jueves, 6 de octubre de 2011

Ideación musical


Say it might have been a fiddle or it could have been the wind
But there seems to be a beat now, I can feel it in my feet now
Listen here it comes!

--The music never stopped, de The Grateful Dead


Revisando de manera más minuciosa la lista de canciones que tengo en mi computadora y comparando las letras de varias de ellas (especialmente las de mis grupos favoritos) con ideas que suelo tener, comencé a notar un patrón muy curioso. Reservo en mi vida un espacio bastante grande para la música, pues no pasa un solo día sin que me dé un tiempo para escucharla, pero empiezo a pensar que influye en mí de manera mucho mayor a lo que suponía. Descubrí que gran parte de mis ideas, de la forma en que veo y encaro el mundo, es en base a las letras de aquéllas canciones. 

Considerando que muchas de las cosas sobre las que escribo se remontan a pensamientos o vivencias que  tuve durante la adolescencia, entiendo cómo la música pudo haber tenido un rol especialmente importante en la conformación de mis ideas, y me alegra muchísimo no haber sentido afinidad por géneros musicales demasiado sombríos o extravagantes. Algunos podrían refutar esto último, pues soy amante del métal, particularmente de los subgéneros "power" y "progresivo", y es de ahí de donde viene gran parte de mi filosofía de vida. Sin embargo, como me gusta remarcar, no todas las canciones de métal gozan de letras fantásticas o sonidos estruendosos, también las hay tranquilas, motivadoras, profundas y que, en últimas instancia, guardan significados importantes. Además, no me quedo sólo con este género, me apasionan muchísimos otros.

Ahora bien, no sé en qué medida pueda estimarse como buena noticia el que haya sido influido de manera tan fuerte por la temática de la música que escucho. Hace varios años, durante una de mis clases en el colegio, escuché decir a un profesor que no había forma de crear algo de la nada, que lo nuevo no sería sino el préstamo de varias otras cosas. Así, incluso las ideas más fantásticas deberían su nacimiento al conjunto de otras ideas, no necesariamente relacionadas entre sí, y no tomadas prestadas en su totalidad. El mejor ejemplo que se me ocurre en este momento es la representación prototípica de los extraterrestres, seres verdes de mediano tamaño, delgados, con tres o cuatro dedos, con una cabeza proporcionalmente más grande que su cuerpo y grandes ojos negros. Esta imagen no sería más que varios conceptos unidos que nos ayudarían a darnos una noción de lo que es un alienígena, conceptos que conocemos y que usamos para armar algo que nunca hemos visto. No sé si me explico. Y, en todo caso, me desvié un poco.

Así creo ver mi filosofía de vida, un conjunto de letras de canciones favoritas que guardan cierta relación entre ellas y que, sumadas a otros muchos aspectos de experiencias pasadas que no involucran música, se imbuyen de sentido. Y, por supuesto, no son malas noticias en modo alguno. En todo caso, consigo ver y reafirmar lo que siempre he sabido, que soy un melomaniaco.

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