martes, 21 de mayo de 2013

Oda a lo trivial

http://fc03.deviantart.net/fs70/i/2012/170/2/a/elephant_in_the_room_by_catherinejao-d540t4d.jpg

At almost any time there's too much on my mind
So much it makes it hard to think

--Maybe, de The Jelly Jam


Qué difícil se vuelve la tarea de hablar de aquello que uno dice no importarle si el solo pensarlo pone en evidencia su verdadera importancia. Pretender ignorarlo equivale a un esfuerzo por sacarlo de la mente, y he ahí el fallo irremediable, el inmediato señalamiento del elefante en la habitación. Se dice que lo mejor es olvidar, pero tal consejo no es aplicable a los desafortunados que gozan de buena memoria ni a los más olvidadizos; esto últimos olvidan olvidar. No es dolor ni es tristeza, es un absoluto cansancio, es la frustración hecha indiferencia hecha fatiga, y es ahí donde se ve asentada y acentuada la dificultad inicial. Entonces, ¿con qué puede quedarse uno? Cuando señalar una verdad que se comprueba contraria, intentar ignorar lo que se piensa, recordar lo olvidado y olvidar olvidar se presentan como únicas alternativas, ¿de qué otro modo puede sentirse uno si no es agotado? ¿Existe alguna manera efectiva de no dar importancia a lo no importante? Si la hay, escribir al respecto no puede ser una de ellas. Me rindo.

sábado, 18 de mayo de 2013

Contenidos inconscientes

Fuente: http://fc00.deviantart.net/fs41/f/2009/017/b/4/b44381f51bcad73d8fb09531850927df.png

Out of the void it comes
It comes from my mind

--Open mind, de Blackfield


Luego de rendir una evaluación para el curso de Terapias por el Arte (mi favorito este ciclo), comencé a reflexionar un poco sobre los conceptos estudiados y cómo estos se aplican en mi vida. Uno de estos conceptos aducía al hecho de hacer consciente un símbolo a través de la expresión artística; es decir, probar distintas "artes" con el fin de desentrañar contenidos internos en los que ni uno mismo había reparado y que irían apareciendo en los productos artísticos. Con ello llegué a un interesante pensamiento. 

Hace unos años contemplé el nacimiento de una de las analogías más tristes que conozco, producto de mi experiencia laboral en el extranjero. Atendía un pequeño puesto de comida rápida en una parada de carretera en un país que le sobra esas cosas, por lo que me sentía bastante insignificante. Día tras día veía diferentes personas pasar frente a mi puesto, comprar algunos productos y luego retomar su camino tras intercambiar algunas pocas palabras intrascendentes, y de inmediato lo asocié a la vida en general, a cómo vamos por ella relacionándonos con otros en la medida que cada uno elige, y cómo así vamos generando (o no) vínculos. Considerando mi deprimente estado emocional de ese entonces, me sentí muy insatisfecho y hasta frustrado al verme estancado en un mismo lugar mientras el resto de personas seguía hacia adelante, pero lo que más caló en mí fue percibirme como poco valioso, como alguien que no sería recordado, alguien cuya influencia sería mínima, si es que no nula.

Mientras reflexionaba sobre lo visto en mi curso recordé esta triste analogía, el ejemplo más "visual" que puedo describir que, curiosamente, aparece en muchos de mis trabajos fotográficos. El símbolo que discreta y casualmente he ido plasmando en mis fotos es la de imágenes reivindicadoras, pues si bien he sido consciente de que mis fotos favoritas son las que muestran detalles que normalmente son pasados por alto o tomados por sentado, no imaginaba que de cierta manera estaba expresando mis preocupaciones y deseos a través de ellas. El símbolo que rodea a mis fotos es el de la valía, el de la importancia; y, quizás dramatizando un poco el asunto, de él se desprende una preocupación por la insignificancia y el deseo de sobresalir. Creo que es un tema que nos afecta a muchos (si es que no a todos), y al parecer, en mi caso, es algo a lo que debo prestar más atención y en lo que debo trabajar.

Es cierto que se trata de un conocimiento personal que ya poseía y que había adquirido mucho antes de llevar aquel curso, pero no deja de impresionarme cómo a través de mis fotos ha ido apareciendo y adhiriéndose hasta el punto de poder llamarlo parte de mi estilo. Son como los fantasmas interiores que alguna vez mencioné, haciéndose ver y hablando con el afuera como mejor saben.

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