viernes, 27 de agosto de 2010

Con ojos cerrados y oídos abiertos


My eyes reflect the stars
And my smile lights up my face
We're on an amazing flight in space

--Amazing flight, de Ayreon


La cercanía que tengo con la música es bastante fuerte, lo he mencionado en otros posts, y estos últimos meses he dado un vuelco a la forma en que la suelo escuchar, lo que ha incrementado esa cercanía de maneras que no creía posible.

Una o dos noches a la semana durante ya casi tres meses le he dedicado cerca de cuarenta minutos a un ejercicio que ha ampliado la visión que tengo de la música. Lo que hago es escuchar canciones al azar almacenadas en la computadora. Me pongo audífonos, ajusto el volumen lo suficiente como para no distraerme con ruidos externos y presto atención a todo posible sonido de cada una de las canciones. La idea es concentrarse en los instrumentos, en los efectos de fondo y en la voz del o de la cantante (sin prestar atención a la letra en sí), y así generar imágenes aleatorias de acuerdo a los ritmos o dejarse llevar por los recuerdos que éstos evocan.

Suena un poco jalado de los pelos, pero a mi parecer el hecho de alejarse del mundo físico e ingresar a uno más abstracto e igualmente lleno de significados es muy estimulante, y hasta terapéutico. Sin embargo, he notado que esto no suele funcionar muy bien con todo grupo o género musical. Mis favoritos son los de Rock y Métal Progresivo, que combinan una amplia variedad de sonidos que logran asimilarse a pesar de que, a veces, éstos y los tiempos suelen ser muy dispares. A continuación pongo una de las canciones que me ayudan a lograr lo que llevo diciendo.

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