A new image in your grasp
Focus getting clearer
Seize the moment, take it in
--Above the grass pt. II, de Frameshift
Dos días atrás, mientras revolvía la refrigeradora de mi casa en busca de algo rico para comer, recordé una de las tantas enseñanzas tácitas que recogí de una vieja amistad. No es coincidencia que dicha enseñanza hubiese tenido su inicio también en mi cocina, hace algunos años.
Recuerdo que acabábamos de preparar té y nos dirigíamos a la mesa de la cocina, pero esta amiga tuvo la idea de sentarse en el suelo en lugar de utilizar las sillas, y me convenció de acompañarla. No le pregunté por qué quiso tomar asiento ahí, realmente no me incomodaba y no era la primera vez que me cruzaba con alguno de sus inusuales comportamientos, así que dejé pasar el evento como otra de sus ocurrencias. Hasta que sucedió varias veces más, aunque en oportunidades y sitios diferentes: solía ocupar lugares no necesariamente reconocidos por su comodidad ni hechos para sentarse, y se perdía en quién sabe qué pensamientos luego de hacerlo, como si alcanzase algo muchísimo más valioso que un asiento. Y nunca averigüé qué intentaba conseguir con esto, por muchas razones preferí no indagar.
Con el tiempo fui tratando de encontrarle una explicación, y poco antes de perder comunicación con ella creí dar con una respuesta, más mía que suya. El hecho de sentarse en pleno pasadizo, de echarse en el piso o de recostarse sobre mostradores sin un propósito evidente (por mencionar algunos ejemplos), pudo haber sido la manera en que pretendía darle sentido a las cosas, de obtener una perspectiva diferente de ellas (literal y figuradamente). Como digo, no sé si realmente fuese así, pero me decidí a probarlo por mí mismo. Y hasta cierto punto dio resultado.
Mirar algo cotidiano desde un punto o posición nueva puede ser más provechoso de lo que se cree. Cada vez que necesito darle vueltas a un asunto importante de mi vida suelo hacer tres cosas, montar bicicleta, salir a caminar o tomar asiento en el lugar menos esperado. La tercera opción siempre suele ser mi primera. Y ese día, luego de sacar un yogurt de la refrigeradora, tomé asiento junto a uno de los aparadores y pude dar por resuelto uno de los dilemas más complicados que he tenido en un buen tiempo. Unos minutos en el suelo bastaron para conseguir una nueva mirada.
2 comentarios:
Me gusta tu entrada, me identifico mucho contigo.
Yo descubrí esa misma táctica siendo pequeñita, cuando tenía que enfrentarme a alguno de los problemas de mi hogar lo primero que hacía era buscar algún sitio en el que aún no me hubiera sentado, ya fuera detrás de un armario, en el hueco del lavabo, debajo de la mesa del salón... etc, y hoy día, siendo ya adulta, cuando me siento ansiosa y estresada, me sigue calmando buscar cualquier rincon extraño para sentarme.
Yo siempre lo he interpretado como que si cambio el sitio donde estoy, si estoy en un sitio "nuevo" tendré algún pensamiento nuevo, un punto de vista nuevo que me ayudará a enfrentarme a las cosas de otra forma.
Y hasta ahora da resultado... se lo recomiendo a muchas personas.
Saludos!
Claro, es exactamente eso a lo que me refiero! Me alegra saber que otros también consiguen una buena dosis de iluminación y grandes ideas a través de actos como esos.
Un abrazo, Luna :)
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