viernes, 1 de febrero de 2013

Yo soy... (cuarta parte)

Fuente: Archivo personal

You can always look at the negative
But you should always live in the positive
So I try every day to live that way

--Positivity, de Stevie Wonder


Hoy quise darle un vistazo a aquello por lo que me rijo, por una de las más fuertes ideas que me conforman, por esa filosofía de vida por la que tanto abogo y que trato de aplicar tan frecuentemente como me es posible. Esta mirada surgió a partir de una vivencia reciente que me hizo dudar de mí mismo y que me llevó a pensar por qué me percibo y me muestro como una persona positiva, teniendo en cuenta que a veces puedo actuar o sentirme de forma contraria.

Como ya lo he escrito antes, unos años atrás me encontraba lejos de ser optimista, inundado por pensamientos nocivos y destructivos, lleno de rencor hacia los demás, muchas veces sin que existiera una verdadera causa para ello. Mis experiencias pasadas me llevaban a tener una noción en extremo negativa de la gente, a desconfiar de ella, a pensar que siempre podía haber una intención oculta en sus acciones que terminaría por ocasionarme daño. Así perdí más de una amistad. Sin embargo, de la mano con todo este enojo, iba un deseo enorme de ser feliz. Sé que suena cursi y hasta idealista de sobremanera, pero era algo a lo que me aferraba fuertemente y sobre lo que discutía con frecuencia con el psicólogo con quien conversaba.

Con el pasar del tiempo todas estas ideas fueron desapareciendo. Todo el resentimiento que guardaba en mi interior fue transformándose. Mi visión del mundo se tornó mucho más positiva. ¿Qué ocasionó este cambio? No sucedió de la noche a la mañana, sino que fue consecuencia de decisiones erradas y vivencias muy intensas a lo largo de todo un año. Lo que viví, y principalmente lo que sentí, me hizo mirarme de verdad y reflexionar sobre lo que estaba haciendo con mi vida, con pensamientos, palabras y actos tan destructivos que de a pocos me iban convirtiendo en una persona enemistada con todo y todos, y en especial conmigo mismo. A partir de una situación en particular, la más difícil por la que alguna vez he pasado (y eso es decir poco), descubrí que nada sería igual de complicado, que desde ese punto en adelante sería capaz de todo.

Y así nació mi optimismo. O, quizás más acertado sería decir que así pude sacarlo del lugar en donde lo guardaba. Pero si bien los últimos años he vuelto a tener fe en las personas y en mí mismo, a veces me cuesta mucho mantenerme fiel a mis ideales. En ocasiones saco a relucir esos viejos pensamientos y actos negativos, y son mis seres queridos, familiares y amigos, quienes resultan más dañados, como recientemente ha sucedido. Este suceso me hizo dudar de mi actitud positiva, me hizo creer que tal vez la manera optimista con que he elegido ver el mundo es solo una máscara que un día me puse para esconder quien verdaderamente soy. Tal vez mis ideas son forzadas, creadas como una excusa o perdón, como un arma para protegerme de la realidad. Tal vez el deseo de ser feliz me empujó a engañarme y hacerme creer que al fin había conseguido serlo.

Pero todas ellas solo eran ideas producidas por la inseguridad, el tipo de cosas que a veces saturan mi cabeza y nublan mi juicio cuando paso por momentos de dificultad. Si alguna vez me puse una máscara, hace mucho que me deshice de ella; la realidad puede ser dura, y a veces se contradice con mi forma de ver el mundo, momentos en los que puedo flaquear, pero al final del día me mantengo firme, y mis ideales también. Y sé con seguridad que no soy feliz, pero sí me encuentro satisfecho, agradecido y orgulloso de haber hecho el esfuerzo de cambiar, de elegir el camino que me acerca a la felicidad en lugar de alejarme de ella. Soy una persona optimista y realista a la vez, soy quien siempre ve lo bueno en medio de lo malo incluso cuando es difícil notarlo, quien tiene esperanzas a pesar de todo. Y eso no solo es un hecho, es una promesa que me hago a diario.

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