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Once upon a dream,
I was to fall deep in a goldmine
--Take one breathe, de Sonata Arctica
Cuando las circunstancias comienzan a favorecerme, suelo decir que se trata de la buena suerte que ocasionalmente me acompaña, en especial cuando parecen suceder tras poco o ningún esfuerzo de mi parte. El caso siguiente no es la excepción, sino otra muestra de cuán "injustamente" afortunado puedo ser.
Este ciclo pude conseguir dictar el curso de Guión y Narrativa en el instituto donde enseño temas de videojuegos. La suerte se vio involucrada en tanto la cantidad de alumnos matriculados en el curso que dictaba previamente era muy poca, por lo que sólo se abriría un horario, el cual sería destinado a otro profesor. Antes que lamentarme por ello, me sentí profundamente agradecido, pues aquello significó que sería profesor de eso por lo que realmente siento pasión: la narrativa.
Escribir historias es parte de mí desde pequeño, desde los doce años aproximadamente; leerlas y escucharlas, desde mucho antes. Recuerdo el cuento de Tanito, el niño que atrapó a una bruja en un saco, contada pacientemente por mi abuela cada noche antes de irme a dormir. Ese probablemente sea el inicio de mi amor por la literatura. Y fue mi misma abuela quien desde entonces y en adelante me enseñó a querer los libros y a las historias en ellos. No podría ser quien soy sin ella ni ellas.
Por eso tener la oportunidad de enseñar narrativa significa tanto para mí. Los videojuegos podrán nutrirse de las historias y en muchos casos definirán su éxito, pero ellas trascienden aquel arte. Para motivos del curso, basta con que mis alumnos aprendan la teoría y sientan la confianza para ponerla en práctica, pero presiento que algunos de ellos valoran las letras tanto o más que yo. Por eso espero que no se contenten con lo mínimo y el curso pueda serles tan provechoso como lo será para mí.