sábado, 26 de diciembre de 2009

No más distancias


You are stuck in the circle, chasing yourself
With no way out there's one thing you must learn
At the end of the day
There's no more bridges to burn

--Trial and error, de Nightingale


En un post pasado apenas mencioné un asunto que me había propuesto resolver. Y hoy, luego de casi dos meses, intentaré escribir los detalles que omití.

Alguna otra vez dije que uno de mis más grandes errores es el haber perdido contacto con los compañeros de mi segundo colegio. No me arrepiento por completo de esto, pues muchas de las personas que conocí ahí me hicieron pasar muy malos ratos, pero sí he vivido los últimos dos años sintiéndome culpable por alejarme de los pocos amigos que hice y que no se merecían el trato que les he dado.

Las razones de este alejamiento me fueron extrañas por mucho tiempo. Tuve teorías, medité mucho al respecto y hasta hice comparaciones con la escasa relación que tuve con mi madre. La conclusión a la que llegué me dejó más que insatisfecho, pero no consigo dar otra explicación que se acerque más a una verdad acertada. Lo que creo es que al hacer a un lado a mis amigos también hacía a un lado la persona que yo era, el adolescente extremadamente tímido, inseguro y poco sociable, resumiéndolo muchísimo. Básicamente escapé de todo eso, de la noción que ellos tenían de mí, con la intención de reinventarme, mejorar como persona; en definitiva, ser diferente. El error fue suponer que ellos eran parte del problema. Lo peor, no obstante, es que esta actitud no menguó con los amigos del colegio, sino que perduró hasta mis primeros años universitarios, y así he ido perdiendo amistades valiosas, de las formas más inmaduras y estúpidas.

Por mucho tiempo tuve problemas con definir qué era la amistad, qué significaban los amigos, muy ligado a una desconfianza innata que creo poseer. Puedo culpar a mí mamá por esto, pero no sirve buscar errores en otros cuando uno mismo ya los comete. En todo caso, lo que debe hacerse es utilizar esto como punto de partida y avanzar desde ahí, entender por qué se hace tal o cual cosa y tomar medidas para evitar cometer más errores similares en el futuro. Y no solo eso, también encontrar la manera de enmendar todas esas equivocaciones ya cometidas. Y eso es justamente lo que me propuse hacer.

Si bien la idea de comunicarme con mis viejos amigos ha rondado mi cabeza por mucho tiempo, por cobardía y por miedo al rechazo he aplazado toda búsqueda de reconciliación. Y, contrario a mi punto anterior, sí puedo agradecerle algo a mi mamá. Gracias a su aparición y a la resolución de ese asunto pude rescatar dos cosas: la primera, que nunca es tarde para pedir perdón; y la segunda, que no hay nada más difícil que confrontar el problema de una vida, por lo tanto el resto de situaciones serán más fáciles de resolver. Y con esto decidí poner fin a un silencio que debía haber sido roto tiempo atrás.

Los últimos dos meses me he dedicado, principalmente, a contactarme con los tres mejores amigos que tuve en el colegio, darles una explicación de mi comportamiento y pedirles perdón. Esto ha sido mil veces más fácil de lo que esperaba, lo que comprueba que ambos puntos mencionados en el párrafo son ciertos. Pero no me he detenido aquí. Dándole un aspecto positivo a la idea que dio inicio a este problema del alejamiento, y a pesar de ser muy diferente a como fui los últimos años de mi vida escolar, me he propuesto dar (y estoy dando) los pasos necesarios para convertirme en esa mejor persona que me propuse ser y que, no sin esfuerzo, tengo como meta volverme.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Foto-afición


Oh the light can carry
All the visions of the sea
Oh the light can carry
All the images to me

--Available light, de Rush



Después de diez clases de Fotografía, y con una cantidad increíble de información aprendida de por medio, me toca presentar un trabajo final para el último día. Mi primera opción estaba relacionada con el ciclismo, pero no se me ocurría cómo volverlo un documental siendo yo el fotógrafo y no ya el ciclista. Luego pensé en literatura. Portadas de libros, cuentos en plena creación, hojas, etc., pero no me convenció. Así que elegí una tercera alternativa, los partidos de fútbol.


El primer partido al que asistí fue más una especie experimento, pues sabía bien que al no tener un lente teleobjetivo que me permitiese capturar adecuadamente a los jugadores desde una distancia alejada no obtendría muy buenas tomas. La mayoría de fotos que conseguí salieron borrosas o mal encuadradas, pero pude capturar algunos momentos precisos que salieron más por suerte que por técnica (la foto de este post es uno de ellos).

En el segundo partido las cosas cambiaron. Esta vez tomé en cuenta todos los errores que cometí durante mi primera visita y utilicé otro tipo de acercamiento (literalmente). Corrí de un lado para otro con cámara en mano como si fuese un jugador más en la cancha, me volví parte del partido en tanto estaba pegado al balón en cada oportunidad que se presentaba y, en lugar de esperar una jugada crucial, traté de fotografiar cada movimiento interesante. Todo sin ser una molestia en el campo.

Ahora que tengo todas las fotos, comparo los resultados y encuentro puntos positivos y negativos en ambas sesiones. Si bien tomé más en la segunda, la primera contiene mejores, por ejemplo. O, también, la primera está plagada de paisajes, mientras la segunda tiene más retratos y detalles. Lo que cuenta es que tengo un poco de todo, suficiente para hacer un buen trabajo aun sin utilizar el lente necesario. El lunes terminaré el curso, pero mi interés por la fotografía va en aumento, así que veo el inicio de algo grande por venir.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Las piezas del rompecabezas humano (segunda parte)


Half of the time we're gone but we don't know where
And we don't know where

--The only living boy in New York, de Simon & Garfunkel


El primero de los temas que mencionaba es la elección de una carrera profesional. Es una decisión altamente importante porque prácticamente define el resto de nuestras vidas, y el reto está en que, por lo general, ésta debe tomarse a una edad en que tal vez no se tome con la seguridad necesaria. En mi caso, recuerdo que un año antes de salir del colegio estaba decidido a estudiar Ingenieria de sistemas. Y en lo que restó de ese año cambié de opinión varias veces, pues tuve como opciones Ingeniería informática, Ingeniería industrial, Filosofía, Literatura y Periodismo antes de quedarme con mi actual decisión, Psicología. Esa gran indecisión se debió en parte a mi falta de información por un lado, y a mi poca madurez por otro.

Durante casi tres años he estado seguro de mi elección, hasta que entré en una gran crisis poco antes de terminar el año pasado. Esa crisis me hizo dudar no solo de mis decisiones con respecto a la carrera, sino también con relación a los estudios como un todo, a una educación universitaria. Esto fue lo que en última medida me hizo querer viajar por el Perú en bicicleta (que es otra historia), una forma de encontrar rumbo propio, un sentido mayor que el de vivir la vida como el resto de personas. No hace falta decir que este viaje nunca se dio, pero aún así he podido pensar en mucho en todo este tema, y aún así he llegado a una conclusión satisfactoria. Sin embargo, esa misma crisis del año pasado llegó hace tres meses, si bien con menos potencia, sí con mucha presión por parte de mi familia.

Aquí es donde este tema se une con el segundo, el más general, y con la idea principal de estos dos posts. He pasado poco más de dos meses dudando nuevamente de mí mismo e informándome sobre otras carreras con la finalidad de no sentir que las descarto por desconocerlas ni porque mi familia me aconseja que estudie otra cosa. Pero estas últimas semanas, la seguridad que me abandonó por tanto tiempo ha regresado, no ilesa, pero fuerte. Con ella y con lo que he averiguado de otras carreras puedo estar seguro de que Psicología es mi mejor opción dentro de lo que se refiere al estudio. Este fue mi "examen a libro abierto", donde a pesar de obtener ayuda de muchas fuentes, en última instancia tuve que llegar a la respuesta por mí cuenta. Y junto con esto he podido resolver tantas otras incógnitas y tantos otros problemas, así como balancear mi vida hasta llegar a un punto donde puedo sentirme bien, realmente bien.

Sin embargo, regreso a lo que dio inicio a todo esto: ¿Cómo sé que lo que hago es lo mejor? No parto de una inseguridad, sino de una preocupación. Me preocupa que al elegir ciertas piezas esté dejando de lado otras iguales o mejores. Siempre cabe la posibilidad de que en el camino que estoy tomando estoy pasando por alto muchas cosas, varias que el futuro podrían servirme. Quizás, más allá de que Psicología sea lo que más me guste, exista algo en lo que soy mejor. O que al estudiar en una universidad pierda la oportunidad de hacer otra cosa que pudiese brindar un futuro más feliz. La experiencia me ha enseñado las dos caras de la misma moneda, que es posible tomar ciertas piezas que no elegimos la primera vez, y que algunas de las que sí obtuvimos en un comienzo pueden no encajar a la larga.

La conclusión, o lo más cercano a una, es que no hay forma de saberlo enteramente. Si tuviésemos las respuestas de antemano no solo estaríamos haciendo trampa, sino también viviendo una vida aburrida y sin emoción. Pero ni con toda la información del mundo podemos estar seguros de que esos temas importantes podrán ser decididos correctamente. Se trata, finalmente, de no tomarlos a la ligera, pensarlos con la seriedad adecuada, elegir con sensatez y aceptar lo que venga como resultado. Como armar un rompecabezas.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Las piezas del rompecabezas humano (primera parte)


I remember you told me once
What could be the answer to it all
The answer to my soul

--Alive, de Circus Maximus



La última semana he tenido la cabeza enfocada intensamente en un tema, que es derivado de muchas de las cosas que me han sucedido a lo largo del año, y a la cual aún no consigo respuesta. Quizás escribiéndola pueda tener la idea más clara.


Imaginando que la vida es una enorme caja de un rompecabezas infinito, y que cada uno de nosotros, cada decisión, cada acto y cada experiencia es una pieza, se podría ver la existencia, y lo que vamos adquiriendo en ella, como el encaje de diferentes partes de este rompecabezas. Es como si nuestra vida estuviese compuesta por piezas iniciales (genética, factores hereditarios), y que mientras pasa el tiempo vamos añadiendo más de ellas (experiencias, aprendizajes). La metáfora puede ser algo confusa, pero quería presentarla porque fue con ella como di con la idea principal y como he intentado confrontarla: Dentro de aquellas piezas sobre las que tenemos control (decisiones y actos, por ejemplo), ¿cómo podemos saber cuáles son las indicadas? Básicamente, ¿cómo sé que lo que hago es lo mejor?

Es fácil responderlo cuando vemos hacia atrás, el camino que nos ha traído hasta donde estamos, pues ya sabemos las consecuencias de nuestras acciones. Lo difícil es proyectarnos en el futuro con este poco conocimiento, que puede o no ayudarnos. Cuando se trata de decisiones de alta importancia, lo más probable es que no nos quedemos solo con lo que hemos aprendido sino que busquemos consejo en aquellos que saben más. El problema se presenta cuando la respuesta que buscamos no es tan simple como un "sí" o un "no", cuando luego de juntar nuestra experiencia con la de otros nos vemos en la seria tarea de encontrar la solución con estos elementos, que no siempre serán los necesarios. Si lo viésemos como un examen, sería uno de "a libro abierto", donde la respuesta no se encuentra exclusivamente en la información que ya tenemos. Lo que vale es el uso adecuado del sentido común, del criterio y de un razonamiento que tomen en cuenta cada factor que pueda estar ligado con el rollo del asunto.

Hablando en términos concretos, tengo dos asuntos en mi vida que me llevan a pesar en todo esto, uno específico y el otro mucho más general que abarca al anterior. Pero para no hacer este post más largo de lo que ya es, dejaré este tema para mañana o pasado.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Al parecer el fin del mundo tiene fecha



--Visions, de Stratovarius



Ayer vi la película 2012 y me dejó pensando en muchas cosas, especialmente porque fui a verla luego de haber sido bombardeado con las ideas de mi papá, ideas que yo pongo en duda más por escepticismo que por rebeldía.


Supuestamente, según el fenómeno del calendario Maya y algunas fuentes como videos, libros e investigaciones, el mundo acabará en el año 2012. Esto lo aprendí por mi papá, quien, fiel a su movimiento "New Age" y el espiritualismo que ello conlleva, dijo que más podría tomarse como un cambio en el pensamiento de la humanidad y no tanto una serie de cataclismos apocalípticos. No he investigado mucho al respecto, pero la idea básica que he conseguido es que tanto el calendario Maya como el resto de noticias relacionadas al tema son bastante inexactas, por no decir completamente. Yo me inclino a pensar que es un fenómeno parecido al que surgió unos años antes del 2000, pero con un poco más de información chatarra de por medio. Puedo equivocarme, claro, puedo estar eligiendo el bando equivocado, pero no lo creo así.

La película, en realidad, tiene un poco que ver con todo este tema. Lo que hace es reunir todas las ideas de cada una de las fuentes que predicen este cataclismo y hasta inventar o exagerar algunas para causar un mayor impacto. Mi papá la vio antes que yo, y su opinión fue justamente la que hubiese esperado de su parte, no le gustó. Deduzco que porque no hubo un cambio espiritual, y sí una destrucción masiva del planeta y sus habitantes. En mi caso, me voy del lado contrario. No es una buena película, definitivamente, al menos eso pienso debido a la historia, pero sí entretiene y cumple con lo que toda película debería, mantenerte interesado y disfrutarla. Fui a verla, honestamente, porque quería ver cómo el mundo se destruía.

Algunos pueden tomarla como una moraleja, relacionándolo más con el calentamiento global y sus posibles devastadoras consecuencias, que me parece mucho más acertado que pensar en la alineación de los planetas como signo del Apocalipsis. Yo, por ejemplo, lo veo así, como una serie de mensajes. Y me encantaría pensar que la humanidad tendrá un cambio de pensamiento o que se dará inicio a una nueva era, pero lo encuentro poco probable, y me cuesta más creerlo si le ponen fecha exacta. Puedo creer en muchas cosas y tener ideas soñadoras, místicas y míticas, pero todo tiene un límite.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Sin ti otra vez


Hark me now and let me go
To far away lands and distant shores
An angel at my side

--Magic ride, de Ayreon


Un par de días atrás me despedí de mi bicicleta una vez más, y ya voy sintiendo el peso de querer pedalear por la calles y no poder hacerlo. La última vez que sucedió esto fue hace unos meses, cuando la llanta trasera murió después de recibir mil pinchaduras y sobrevivir a todas excepto a la última. Antes de eso, un año atrás, fue el timón que se rompió sorpresivamente mientras iba por una avenida congestionada. Y mucho antes fueron los pedales, aunque estoy seguro que estos se rompieron por capricho.

Felizmente, esta vez no hay nada roto, solo unas pequeñas fallas con los cambios. Así que aproveché para mandarla a que le hagan un mantenimiento general, le cambien el aceite y le afinen el motor (que no tiene). Siempre me quejo de lo mala que es esa bicicleta, cómo luego de solo un año y medio (y de repente dos) la he tenido que reparar tantas veces, pero también he pensado que parte de la culpa debe ser mía, ya que a veces suelo forzarla tanto como fuerzo a mí mismo por pedalear unos kilómetros más.

Hasta que no tenga el dinero suficiente, seguiré con esta bicicleta, seguiré mejorándola, añadiéndole nuevos implementos y cuidándola. Después de todo, en momentos como estos es cuando me doy cuenta de que sin ella la paso bastante mal.

viernes, 4 de diciembre de 2009

Libros y punto


I wanted more
Than life could ever grant me

--Today, de The Smashing Pumpkins



Hace unos días pasé por la Feria del libro en el Museo de la Nación. La última feria de este tipo a la que fui, sin contar las que hacen en mi universidad, fue hace tres años, y luego de aquella me dije que pasaría un buen tiempo hasta que volviera a ir a una.


En otro post mencioné lo mucho que disfruto de la lectura y cómo el haber sido inculcado a leer desde muy pequeño ha influenciado mi gusto y forma de escribir. Es justo por este disfrute que me encanta visitar librerías, pero hace un tiempo adquirí el mal hábito de salir de ellas con al menos un libro bajo el brazo, y desde entonces me cuesta acercarme a ellas (a menos que vaya sin dinero). Esto por esta misma razón que dejé de ir a ferias, un evento que me deja intranquilo y con ganas de comprar todo lo que veo. En el último al que fui terminé gastando más de trescientos soles.

Recientemente me he encontrado leyendo muy pocas novelas que me dejen con una sensación de satisfacción, de haber utilizado bien mi tiempo en leerlas. No porque sean mala literatura, sino por cuestión de gustos, puesto que la mayoría no las he elegido yo sino que me las han regalado o las he encontrado en los estantes de mi abuela. Y movido por esta razón (¿excusa?) fui a la feria de este año. Esta vez me fue más fácil controlar mis impulsos derrochadores, ya que al estar casi sin un centavo (debido a mi nueva cámara) tuve que elegir bien qué compraría y no irme cargado con una montaña de libros.

Estos son los que compré: Los testamentos traicionados, de Milan Kundera (mi autor favorito); Antes del fin, de Ernesto Sábato (primera autobiografía que me estoy atreviendo a leer); y La rebelión de Atlas, de Ayn Rand (recomendado por la amiga "excéntrica" de una amiga...).

domingo, 29 de noviembre de 2009

El precio por querer ver el mundo


The demons sometimes find a way
There's nothing keeping them at bay
But for the power of my mind

--Glory of the world, de Stratovarius


Anoche reviví una experiencia por la que pasé seis meses atrás, una de esas vivencias únicas que nunca se repetirán, y que, quizás por ello, no tendría que haber vuelto a tenerla.

Hace seis meses describí un ritual de ayahuasca al que me atreví a participar con la finalidad de obtener una nueva experiencia y ser "curado". Ayer volví a ser parte de una ceremonia con esta planta a pesar de antes haber dicho que probablemente no lo haría, y aunque esta vez estaba completamente dispuesto a tomar en serio la parte de la curación, podría decirse que fue esto último lo que terminó por desencantarme.

Tal y como la vez anterior, al tomar el brebaje "le pedí" a la planta ver algo específico durante las alucinaciones, solo que esta petición salió de mí de una forma casi inconsciente, pues me escuché decir mentalmente que quería ver el mundo. Mientras esperaba que la sustancia hiciese efecto traté de entender la razón por la que había dicho aquello, o a qué me refería exactamente. Al final concluí que no era en un sentido literal, volar por el mundo y visitar lugares, sino más metafórico, como abrir los ojos y notar lo que me rodea, tomar consciencia.

Pasé una hora con un malestar en el estómago, lo cual era normal, pero en ningún momento vi más que el cuarto oscuro en el que me encontraba y las siluetas de los demás participantes. Quedé dormido por un buen rato y, tras tratar de no volver a cerrar los ojos, intenté concentrarme, poner mi mente en blanco, pero el malestar me lo hizo muy difícil, y así estuve hasta que el momento de la curación en sí llegó. Cuando estuve sentado frente al chamán y éste me preguntó cuál era la razón por la que estaba ahí, le dije algo formulado tan inconscientemente como lo anterior: Quiero ver el mundo y liberarme de mis demonios internos. Minutos más tarde sentiría cómo mi petición comenzaba a ser escuchada, pero ante un precio más alto del que esperaba.

Si bien antes de la ceremonia se dijo que estos demonios interiores los tenemos todos, y que incluso algunos pueden ser motor de nuestra creatividad, yo estuve convencido en todo momento de que no los necesitaba, de que deshaciéndome de ellos puedo tener igual o tal vez mayor pasión por las artes, mi punto fuerte en lo que se refiere a la creatividad. Luego de hecha la curación y mientras el dolor de estómago se hacía cada vez más fuerte, pensé en esto, en cómo me afectaría en el futuro.

Cuando el ritual hubo acabado, y cada persona contaba su experiencia y lo que había visto, yo luchaba contra el malestar e intentaba dormir. En un punto me di por vencido y traté de unirme a las narraciones de mis amigos, pero esto me dejó mareado por un buen rato, y la tranquilidad que los demás decían sentir me era cada vez más ajena. Mis movimientos eran especialmente lentos, y había como un retraso en mis sensaciones, como si tocara la pared y recién tras dos segundos la sintiera. Adolorido y desorientado me puse de pie, caminé al baño con pasos tambaleantes e intenté vomitar, pero mis intentos no sirvieron. Una vez de vuelta en el cuarto, me escuché hablar sin entender mis palabras, pero al notar que el ayudante del chamán pedía que me sentara y empezaba a realizar unos procedimientos sobre mi cabeza, noté que estaba tratando de ayudarme después de haberle dicho que no me sentía nada bien. Al cabo de un rato volví a echarme y, no sin esfuerzo, me quedé dormido.

Desperté muchísimo mejor, más tranquilo, aunque con rezagos del dolor. Toda esta vivencia me hizo pensar algunas cosas. Por un lado, que con seguridad no volveré a probar ayahuasca, no después de una experiencia tan perturbadora. Por otro, y haciendo un esfuerzo tremendo por hacerle caso a la pequeña parte de mí que cree en estas ceremonias místicas y espirituales, así como en su funcionamiento, pienso que ver el mundo fue una petición demasiado grande y que por esto no vi nada; o, si es que lo vi, no lo recuerdo. Sin embargo, tengo la idea (que va de la mano con lo anterior) de que la segunda parte sí pudo conseguirse, el ser liberado de mis demonios, y que todo el dolor y malestar se debió a eso, a lo difícil que fue lograrlo.

Al final puedo equivocarme, quizás solo eran gases, tal vez no seguí bien la dieta que se pidió, de repente la planta no funciona conmigo, o posiblemente no debía haber repetido una experiencia que debía ser única. Cualquiera sea la razón, me inclino a pensar (quizás convenientemente) que sí ha habido una curación. Pienso que el ritual es solo el principio, que ahora soy yo quien debe poner de su parte para recibir los beneficios, pero estos solo podré sentirlos en los meses por venir. Hasta entonces, intentaré ver el mundo de la manera metafórica que quería, pero sin medios tan dolorosos.

martes, 24 de noviembre de 2009

El primer disparo


*

Freeze this moment
A little bit longer
Make each sensation
A little bit stronger
Experience slips away...

--Time stands still, de Rush



Este lunes tuve mi primera clase en el curso de Fotografía digital al que acabo de inscribirme, un curso que he querido llevar desde hace años, pero que por falta de una cámara y de tiempo nunca pude. Como ahora tengo ambos, aproveché la oportunidad.


Desde hace cuatro o cinco comenzó a interesarme la fotografía, aunque de manera bastante superficial. En ese entonces contaba con una cámara de las comunes, las que entiendo como comerciales, y me encantaba tomar fotos a pesar de no tener idea de estilos, formatos y demás. Durante todo este tiempo tuve otras dos cámaras, las cuales utilizaba aún más seguido que la primera, y hace poco comencé a usar un programa similar a Photoshop par alterara las imágenes que conseguía con aquellas. Ayer, al fin, compré una cámara profesional, a pesar de que yo no esté cerca de serlo.

La clase me sirvió para probar por primera vez mi nueva compra, pero lo que obtuve con ella fue muchísimo más que eso. Los términos nuevos, el uso en sí de la máquina, la combinación de formas para tomar fotos, por mencionar algunas cosas, me abrumaron. En casi tres horas aprendí todo lo que durante años he querido saber, y es más que seguro que todavía falta más. Sin embargo, durante los ejercicios prácticos de lo que vimos en teoría, descubrí que no estoy tan perdido como en un inicio pensé, y que tanto tiempo practicando "a ciegas" ha servido.


[*La imagen de este post es la foto que tomé sabiendo, por primera vez, lo que hacía.]

lunes, 23 de noviembre de 2009

Pedaleando por el oro


Faster than light we will find
A way out of the conscience
And the more we know, more we'll mind
It's a matter of patience
Always...

--Speed, de Angra


Siguiendo con el tema del ciclismo, pero desde otro ángulo, ayer participé en mi primera bicicleteada masiva. Un par de semanas atrás me topé con el anuncio de la bicicleteada que estaba organizando el distrito de Surco, así que por amor al ciclismo y con ganas de probar algo nuevo, decidí inscribirme.

El día del evento me presenté una hora más temprano de lo que se especificaba, pero, como ya me lo esperaba, el lugar estaba repleto. Mientras hacía la cola e iba consiguiendo un lugar en la línea de partida, comencé a imaginar cómo seria pedalear al lado de cientos de otros ciclistas, pero me fue muy difícil verlo claramente, aunque asumía que no sería nada simple. La hora y media de espera que tuvimos que hacer me la pasé en medio de una lucha conmigo mismo, pues por un lado quería hacer el recorrido a la par con el resto, y por el otro mis ganas de competir empujaban a tratar de llegar entre los primeros. Al final me dejé llevar por lo que pienso es lo más natural, digamos, por las ganas de ganar, situación que no se me presenta para nada en deportes en equipo pero sí en individuales.

Cuando al fin se dio inicio a la bicicleteada, dado que todos estábamos demasiado cerca los unos de los otros, no faltaron las caídas, las pifias y por ahí la ocasional discusión. Felizmente, a pesar de tambalearme un poco, pude salir sin mayores problemas. Pero desde ese momento, desde el comienzo, entendí que la posibilidad de "ganar" era bastante pequeña, pues había tanta gente que era demasiado trabajoso adelantarse. Durante ciertos tramos, especialmente en las partes que había que subir pequeñas cuestas, aprovechaba los espacios entre bicicletas y me abría paso hasta el principio de todo el grupo, pero las paradas obligadas que tuvimos que hacer para descansar terminaban por deshacer mis esfuerzos, porque pronto el resto de personas volvía a alcanzar la delantera. Pude llegar a la meta entre los primeros veinte o treinta participantes, pero creo que las expectativas que tenía de este evento eran demasiado grandes como para obtener mayor satisfacción.

Como experiencia, me encantó hacer algo que nunca antes había hecho, pedalear al lado de tanta gente. Pude saciar mi sed de competencia al menos un poco, ya fuese bicicleteando en sí o haciendo alarde silencioso de mi bicicleta (que en realidad no considero muy buena) y sus accesorios. Además, creo que siempre es bueno cambiar un poco la rutina, montar en grupo de vez en cuando, aunque siempre preferiré un grupo mil veces más reducido. Sin embargo, tengo algunas objeciones y muchas sugerencias, aunque mis críticas calzarían mejor en una competencia y ya no tanto en este tipo de eventos más recreacionales.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Plan C


Early morning, and I'm on the go!
Here I'm finally on the road...
On the road!

--Traveller, de Devin Townsend


Casi un año atrás nació la idea de hacer un viaje en bicicleta por la costa peruana, un viaje que probaría mucho más que mi capacidad de resistencia física o mi pasión por el ciclismo. Por una serie de cosas, como ya he detallado en algún post anterior, dejé de lado esta aventura sin siquiera comenzarla. Sin embargo, existe un alternativo, el que meses atrás no tenía y que tampoco esperaba tener, y que ahora es prácticamente un hecho.

Hace dos meses Charlie se ofreció a acompañarme en un viaje en bicicleta, aunque no uno tan largo como el que yo tenía en mente. Desde ese momento quisimos irnos a Canta, que si bien está en el departamento de Lima, se encuentra en la parte andina del Perú. Por semanas estábamos decididos a ir ahí, pero cuando comenzamos a planear la ruta, notamos que nos tomaría más tiempo del que teníamos planeado utilizar, así que optamos por otra opción, Lurín.

Una vez que elegimos este nuevo lugar, me detuve a pensar. En comparación a mi primer proyecto, es extremadamente más simple llegar a Lurín, toma muchísimo menos tiempo recorrer la ruta, y, a pesar de ser una aventura a fin de cuentas, no se acerca en lo más mínimo a lo que yo quiero. Esto me quitó un poco la ganas de hacer el viaje, pero con los días comprendí una serie de cosas que ayudaron a que recobre y aumente el ánimo. Ya no se trata de la idea inicial, de darle una probada a lo que quiero que sea mi vida en el futuro, sino de algo completamente diferente pero aún así estrechamente ligado con lo anterior. No puedo hacer un viaje de miles de kilómetros por un territorio desconocido sin antes haber experimentado algo de un magnitud menor y por lugares más familiares, sin olvidar que esta vez no estaré solo, pues contaré con la compañía de Charlie y de las demás personas que se animen a venir con nosotros. Por esto y por mucho más entendí que no puedo presionar las cosas, que el apurarme solo entorpecerá mis pasos. Además, todavía tengo tiempo, aún me queda toda la vida para realizar mis sueños. Y creo que la mejor manera de poder conseguirlos es con un poco de práctica de por medio.

Hoy terminamos de hacer los planes con respecto a la ruta, los descansos, la distancia, los lugares para comer, el posible hospedaje y cuánto tiempo nos tomará realizar la excursión. Lo siguiente es hacer un listado de lo necesario por llevar, conseguir que nos acompañen dos o tres amigos que se sientan igual de aventureros que nosotros y conseguir un poco más de físico. La fecha ya está puesta, así que solo es cuestión de esperar.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Dímelo "de frente"


Like turning on a light the brain's online tonight

All around the world

-- Society of the mind, de Shadow Gallery


Dos días atrás se me ocurrió una idea que, luego de conversarla con otras personas, y así descubrirlo, resulta ser exageradamente poco original. Sin embargo, busco una manera de ponerla en práctica de todas formas.

Hace meses Charlie (un amigo) me comentó un plan de publicidad que quería llevar a cabo. Lo que planeaba hacer era, en ebay o páginas similares, ofrecer su frente como un espacio publicitario. Yo pensaba que no lo decía en serio, que solo continuaba las bromas que le hacemos sobre el (enorme) tamaño de su frente. Pero ayer, luego de preguntarle sobre esto y sobre la (ir)realidad de poder llevarse a cabo, entendí que tiene todas intenciones de hacerlo, y que, efectivamente, es posible. Pues bien, mi idea es parecida, pero un tanto diferente.

Pienso ofrecerme a mí mismo como espacio publicitario mientras bicicleteo por Lima. La idea que yo tengo no va a la par con lo que ya se ha hecho antes y que se está haciendo todavía, el jalar una pancarta con la bicicleta o montar disfrazado, sino algo más parecido al "sponsoring", sin serlo exactamente. Lo que estoy buscando es poner slogans o imágenes de lo que sea que publicite en un polo o en un banderin atado a la bicicleta y transitar las calles una cantidad determinada de horas a la semana. Aún no sé si esto en particular puede hacerse, o si de poderse resulte efectivo, pero por el momento es solo una idea que, espero, funcione.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Memoria de elefante


Feelings from so long ago

I don't remember

-- Remember, de Disturbed


Sin querer recordé un episodio con mis primos, los cuatro reunidos hace años alrededor de la mesa de la abuela preparándonos para otro usual almuerzo. Y, siguiendo con las costumbres, cada uno tenía su vaso favorito (el cual había elegido tiempo atrás) con la imagen de un animal diferente. El mío era un elefante. Debatíamos sobre cuál de los cuatro animales podía ganarle al otro, y concluimos que ni la jirafa ni la cebra ni el león tenían chance alguna contra el elefante al que defendí ciegamente. Tal vez por los cuernos, quizás por la fuerza, aunque posiblemente por el tamaño. No lo recuerdo. Tampoco sé si lo elegí yo o alguien más lo hizo por mí. Solo sé que prefiero a los leones.

sábado, 14 de noviembre de 2009

Ilusiones


I'm lost in nowhere, I cannot see

What's inside of me

Some changes appear I can feel,

I'm coming alive

-- Chosen, de Adagio



C: Mañana dejas de leer ese libro.

D: Pedo... Me guta.
C: ¿Y también te gusta tener pesadillas? ¿O mojar la cama todas las noches?
D: Igua do voy a deer.
C: Y luego, ¿qué? Vas a terminarlo, pero ¿crees que con eso se esfumarán tus miedos?
D: Sí.
C: No. Solo empeorarás las cosas. Mírate en este momento. Estás temblando, tienes el pulgar en la boca como un niño. Ya te imagino después, durmiendo con la luz prendida.
D: ¡Do soy un diño!
C: Ya, listo. Ya me cansé de escucharte. Duérmete que mañana tienes que ir al colegio.
D: ¡Do!
C: ¿Vas a discutir sobre eso también? Ya lo hemos hablado, si no vas no hay quien te reemplace.
D: ¡Voy a segui deyendo e dibro!
C: Bien, haz lo que quieras. Pero si vuelves a orinarte en la cama esto se acabó, ¿me entiendes?
D: ¡Bie!
C: Tú eliges. O el bendito libro o tu matrimonio.
D: Mañada mimo llamo a mi abogado.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Hasta en los videojuegos



When the day will slowly end and the sun has turn to grey
Will we feel the power of freedom with the dawn of a new day?

--Dawn over a new world, de DragonForce


Las últimas semanas he estado dedicándole bastante tiempo a un juego de Xbox 360 llamado Fallout 3, y recién hoy he podido terminarlo, aunque poco antes de hacerlo me crucé con una idea que podría extrapolarla a prácticamente cualquier ámbito de la vida en general.

La historia del juego, altamente resumida, es sobre un hombre que va en busca de su padre en un Washington DC post-apocalíptico y futurista devastado por una guerra atómica y la consecuente radiación, y, cuando al fin lo encuentra, de ayudarlo o no a concretar un proyecto que puede salvar a la humanidad.

A lo largo del juego uno puede ir tomando decisiones que afectarán la historia, pero es la última decisión la que en definitiva altera la conclusión. Casi por finalizar el juego, uno se ve presentado con varias alternativas, una de las cuales es utilizar un virus para erradicar todo organismo que haya sido afectado por la radiación, de tal manera que solo las personas que consiguieron esconderse en refugios especiales contra la bomba atómica sobrevivirían, y todos aquellos que no, tanto monstruos como demás humanos, morirían para que el resto obtuviera la vida que tuvo antes, sin mutaciones y con agua pura. Cuando llegué a este punto, creo que demasiado involucrado con la trama, pensé que sería injusto matar a otros con el propósito de regresar a lo anterior; es decir, es utópico creer que uno puede borrarlo todo (o casi todo) y comenzar de nuevo.

Esta es la idea que rescato, el no poder reiniciar la situación o la imposibilidad de volver a "como eran las cosas antes". Puedo haberla obtenido de un juego, pero es algo por lo que trato de guiarme desde hace ya un buen tiempo. No creo que lo mejor sea un "borrón y cuenta nueva", ni creo que realmente pueda hacerse eso, puesto que todo cambia en el momento en el que hacemos las cosas. Si cometemos un error, el disculparnos no hará que haya dejado de cometerse incluso si se nos perdona, y el valor de esa acción, por más pequeña que haya sido, permanece de alguna manera. Con esto no trato de decir que el que perdona no olvida o que el perdonado nunca deja de sentirse mal, sino que estas cosas dejan marca de una u otra forma, y por más que mi ejemplo parta de algo negativo, la situación o la marca no tienen por qué serlo.

El punto, finalmente, no es regresar a lo anterior, no es comenzar de nuevo, sino vivir desde ese punto en adelante con lo que hemos hecho o con lo que ha pasado, adaptarnos. En el caso de los aciertos es un poco más fácil, mientras que en el de los errores se trata de aprender. Tal vez es una idea a la que vuelvo con demasiada regularidad, pero quizás ello solo significa lo importante que es.

sábado, 7 de noviembre de 2009

Un comienzo sin principio


So out of nowhere it will rise
Oh, and another journey starts

--And the story ends, de Blind Guardian


Cada noche de la semana pasada me dediqué a avanzar un poco más de la novela en la que trabajo, pero el plan de cada una de esas largas horas de escritura comenzaba siendo otro. Abría un documento nuevo de Word y comenzaba a pensar en formas de iniciar el relato que me propuse presentar en el taller de Narrativa, pero lo poco que me venía a la cabeza lo encontraba o insulso o que encajaría mejor en mi novela, por lo que al cabo de unos minutos desistía de intentar escribir el cuento y me dedicaba a aquella.

Desde que presenté mi primer borrador del relato (que saqué de una mini-historia que escribí en otro blog), he quedado algo desanimado con este proyecto. Si bien lo que di a leer al profesor y a los alumnos fue una anécdota escrita con un estilo diferente al que suelo utilizar, me tomé las críticas muy en serio, ya que, a fin de cuentas, sea cual sea el estilo empleado, sigue siendo algo mío. Al principio tomé sus opiniones como golpes que de a pocos fueron dejándome tendido en el suelo, pero luego entendí que todos esos comentarios eran exactamente lo que necesitaba. No tengo muchas oportunidades de presentar las ficciones que escribo a otras personas (menos aún a profesionales literarios), así que el recibir consejos de su parte es, en gran medida, una forma de ayudarme a poner los pies en la tierra y descubrir errores que por mi cuenta no encontraría. Desde ese día me atreví a alterar y hasta borrar párrafos enteros de mi novela, pero no estuve ni cerca de escribir siquiera una oración del cuento.

Creo que lo que más me costó fue desasociar el relato con la primera frase que lo compondría, esa que debe atraer al lector lo suficiente como para tenerlo pegado a la historia durante el resto de oraciones. Lo que hice fue comenzar por lo que vulgarmente llamaría "la segunda frase", por acontecimientos que suceden a la acción inicial, algo así como escribir una narración sin un comienzo. Una vez que pude conseguir esto, pude liberarme de las ataduras psicológicas que evitaban continuar con el cuento, por lo que ahora me siento orgulloso de haber luchado por escribir un párrafo y medio que da paso a varios otros párrafos y medios.

Todavía me cuesta un poco todo esto de los cuentos cortos, y ahora entiendo por qué dicen que es el género literario más difícil de manejar, pero esto es razón y motivación de sobra para seguir queriendo escribir uno.

lunes, 2 de noviembre de 2009

El primero de muchos



--SOS, de Stratovarius


Llevo un buen tiempo corriendo tras algo que se me ha escabullido demasiadas veces y que he dejado escapar adrede la mayoría de ellas. Hoy, ayer y algunos días de la semana pasada me decidí a olvidar este absurdo juego y tomar responsabilidad, dar los pasos necesarios para recuperar aquello que perdí tontamente, inmaduramente. Si bien la Motivación (sí, con mayúscula) ha estado apareciendo y desapareciendo en distintos ámbitos de mi vida, me he resuelto a comenzar a actuar sin ella en este asunto específico, de lo contrario seguiré aplazando lo debería haber resuelto años atrás, aunque tengo fe en que me alcanzará a lo largo del camino.

Ya es tiempo de corregir uno de los mayores errores de mi vida.

viernes, 30 de octubre de 2009

Hace diecisiete años


But after a while
You realize time flies
And the best thing that you can do
Is take whatever comes to you
'Cuz time flies

--Time flies, de Porcupine Tree


Unas semanas atrás, en medio de un afán por conseguir películas animadas que vi durante mi niñez, recordé una en particular. No sabía ni el nombre, ni quién la hizo, ni la trama. Solo tenía en mi cabeza una escena específica en la que los personajes salían de una casa inundada, e incluso estoy seguro de que no la estoy recordando muy al pie de la letra.

Lo primero que hice fue entrar a Wikipedia, donde pude encontrar un listado de todas las películas de dibujos animados que se han creado. Luego repasé la lista unas tres o cuatro veces leyendo cada título con la esperanza de que alguno me pareciese conocido, pero no pude conectar ninguno con la escena en mi cabeza. Finalmente, decidí revisar minuciosamente cada película, filtrando mis elecciones de acuerdo al país de origen y al año en que fue filmada, lo que llevó tanto tiempo que hubo un momento crítico en la búsqueda en el que casi desisto por falta de resultados.

Estuve así cerca de dos horas. Temía que al no tener ningún dato concreto sobre el dibujo podría haberlo pasado por alto, pero cuando vi una portada en la que salía un gallo vestido como Elvis Presley supe que había encontrado mi película. Aún con título ("Rock-a-Doodle") y con la imagen del protagonista no puedo recordar nada más de la película además de esa dudosa escena, lo que incrementa mi sorpresa inicial, pues sé que era una de mis favoritas y que, por lo menos, la vi unas diez veces de chico.

Buscando este dibujo me topé con otros que no veía en años, y lo que surgió como la idea de conseguir una sola película ha escalado hasta el punto de, ahora, querer ver casi cincuenta. Y hoy comienzo al ver la primera, la que inició todo.

sábado, 24 de octubre de 2009

Dos y quizás más


Sit back and relax
Crawl into the maze
Within your mind
Leave it all behind
Now allow yourself to
Slide into a world
As real as you want it to be
Actual fantasy

--Actual fantasy, de Ayreon


Después del percance pasado, esta semana tuve las dos clases del curso de narrativa que me correspondían. Hasta el momento he descubierto dos cosas, una más importante que la otra.

La primera resultó ser un problema al principio. Resulta que este taller no está enfocado a la redacción de novelas, sino a la de cuentos cortos. Nunca he sido muy bueno para condensar una historia en pocas páginas ni, además de eso, en mantener una estructura acorde con los cánones de este estilo de narración, por eso siempre me enfoqué en lo que estoy más familiarizado y en donde me siento un poco más libre, en las novelas. Al descubrir la verdad de este taller (que ya sospechaba, pero que ingenuamente esperaba contraria) pensé que no me adecuaría las lecciones, pero luego de pensarlo me dije que eso depende enteramente de mí y de cómo quiero asimilar lo aprendido, por lo que me he propuesto darle una oportunidad a este estilo literario y adentrarme en sus misterios, quizás hasta descubra más de lo que pienso.

La segunda, y más importante, es lo profundas que son las clases. Si bien la lección se basa en leer un par de lecturas antes de la clase en sí, en la inicial discusión de un tema principal presentado por el profesor, en la comparación entre el tema y las ideas de lo leído, y en el gradual desarrollo individual de un cuento corto por parte de cada alumno con comentarios o críticas del resto, siento que estoy aprendiendo mucho de mí mismo con respecto a lo literario. La diferencia entre este taller y otros en los que he estado antes es el enfoque que el maestro toma, al parecer uno más profundo en tanto impulsa al alumno a verse reflejado en lo que escribe y detalla el proceso por el que se da esto. Podría decirse que todo este asunto es bastante psicológico.

En estas dos clases se ha hablado de las razones por las que una persona escribe y qué de sí hay dentro del escrito que cada uno de nosotros se ha propuesto redactar. Sin duda me alegra saber que elegí bien al participar de este taller, pero el pequeño problema (que nunca falta) es el tiempo que me distancia de la siguiente clase, momento en el que debo tener lista una historia, su estructura y los primeros párrafos ya escritos. Tengo algunas ideas, pero como mi sentido de la perfección suele aparecerse en los momentos menos esperados, temo que tardaré un poco más de lo previsto en tener algo que acepte como decente.

viernes, 23 de octubre de 2009

Medio tiempo


Just let me catch my breath
I've heard the promises
I've seen the mistakes
I've had my fair share of tough breaks
I need a new voice, a new law, a new way
Take the time, reevaluate
It's time to pick up the pieces
Go back to square one
I think it's time for a change

--Take the time, de Dream Theater



Tal y como me lo temía, mis días de fútbol han encontrado un obstáculo inevitable: la rutina.


La semana pasada lo sentí por primera vez, esa sensación de ir al partido del miércoles no tanto por realmente quererlo sino por tener que hacerlo. Pensé que solo era cansancio de la salida en bicicleta que había hecho el día anterior y que la semana que vendría las cosas sería diferentes, pero otras cosas se sumaron a esta pequeña excusa.

Al finalizar tanto el partido de esa semana como el de esta me quedé con la sensación de que no me había divertido lo suficiente, como si hubiese faltado algo o hubiera habido mucho de otra cosa. En ambos empatamos después de un reñido encuentro, y en ambos logré anotar un par de goles, pero mi desempeño en general no fue muy bueno y el hecho de estar ahí por necesidad antes que por placer le quitó un poco el sabor a satisfacción.

Como mencioné antes, no suelo tomarme la competencia deportiva muy en serio, busco divertirme sin que esto dependa del desenlace, el ganar o perder al final no se comparan con todo el resto de tiempo que estuve jugando. El caso puede ser un tanto distinto para algunos de mis amigos, quienes llegan a molestarse durante el partido y pierden noción de lo que verdaderamente estamos haciendo en la cancha, pasando un buen rato. A veces pueden criticar mi experimental estilo de juego por la gran cantidad de desaciertos que consigo y que para mí es lo más divertido del fútbol, pero no les hago demasiado caso a menos que lo que digan tenga sentido.

Sin embargo, creo que la mezcla de todas estas cosas ha conseguido desanimarme hasta el punto de tomar la decisión de dejar de jugar por dos o tres semanas, alejarme un poco de este deporte y volver solo cuando de verdad quiera hacerlo, cuando el espíritu futbolístico sea incontenible y no ir porque se espera que vaya. Lo mismo me sucedió en algún momento con la bicicleta y al tomar este mismo camino volví a enamorarme del ciclismo, por lo que no dudo que este actuar funcionará. Además, ahora podré bicicletear en esos ratos libres que antes no lo hacía por lo cansado que terminaba después de cada partido, así que todo calza a la perfección.

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