Mostrando las entradas con la etiqueta Música. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Música. Mostrar todas las entradas

viernes, 27 de diciembre de 2019

Ciento un canciones favoritas

Fuente: https://pixabay.com/illustrations/brush-particles-music-clef-wave-1317900/

All doubts dissolved
Opaque turned clear

--Triump of irreality, de Beyond the Bridge


Lo prometido es deuda. Luego de casi dos años buscando mis 101 canciones favoritas, al final he dado con ellas; pueden verlas en el link al final del post. Este proyecto comenzó allá por abril del 2010 y murió no mucho después, sólo para ser revivido a inicios del 2018 y finalizado el día de ayer. Ha sido un proceso largo y, naturalmente, no queda más que escribir al respecto.

La pregunta más importante, una que yo mismo me hacía una y otra vez mientras me hallaba como en trance escuchando canción tras canción, es "¿por qué?". Nunca sentí que este proyecto fuese intrascendente, que llevaría a nada o que sólo me haría perder el tiempo, por más que lo pareciese. Nació como un deseo de conocer más fondo mis gustos musicales y a la vez conocerme más a mí mismo, cosa que definitivamente he conseguido. El renacer en el 2018 se debió más al reto que yo mismo me puse de terminar el proyecto, ya que en el 2010 no me rendí, sino que perdí todo el trabajo que realicé. Así que eso responde la pregunta, la búsqueda de autoconocimiento y el cumplimiento de retos personales, respuestas que de por sí definen a la perfección quién y cómo soy.

El proceso en sí consistió en hacer un primer filtro (de manera muy subjetiva) de las más de 15 mil canciones que habitaban en mi biblioteca musical, escuchando una tras otra y eliminando las que sentía que no merecían un espacio entre las mejores. Un cálculo rápido de esto, asumiendo que todas las canciones duran en promedio cinco minutos (bastante artificial, considerando que tengo canciones de 10, 15 y hasta 30 minutos de duración), da 75 mil minutos, equivalente a 1250 horas o 52 días y un poquito más. Mi primera proyección en el 2018 fue que me tomaría poco menos de 4 años pasar sólo este primer filtro si le dedicaba una hora diaria a escuchar todas las canciones. Felizmente tomó menos, sólo porque 1 hora diaria me pareció muy poco. Todo esto resultó en 1906 canciones seleccionadas, el 8% del total, y aún así una cantidad enorme.

El segundo filtro fue más duro. Hice una tabla con 10 ítems, nueve de los cuales fluctuaban entre puntajes del 0 a 4 y uno entre -2 a 0, y pasé a evaluar cada una de las 1906 canciones en base a ellos. Mi intención era puntuarlas en base a cuánto disfrutaba los instrumentos, la voz, la letra y los solos, así como a cuánta emoción me hacía sentir, qué recuerdo estaba ligado a ella y si había algo en particular que no me gustaba, asignando puntos extra a canciones particulares que definitivamente debían pasar la valla numérica. Esta parte fue un intento de tener mayor objetividad, pero evidentemente había un claro sezgo hacia lo subjetivo, lo cual dejó de molestarme al entender a medio camino que en temas de favoritismo debe existir subjetividad. Este proceso me tomó menos que el anterior, pero me costó bastante, sabiendo que me acercaba a un número final. Todo esto resultó en poco menos de 300 canciones, las que tuvieron los mayores puntajes.

Para el tercer, cuarto y quinto filtro regresé a lo subjetivo, escuchando canción por canción, eliminando las que no me convencían y marcando con visto bueno las que sí, nuevamente dándole prioridad a las que tenían los puntos extra del segundo filtro. Del tercer filtro obtuve 200, del cuarto 150 y con el quinto llegué a las 101. Suena como algo sencillo, pero estas fueron las partes más difíciles, ya que todas las canciones me gustaban, todas merecían ser mis favoritas. Ya no tomaba en cuenta las puntuaciones del segundo filtro, así que no podía ayudarme por ahí. Tuve que escucharlas todas, una y otra vez, hasta realmente sentir que podía dejarlas ir o hacerlas pasar al siguiente grupo.

Fue un proceso largo y me consumió mucho tiempo, más que nada al comienzo y al final. A la mitad lo dejé por otros proyectos y responsabilidades, pero luego me puse las pilas y le di más prioridad para poder completarlo. Y así di por fin con mis canciones favoritas. ¿Qué aprendí con todo esto? Por un lado y a simple vista, lo que ya sabía: mis gustos musicales se inclinan por el rock y metal progresivos. Ninguna sopresa ahí. Pero, por otro lado, que doy prioridad al sonido y a los instrumentos antes que a la letra de las canciones, pero pongo por encima de todo a las emociones que me hacen sentir y a los recuerdos que van anclados a cada una de ellas. Esto ya me resulta interesante, pero sé que se puede hacer un análisis incluso más exhaustivo, y, por recomendación de mi primo David, pienso ir todavía más profundo y sacar mucha más data. Y si lo que obtengo ayuda a otros, pues mucho mejor.

Y, como prometí años atrás, aquí está la lista: https://bit.ly/2tX1lAx

jueves, 4 de enero de 2018

Toda la música, ahora sí


Extreme ways are back again

--Extreme ways, de Moby


Hace varios años atrás intenté hacer un ránking de todas las canciones que tenía en mi computadora, e incluso escribí un post al respecto. Hace unas semanas regresé a esa colosal tarea.

Mi objetivo, concretamente, es hacer una selección de todas las canciones que más me gustan y, a partir de ellas, elegir las 101 mejores. La primera parte, seleccionarlas, se da de manera muy subjetiva, escuchando solo algunos minutos de cada una y marcando las que disfruto o eliminando las que no me generan mayor emoción. En las últimas semanas he elegido casi 600, y recién voy por las bandas con nombres que empiezan con la letra D.

La segunda parte sigue siendo subjetiva, pero implica un proceso más objetivo gracias a un sistema de puntuación. No soy un experto en música, en lo técnico, pero sé lo que me gusta, así que evaluaré los instrumentos, la voz y la letra, además de las emociones que me genera, si hay una anécdota personal asociada a la canción y si hay algo particular que no me guste. Cada una de estas categorías cuenta con una puntuación, así que el puntaje de toda canción oscilará entre 0 y 24, con lo cual espero obtener las 101 mejores.

Es una tarea recontra grande, más que cuando intenté hacerla por primera vez allá en el 2010. En ese entonces mi lista de canciones contaba con cerca de cuatro mil; hoy supera las quince mil. Y si hace ocho años calculaba terminar de puntuar canciones en año y medio, no quiero ni hacer las matemáticas para saber cuánto me tomará esta vez. Muchísimo más, con seguridad, pero eso no me detiene.

La primera vez que traté de hacer esto tuve muchos obstáculos; olvidaba guardar el archivo con las puntuaciones o me quedaba dormido escuchando algunas canciones, por mencionar algunos. Pero esta vez espero sea diferente. No tengo tanto tiempo como entonces, pero sí las ganas, sí ese bichito que me empuja a concretar este proyecto que tal vez no tenga mayor trascendencia, pero que siento que debo realizar. Y cuando lo complete, porque lo haré, pondré aquí la lista que alguna vez prometí.


Imagen: https://pixabay.com/en/birds-swifts-singing-twitter-music-2672101/

domingo, 20 de julio de 2014

Entre viento, percusión y cuerdas

Fuente: Archivo personal

With every mistake we must surely be learning
Still my guitar gently weeps

--Still my guitar gently weeps, de The Beatles


Si bien mi pasión por la música tuvo sus inicios a los doce años de edad, como alguna vez comenté, mi relación con ella empezó varios años antes a través del uso de instrumentos musicales. Una relación muy accidentada, he de agregar.

A los siete nos enseñaron a tocar flauta dulce en el colegio. No era exactamente muy bueno con ella, a menos que se tratase de usarla como espada y jugar con mis compañeros a ser el mejor espadachín; en eso casi no perdía. Pero en muchas otras ocasiones era el profesor quien ganaba al llamarnos la atención, castigarnos o quitarnos las flautas. Desde entonces yo ya sabía que no sería flautista.

Recuerdo que por esas épocas, aquel mismo profesor dejó la tarea de agruparnos entre nosotros y crear una canción, cada alumno usando un instrumento diferente. Debíamos practicar en nuestras casas y llevar a la clase un trabajo bien elaborado (para nuestra edad), pero recuerdo que no nos reunimos ni una sola vez. Y el día que tuvimos que presentar la canción cada uno del grupo cogió un instrumento cualquiera (yo me apoderé del triángulo) e improvisamos como los grandes. Fue, probablemente, el peor "jam sessión" en la historia del colegio.

Con algunos años más encima, tomé clases de piano en la escuela de forma obligada. Debía quedarme después de clases a practicar por una hora un instrumento que no me gustaba para nada, especialmente porque mis dedos no se movían fluidamente y tenía enormes problemas para levantar el anular sin levantar también el meñique o el dedo medio. Después de mis primeras dos clases, en lugar de ir al salón de música como era debido, comencé a hacer tiempo y caminar por los jardines del colegio. En casa nunca se preguntaron por qué me dolían las piernas y no los dedos tras esas "maravillosas" clases de piano.

El último instrumento que aprendí a tocar fue la guitarra acústica. Mis primeras clases fueron con un profesor que se quedaba dormido a la media hora de iniciada la lección, así que todo el primer año no avancé mucho que digamos. Al cambiarme de colegio cambié, también de profesor. Y aunque con el nuevo no hubo inconvenientes, sí los hubo con las tres guitarras que tuve. La primera (y que más duró) me la prestó Uva, la esposa de mi papá. La tuve todo un año, hasta que mi queridísima hermana menor la hizo añicos. La segunda me la prestó un amigo. Al regresar de su casa y desmontar de la bicicleta con que fui a recogerla, cayó al suelo y quedó inutilizable; no duró ni veinte minutos. Y la última no sé cómo llegó a mis manos, y así como apareció se esfumó, sin dejar rastro. Tal vez sabía lo que le esperaba y huyó.

Desde hace años no practico instrumento musical alguno, a menos que cuente los de juegos como Rock Band y Guitar Hero. Hasta cierto punto podría entenderse el por qué de esto. Pero, la verdad, si tuviera la oportunidad me daría el tiempo de aprender a tocar alguno nuevo, ya no por obligación y sí por amor a la música. Y me prometería a mí mismo, tomando muy en cuenta experiencias pasadas, no usarlo para jugar a las espadas ni llevarlo en la bicicleta. Entre otras cosas, claro.

martes, 5 de febrero de 2013

Redescubrimientos

Fuente: http://fc07.deviantart.net/images/i/2003/47/8/2/Music.jpg

You can reinvent your world
Anytime you like

--To be alive again, de Journey


Unos años atrás, mientras escuchaba música en la casa de una vieja amiga, noté que su lista de canciones rebasaba las cuatro mil, lo cual me impresionó muchísimo. Por ello, a partir de ese día, comencé a conseguir tantas canciones como me fue posible, siempre y cuando pertenecieran a artistas que disfrutara escuchar y no simplemente música al azar. Hoy mi lista cuenta con más de ocho mil canciones, pero lo mejor de todo no es haber superado a mi amiga, sino toparme ocasionalmente con alguna canción que no he oído en mucho tiempo y volver a disfrutarla como si la estuviese escuchando por primera vez. En especial alguna de las que aquella compartió conmigo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Ideación musical


Say it might have been a fiddle or it could have been the wind
But there seems to be a beat now, I can feel it in my feet now
Listen here it comes!

--The music never stopped, de The Grateful Dead


Revisando de manera más minuciosa la lista de canciones que tengo en mi computadora y comparando las letras de varias de ellas (especialmente las de mis grupos favoritos) con ideas que suelo tener, comencé a notar un patrón muy curioso. Reservo en mi vida un espacio bastante grande para la música, pues no pasa un solo día sin que me dé un tiempo para escucharla, pero empiezo a pensar que influye en mí de manera mucho mayor a lo que suponía. Descubrí que gran parte de mis ideas, de la forma en que veo y encaro el mundo, es en base a las letras de aquéllas canciones. 

Considerando que muchas de las cosas sobre las que escribo se remontan a pensamientos o vivencias que  tuve durante la adolescencia, entiendo cómo la música pudo haber tenido un rol especialmente importante en la conformación de mis ideas, y me alegra muchísimo no haber sentido afinidad por géneros musicales demasiado sombríos o extravagantes. Algunos podrían refutar esto último, pues soy amante del métal, particularmente de los subgéneros "power" y "progresivo", y es de ahí de donde viene gran parte de mi filosofía de vida. Sin embargo, como me gusta remarcar, no todas las canciones de métal gozan de letras fantásticas o sonidos estruendosos, también las hay tranquilas, motivadoras, profundas y que, en últimas instancia, guardan significados importantes. Además, no me quedo sólo con este género, me apasionan muchísimos otros.

Ahora bien, no sé en qué medida pueda estimarse como buena noticia el que haya sido influido de manera tan fuerte por la temática de la música que escucho. Hace varios años, durante una de mis clases en el colegio, escuché decir a un profesor que no había forma de crear algo de la nada, que lo nuevo no sería sino el préstamo de varias otras cosas. Así, incluso las ideas más fantásticas deberían su nacimiento al conjunto de otras ideas, no necesariamente relacionadas entre sí, y no tomadas prestadas en su totalidad. El mejor ejemplo que se me ocurre en este momento es la representación prototípica de los extraterrestres, seres verdes de mediano tamaño, delgados, con tres o cuatro dedos, con una cabeza proporcionalmente más grande que su cuerpo y grandes ojos negros. Esta imagen no sería más que varios conceptos unidos que nos ayudarían a darnos una noción de lo que es un alienígena, conceptos que conocemos y que usamos para armar algo que nunca hemos visto. No sé si me explico. Y, en todo caso, me desvié un poco.

Así creo ver mi filosofía de vida, un conjunto de letras de canciones favoritas que guardan cierta relación entre ellas y que, sumadas a otros muchos aspectos de experiencias pasadas que no involucran música, se imbuyen de sentido. Y, por supuesto, no son malas noticias en modo alguno. En todo caso, consigo ver y reafirmar lo que siempre he sabido, que soy un melomaniaco.

viernes, 8 de octubre de 2010

Toda la música


There's no turning back
'Til the day when the mission's complete

--The mission, de Royal Hunt


Hace seis meses inicié un proyecto con la finalidad de identificar mis 101 canciones favoritas de entre un sinnúmero de artistas, el cual nació luego de que me muchas veces me preguntasen por la que más me gustaba y yo no supiese qué responder. Puedo enumerar algunas de ellas sin tener que recurrir a este proyecto, pero sé que tengo más de cien canciones preferidas, y varias dependen del estado de ánimo en el que me encuentro y de la cantidad de veces que las llevo escuchando en un determinado lapso de tiempo.

Años antes de empezar con el proyecto, la mejor manera que encontré para descubrir grupos musicales y solistas era conseguir toda su discografía, escuchar tema por tema y quedarme con los que más me agradaran. De esta manera, como me decía, no dejaría pasar ni una sola canción que pudiese coronarse como mi nueva favorita. Es por ello que he regresado a utilizar este método, para ir añadiendo nuevas a la lista que ya tengo. Adicionalmente, he ido pidiendo a mis amigos recomendaciones sobre músicos que les gusten o que piensan que podrían gustarme para no sentir que estoy dejando de lado algunos por no conocerlos o por algún sesgo en mis gustos. Hasta el momento tengo casi 6000 canciones, de una enorme variedad de artistas, pero me faltan revisar todavía muchos más antes de continuar.

La manera en que estoy llevando a cabo este proyecto es revisando la discografía que ya ha pasado por una primera filtración; es decir, luego de escuchar todas las canciones de un artista y quedarme con las mejores, reviso estas últimas y me quedo con las mejores de las mejores. Para darle un poco de objetividad a este proceso, he diseñado una especie de regla en la que no debo elegir más de la mitad de canciones de un grupo musical. Por el momento me encuentro en esta primera parte del proyecto, todavía revisando bandas cuyos nombres comienzan con la letra F. Una vez que termine esto, con aproximadamente 4000 temas, iniciaré la segunda parte, que consta de escuchar estas canciones y evaluarlas del 1 al 10 de acuerdo a diez ítems. Y así, una vez que tengan puntajes, me quedaré con las mejores puntuadas.

Cuando empecé a hacer esto me dije que no solo requeriría tiempo sino también fuerza de voluntad para no dejarlo de lado. He calculado que, de seguir trabajando en este proyecto una a dos horas semanales como lo llevo haciéndo los últimos seis meses, me tomará un año y medio más poder concluirlo. Puede parecer como una tarea con poca o nula trascendencia, o al menos así lo veía pasados unos meses luego de iniciada, pero me he convencido de que todo esto no solo acrecentará mi visión y conocimiento de la música, sino que también me ayudará a conocerme un poco más. Una vez que consiga esas 101 canciones, veré de anotar algunas aquí.

viernes, 27 de agosto de 2010

Con ojos cerrados y oídos abiertos


My eyes reflect the stars
And my smile lights up my face
We're on an amazing flight in space

--Amazing flight, de Ayreon


La cercanía que tengo con la música es bastante fuerte, lo he mencionado en otros posts, y estos últimos meses he dado un vuelco a la forma en que la suelo escuchar, lo que ha incrementado esa cercanía de maneras que no creía posible.

Una o dos noches a la semana durante ya casi tres meses le he dedicado cerca de cuarenta minutos a un ejercicio que ha ampliado la visión que tengo de la música. Lo que hago es escuchar canciones al azar almacenadas en la computadora. Me pongo audífonos, ajusto el volumen lo suficiente como para no distraerme con ruidos externos y presto atención a todo posible sonido de cada una de las canciones. La idea es concentrarse en los instrumentos, en los efectos de fondo y en la voz del o de la cantante (sin prestar atención a la letra en sí), y así generar imágenes aleatorias de acuerdo a los ritmos o dejarse llevar por los recuerdos que éstos evocan.

Suena un poco jalado de los pelos, pero a mi parecer el hecho de alejarse del mundo físico e ingresar a uno más abstracto e igualmente lleno de significados es muy estimulante, y hasta terapéutico. Sin embargo, he notado que esto no suele funcionar muy bien con todo grupo o género musical. Mis favoritos son los de Rock y Métal Progresivo, que combinan una amplia variedad de sonidos que logran asimilarse a pesar de que, a veces, éstos y los tiempos suelen ser muy dispares. A continuación pongo una de las canciones que me ayudan a lograr lo que llevo diciendo.

miércoles, 24 de marzo de 2010

El "sueño" se hace realidad



Don't turn on the lights until we

Hear the way it ends

--Peruvian skies, de Dream Theater



Un poco más de dos años atrás me decía que Sonata Arctica, uno de mis grupos favoritos de metal, difícilmente vendría a tocar a Perú. Poco después de pensar esto me llevaba la grata sorpresa de que me equivocaba, y pronto compraba mi entrada para el concierto que ofrecieron en el 2008 aquí en Lima. Con el tiempo fui valorando otros grupos que escuchaba antes, y así fue como Dream Theater se coronó la banda que más gusta dentro de mis grupos favoritos. Y de igual manera creía que pasarían años hasta que se decidieran a tocar aquí, y nuevamente volví a ser feliz al equivocarme.


El lunes pude ir al concierto de una banda espectacular que lleva veinticinco años tocando música, influenciando a muchísimos artistas del género y, desde una perspectiva personal, inspirándome constantemente. Si bien llevo escuchándolos solo seis años, y aunque no he llegado al punto de aprenderme la vida de cada uno de los integrantes, fue un honor poder estar frente al escenario cantando, gritando, saltando y empujándome con docenas de fanáticos.

Las rodillas todavía me duelen, tengo la columna hecha un desastre y he tenido que dejar de montar bicicleta los últimos días a causa del cansancio. Pero si existiese la más mínima posibilidad de que toquen de nuevo esta misma noche, olvidaría todo dolor corporal y estaría nuevamente en la primera fila como un loco emocionado. No sé cuándo volverán, o si lo harán, pero tengo por seguro estar presente si sucede de nuevo.


domingo, 10 de mayo de 2009

Detrás de las notas



Will I learn how to be one of you someday?
Will I still feel the eyes that behold me.
Will I hear what you think, when you see me?
Will it tear me apart if you feel for me...

--Broken, de Sonata Arctica


Es asombroso cómo la música tiene la capacidad de plasmarse en nuestra mente de tal manera que, al escuchar una canción determinada nuevamente, nos hace recordar con mayor facilidad los eventos del pasado en los que escuchamos la canción en cuestión. Este tipo de asociaciones es bastante común, como la de recordar algún programa televisivo al comer una golosina que se saboreaba en aquel momento, o como pasar por un lugar particular y acordarse de una conversación con una persona en especial o de algo que pasó ahí en otro tiempo.


Con relación a la música, es placentero asociar una situación de alegría con una canción preferida, pues puede ayudar a levantarnos el ánimo o contribuir a pasarla mejor de lo que ya se hace. Sin embargo, y este es el punto que quería resaltar, es desastroso cuando la canción favorita se asocia con un momento totalmente negativo, pues resulta que o deja de ser favorita o nos recuerda constantemente de algo que seguramente sería mejor olvidar. Siempre existe la posibilidad de presionarnos a asociar la canción con una nueva y mejor situación, pero hasta que eso sucede se puede pasar un largo mal rato.

Creo que fue así como fui dejando de interesarme tanto por Sonata Arctica. El concierto del año pasado fue increíble, tal vez no el mejor en la historia, pero me ayudó en diferentes sentidos, más que nada sociales, y me divertí muchísimo cantando y gritando las canciones o saltando como loco en medio de un mar de personas que se encontraba allí por la misma razón que yo (o por razones muy parecidas). Me encantó ser parte de un grupo de desconocidos (exceptuando a los amigos con los que fui) unidos por una pasión en común, donde cada persona dejaba de serlo para conformar un ente diferente, un ente que, junto con el resto, formaban un ser que no admitía discriminaciones de ningún tipo, un ser movido por la fuerza de la música y del amor por ella. No creo haber tenido ronquera más persistente que la que llegó el día siguiente al concierto. Pero, luego de esto, una serie de sucesos ocasionó que asociara este magnífico grupo de métal con sensaciones pesimistas y depresivas, por lo que poco a poco fui dejando su sonido atrás.

Hoy ya no puedo decir que Sonata Arctica es mi grupo favorito como lo fue por dos años, pero me da gusto empezar a darle nuevos significados a sus canciones. Ayer descargué uno de sus conciertos y pasé una hora y media cantando como loco, determinado a crear nuevas asociaciones y recobrar mi amor por este grupo. Tal vez no sea mi favorito nuevamente, no con Dream Theater como actual poseedor del título, pero sí puedo dejar el negativismo atrás y volver a disfrutar de su música como solía hacerlo. Nunca es tarde para darle vuelta a las cosas sin importar el peso del pasado.

domingo, 12 de abril de 2009

Adictos a la música



Once upon a time
Not so long ago

--Livin' on a prayer, de Bon Jovi


La primera vez que jugué Guitar Hero fue en la casa de un viejo compañero de mi antiguo colegio junto con varios otros amigos, y no tenía idea de cómo utilizar la guitarra de juguete ni de mover mis dedos sobre los botones de manera que atinara a apretarlos conforme la pantalla de la televisión me lo iba pidiendo al ritmo de diversas canciones. La segunda vez fue cuando mi primo obtuvo su juego para Wii y me lo prestó por un tiempo, así que podría decirse que fue una larga "segunda vez", tiempo suficiente para practicar hasta el agotamiento, como hice. La tercera ocasión se dio en un Wal-Mart de Pensilvania, pero con la abismal diferencia de que no era Guitar Hero, sino Rock Band. La cuarta fue cuando compré mi propia consola de Xbox 360 con ambos juegos, y desde ese momento he dejado de contar.

No sé exactamente qué me impulsó a escribir un post sobre estos juegos, quizás el hecho de que los he estado jugando adictivamente los últimos tres meses, de que las tres últimas semanas mis amigos y yo nos hemos juntado exclusivamente para jugar Rock Band, o tal vez porque considero que éste último es uno de los mejores juegos que alguna vez se haya creado. Cualquiera sea el caso, hemos decidido practicar tanto como sea necesario para inscribirnos en algún torneo y esperar ganarlo, aunque esto ya me parece algo difícil, considerando que aún queda mucho espacio para la mejora.

martes, 25 de noviembre de 2008

Reventando tímpanos (segunda parte)


[Love] Seize your only chance
Follow the stars that beckon you through blackened skies

-- Day thirteen: Sign, de Ayreon


Como mencioné en el post anterior, mis primeros grupos favoritos de Metal fueron Rhapsody, Iron Maiden y Metallica, pero no me quedé ahí, sino que fui incursionando en muchos otros subgéneros y grupos, de tal manera que fui edificando mis gustos y dándole forma a mi personalidad en base a la música que escuchaba. Llegué a un punto en el que casi pierdo noción de quién era verdaderamente, pues comencé a vestirme de negro y a usar púas en las muñecas, pero pronto entendí que ser “metalero” no exige llevar la pasión a tal extremo. Y hablo de pasión porque eso es lo que siento hacia este género, y lo digo con total seguridad gracias a más de tres años de haberlo estado escuchando.

Lo curioso es que empecé escuchándolo sin realmente escucharlo, es decir, había algo en los ritmos y en las letras que me movía internamente, pero no podía decir qué. Además, no fue sino hasta que presenté el género en el colegio cuando noté que había cierta fuerza en él, y hasta una estridencia que no había notado; era Metal, después de todo. En las clases de Ciencia podíamos llevar CDs y ponerlos mientras teníamos las lecciones, pero desde la primera vez que llevé los míos, prácticamente nunca más quisieron escucharlos. Eso me llevó a entender, más adelante, que existía toda una idea que prejuzgaba a este género, además de que mi familia solía mirarme con cara de pocos amigos cuando les decía que esa era mi música favorita.

Lo cierto es que el Metal tiene muchísimas variantes, tantas que aún no consigo escuchar todos los grupos, como me propuse hacerlo hace ya más de un año. Algunas son más fuertes que otras, algunas tienen letras más absurdas que otras, algunas tienen vocalistas que apenas y se les entiende, algunas son tranquilas o melodiosas, algunas elevan los ánimos o te hacen sentir que estás en otro mundo, algunas te ayudan a hundirte en los momentos más depresivos y algunas simplemente son. Hay para elegir, y eso fue lo que hice luego de escuchar cientos de grupos mientras investigaba el género. Me quedé con Sonata Arctica, Dream Theater y Ayreon como grupos favoritos básicamente por las letras y por el ritmo, pero tengo muchos otros que se acercan en grandeza a estos tres, pero nos los superan.

Si tuviera que etiquetarme en base a la música que escucho, diría que soy “metalero”, y no por ello tendría que vestirme de negro nuevamente, como he llegado a aprender. Pero no dejo de escuchar otros géneros, incluso Pop o Punk, y no odio a los “emos” como varios dicen hacerlo por escuchar Metal. Veo la música como algo más que una parte de nuestras vidas, la veo como una postura, como fuente de energía, y hasta como aliada en millones de sentidos. Tal vez por ello siempre llevo los audífonos puestos cuando no tengo una radio o una computadora cerca.


[Estas son algunas de mis canciones favoritas, y una que otra demuestra que el Metal también puede ser romántico. Puede que algunas ya las haya puesto en otros posts.]




lunes, 24 de noviembre de 2008

Reventando tímpanos (primera parte)


So, will the real Shady please stand up?
And put one of those fingers on each hand up?
And be proud to be outta your mind and outta control
And one more time, loud as you can, how does it go?


-- The real slim shady, de Eminem


Soy del tipo de personas que descubrió las maravillas de la música a una edad algo tarde, aunque no demasiado. El primer video de una canción que vi, que llamó mi atención y que me atrajo al mundo de la música fue “The real slim shady”, de Eminem, y luego de este llegaron muchos otros más que variaban en contenido y estructura. Este hecho me hizo notar, y posteriormente entender, que no se trata del género, del artista o el mensaje que se transmite, sino de las sensaciones que cada canción tiene en nosotros en diferentes momentos de nuestras vidas.

A veces me duele admitirlo, incluso a pesar de que diga que tengo una mente abierta a todo, pero no tiene caso mentir cuando trato de demostrar un punto importante. Los tres primeros CDs de música que obtuve fueron de Christina Aguilera, Britney Spears y Backstreet Boys; los segundos regalos encubiertos de mi papá, quien los compró para él mismo pero nunca quiso admitir que le gustaban (apenas y pude escucharlos hasta que se aburrió de ellos y me los dio). Es doloroso admitirlo porque cuestiona mi masculinidad, como tantos otros estereotipos sexistas, pero para la tierna edad de trece ya estaba seguro de qué me gustaba. Luego de aquellos tres llegaron géneros y bandas diferentes, como The Offspring, Blink 182, Linkin Park y Papa Roach, quizás queriendo romper con la imagen que tenía de mí mismo antes, quizás descubriendo nuevos sonidos.

Hasta este punto, alrededor de los dieciséis y después de vivir al lado de la música por casi cinco años, ya podía notar que mis gustos variaban muchísimo. Me gustaban el Pop, el Rock y el Nu Metal por encima de otros géneros, pero no hacía a un lado temas clásicos como los de Mozart o Beethoven, con lo que iba creando un repertorio bastante extenso y dejaba abierta la oportunidad de incorporar más estilos.

No incursioné en nuevos géneros sino hasta inicios de los diecisiete, cuando di lo que a mi parecer fue un salto olímpico hasta caer en el Metal, género que le dio un vuelco extraordinario a mi vida. Llegó a mí por dos vías: mi viejo y buen amigo Takashi me regaló un disco con varias canciones de Iron Maiden y Metallica, con lo que me inicié en el Heavy Metal; por otro lado, Christian, otro buen amigo y, podría decirse, modelo que seguí con relación a este tipo de música, solía poner discos de Rhapsody (ahora conocido como Rhapsody of Fire), y un día me atreví a bajar algunas canciones del grupo y terminé adentrándome en el Power y Progressive Metal, mi actual subgénero favorito.

En base a todo esto, puedo decir unas cuantas cosas. Como dije al principio, no se trata del género, el artista o el mensaje, sino de lo que cada canción o estilo nos hace sentir. Con cada grupo sentí cosas diferentes, especialmente porque a cada uno los fui descubriendo en distintos momentos de mi vida, y lo que más me gusta es que al escucharlos nuevamente puedo volver a experimentar las emociones pasadas como si las viviese nuevamente, pues la música ayuda mucho a revivir recuerdos. También existe el problema que se presenta cuando otros no pueden entender esto y terminan señalándonos por escuchar canciones que supuestamente tendrían que ser escuchadas únicamente por mujeres, lo cual me parece completamente absurdo, justamente por lo que acabo de decir. Quería mencionar algo sobre el Metal, pero para no hacer el post más largo de lo que ya es, lo dejaré para el siguiente.




[Aquí dejo algunas de esas canciones significativas en mi trayecto musical.]




LinkWithin

Related Posts with Thumbnails