The demons sometimes find a way
There's nothing keeping them at bay
But for the power of my mind
--Glory of the world, de Stratovarius
Anoche reviví una experiencia por la que pasé seis meses atrás, una de esas vivencias únicas que nunca se repetirán, y que, quizás por ello, no tendría que haber vuelto a tenerla.
Hace seis meses describí un ritual de ayahuasca al que me atreví a participar con la finalidad de obtener una nueva experiencia y ser "curado". Ayer volví a ser parte de una ceremonia con esta planta a pesar de antes haber dicho que probablemente no lo haría, y aunque esta vez estaba completamente dispuesto a tomar en serio la parte de la curación, podría decirse que fue esto último lo que terminó por desencantarme.
Tal y como la vez anterior, al tomar el brebaje "le pedí" a la planta ver algo específico durante las alucinaciones, solo que esta petición salió de mí de una forma casi inconsciente, pues me escuché decir mentalmente que quería ver el mundo. Mientras esperaba que la sustancia hiciese efecto traté de entender la razón por la que había dicho aquello, o a qué me refería exactamente. Al final concluí que no era en un sentido literal, volar por el mundo y visitar lugares, sino más metafórico, como abrir los ojos y notar lo que me rodea, tomar consciencia.
Pasé una hora con un malestar en el estómago, lo cual era normal, pero en ningún momento vi más que el cuarto oscuro en el que me encontraba y las siluetas de los demás participantes. Quedé dormido por un buen rato y, tras tratar de no volver a cerrar los ojos, intenté concentrarme, poner mi mente en blanco, pero el malestar me lo hizo muy difícil, y así estuve hasta que el momento de la curación en sí llegó. Cuando estuve sentado frente al chamán y éste me preguntó cuál era la razón por la que estaba ahí, le dije algo formulado tan inconscientemente como lo anterior: Quiero ver el mundo y liberarme de mis demonios internos. Minutos más tarde sentiría cómo mi petición comenzaba a ser escuchada, pero ante un precio más alto del que esperaba.
Si bien antes de la ceremonia se dijo que estos demonios interiores los tenemos todos, y que incluso algunos pueden ser motor de nuestra creatividad, yo estuve convencido en todo momento de que no los necesitaba, de que deshaciéndome de ellos puedo tener igual o tal vez mayor pasión por las artes, mi punto fuerte en lo que se refiere a la creatividad. Luego de hecha la curación y mientras el dolor de estómago se hacía cada vez más fuerte, pensé en esto, en cómo me afectaría en el futuro.
Cuando el ritual hubo acabado, y cada persona contaba su experiencia y lo que había visto, yo luchaba contra el malestar e intentaba dormir. En un punto me di por vencido y traté de unirme a las narraciones de mis amigos, pero esto me dejó mareado por un buen rato, y la tranquilidad que los demás decían sentir me era cada vez más ajena. Mis movimientos eran especialmente lentos, y había como un retraso en mis sensaciones, como si tocara la pared y recién tras dos segundos la sintiera. Adolorido y desorientado me puse de pie, caminé al baño con pasos tambaleantes e intenté vomitar, pero mis intentos no sirvieron. Una vez de vuelta en el cuarto, me escuché hablar sin entender mis palabras, pero al notar que el ayudante del chamán pedía que me sentara y empezaba a realizar unos procedimientos sobre mi cabeza, noté que estaba tratando de ayudarme después de haberle dicho que no me sentía nada bien. Al cabo de un rato volví a echarme y, no sin esfuerzo, me quedé dormido.
Desperté muchísimo mejor, más tranquilo, aunque con rezagos del dolor. Toda esta vivencia me hizo pensar algunas cosas. Por un lado, que con seguridad no volveré a probar ayahuasca, no después de una experiencia tan perturbadora. Por otro, y haciendo un esfuerzo tremendo por hacerle caso a la pequeña parte de mí que cree en estas ceremonias místicas y espirituales, así como en su funcionamiento, pienso que ver el mundo fue una petición demasiado grande y que por esto no vi nada; o, si es que lo vi, no lo recuerdo. Sin embargo, tengo la idea (que va de la mano con lo anterior) de que la segunda parte sí pudo conseguirse, el ser liberado de mis demonios, y que todo el dolor y malestar se debió a eso, a lo difícil que fue lograrlo.
Al final puedo equivocarme, quizás solo eran gases, tal vez no seguí bien la dieta que se pidió, de repente la planta no funciona conmigo, o posiblemente no debía haber repetido una experiencia que debía ser única. Cualquiera sea la razón, me inclino a pensar (quizás convenientemente) que sí ha habido una curación. Pienso que el ritual es solo el principio, que ahora soy yo quien debe poner de su parte para recibir los beneficios, pero estos solo podré sentirlos en los meses por venir. Hasta entonces, intentaré ver el mundo de la manera metafórica que quería, pero sin medios tan dolorosos.