domingo, 22 de abril de 2012

Que ría el valiente

Fuente: http://fc08.deviantart.net/fs71/i/2011/141/7/c/laughter_by_knodim-d3gucjt.jpg

I do the best that I can
I'm just what I am

--Best I can, de Rush


He escuchado muchas veces, leído en algunos libros y experimentado en ocasiones lo positivo de reírse de uno mismo, el no tomar ciertas cosas de manera tan seria, simplemente aceptar y sonreír. Por ello hoy quise mencionar algunos de mis irónicamente llamados "superpoderes", defectos como los podría tener cualquiera, y compartir un poco del humor con el que intento verlos.

Siempre he considerado que tengo una vista estupenda en tanto tengo la facilidad de notar algunos detalles que normalmente pueden ser pasados por alto. Pero suelo obviar el hecho de que tengo una miopía que con el paso del tiempo me ha ido dejando ciego; sin lentes de contacto no puedo distinguir letras, objetos pequeños y a veces ni siquiera rostros. Y por si fuese poco, hace unos años descubrí que también sufro de un leve y común tipo de daltonismo conocido como deuteranomalía, pues me cuesta distinguir entre los colores verde y rojo. Gracias a este último defecto, tengo el superpoder de ver mejor en la oscuridad, aunque probablemente nunca me elijan para desactivar bombas.

Por otro lado, mi sentido del olfato es particularmente caprichoso. Por lo general me cuesta distinguir olores, tengo que concentrarme muchísimo si quiero detectar aromas que otros podrían percibir al instante. Con olores fuertes me es más fácil, como el de las comidas, pero aquí debo destacar que soy especialmente hábil captando malos olores, y nada bueno para resistirlos. Realmente no sé a qué se deba eso, pero en mi casa le damos un buen uso, pues suelo ser el primero en notar si hay alguna comida malograda en la refrigeradora incluso sin necesidad de encontrarme en la cocina.

Un tercer y último superpoder, de los muchos más que tengo, es el de sudar en exceso. Es tal y como se lee, tiendo a sudar más de lo normal, a veces hasta sin hacer mayor esfuerzo físico. La mejor explicación que puedo darle a esto, tomando como referencia mi asombrosa habilidad para sonrojarme con extremada facilidad y notoriedad, es que mis vasos capilares se encuentran muy cercanos a la superficie de mi piel, lo que ocasiona que se expandan con mayor sencillez, permitan un mayor flujo de la sangre y se deshagan del calor sin mayores problemas. El resultado es un chico sudoroso que toma al menos dos duchas frías al día y consume desodorantes a una velocidad olímpica.

Mientras escribía los párrafos anteriores trataba de pensar qué de bueno podrían encontrarle aquellos que los leyesen, y concluí que, muy probablemente, casi nada. Pero prevalece la idea con la que inicié este post: mirarnos y reírnos de las cosas que vemos, especialmente de las que más problemas pueden traernos, es la manera perfecta de aceptarnos tal y como somos, pensar "soy así; ¿y qué hay de malo con ello?" o "me pasó tal cosa; qué gracioso debió haberse visto mientras me sucedía". Suele ser más difícil hacerlo cuando se trata de cuestiones más profundas o que llegan a ser preocupantes, pero en el resto de casos creo que no hace ningún daño (por no decir que hace mucho bien) ser objeto de nuestras propias sonrisas y carcajadas.

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