos y busco oportunidades de perfeccionar trucos, todo lo cual termina haciendo de estas salidas cortas un buen ejercicio. Lamentablemente, este sábado hice todas estas cosas, lo cual me hizo pagar un precio muy grande.
En cuarto lugar, tenía la idea de alargar el recorrido tanto como pudiese para así abarcar incluso más de sesenta kilómetros, lo cual me llevó por lugares a los que nunca había ido con bicicleta. Uno de ellos fue la playa, a la cual entré inocentemente creyendo que podría vencer la arena; cometí un grave error. No solo mi bicicleta estuvo a punto de perder sus funciones más importantes, sino que pudo haber sido mojada con agua salada. Felizmente el que terminó empapado fui yo, aunque no llamo a eso salir feliz. El pedalear cansado ya causa dificultades; el pedalear mojado agrega más.
Y, finalmente, pero no menos importante, fue mi rodilla. El sábado anterior a este había tenido un problema con ella, inconveniente que fue desapareciendo a lo largo de la semana y que no mostraba rastro alguno el viernes, por lo que pude salir a montar bicicleta. Sin embargo, fui demasiado ingenuo al creer que después de menos de una semana de reposo mi cuerpo podría soportar una salida tan larga y extenuante. Luego de dos horas de pedaleo comencé a sentir cosquilleos en la pierna y a la tercera ya ni podía moverla, estaba entumecida por completo y cada flexión provocaba un dolor parecido y hasta peor que el de semana pasada. Me resigné a abortar mi misión, pero tercamente quise montar hasta mi casa, cosa que no logré hacer. Tuve que, avergonzadamente, tomar un taxi a mi casa y luego a la clínica, donde me volvieron a recomendar y casi obligar que tomara reposo (más prolongado que el anterior).
A pesar de este intento fallido por alcanzar una necesaria meta, tengo las anteriores razones para pensar que una serie de circunstancias fueron las causantes de mi derrota y, así me equivoque y realmente no tenga lo requerido para montar grandes distancias en corto tiempo, no pienso poner punto final a este asunto. No estoy listo para rendirme o dejarme vencer así de fácil. Haré lo necesario para superarme y cumplir con una pequeña meta, uno de los primeros escalones rumbo a mi más grande sueño que es visitar el mundo en bicicleta. Citando nuevamente ese excelente título de una de las películas de Van Damme, "Retroceder nunca, rendirse jamás"
[Una de mis pruebas por capturar en video mi recorrido; tampoco pude lograrlo.]
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