miércoles, 6 de abril de 2016

El filtro nostálgico

Fuente: Archivo personal

Have we ever been here before?
Running headlong at the floor
Leave me dreaming on a railway track
Wrap me up and send me back

--Pure narcotic, de Porcupine Tree


Unos meses atrás regresé a pensar de manera más detenida en la temporada que viajé a Pensilvania como parte de un programa de trabajo para estudiantes universitarios. Fueron tres largos meses que, en más de una ocasión, creí que no soportaría. Pero con el tiempo, debido al olvido o quizás por un deseo de reconciliación, he comenzado a percibir de forma más positiva los recuerdos de esa experiencia.

Durante esa época escribía a diario en este blog, así que de cierta forma hay una suerte de crónica de lo que viví. Eso ayuda a recordar que fueron tiempos muy duros, de muchísimo estrés, tiempos en que hice nuevas amistades y deshice otras. Al regresar a Lima, e incluso hasta el día de hoy, tuve la seguridad de que vivir y trabajar en el extranjero, adecuarme a una cultura distinta a la mía y sobrevivir de manera independiente fue mucho más llevadero que lidiar con mis compañeros de cuarto.

Todo eso se dio hace más de siete años atrás. Por ello creo que el tiempo ha menguado las sensaciones y sentimientos experimentados de tal forma que hoy son solo malos recuerdos. Pero también ha exaltado los buenos momentos. Tanto así que perdura en mí una especie de nostalgia, una necesidad de regresar al hotel de carretera en medio de la nada, a la parada de buses donde freía y vendía salchichas y papas fritas, a los días libres en que hacía viajes de kilómetros solo para alejarme de todo. Una parte de mí ansía volver a eso, mientras otra, quizás más sensata, prefiere verlo a distancia.

Lo cierto es que ambas partes desean conservar el recuerdo, tanto lo positivo como lo negativo. Lo positivo por obvias razones: el disfrute y la satisfacción de rememorar situaciones agradables siempre serán invaluables. Lo negativo, sin embargo, requiere una explicación. Sabemos que de lo bueno y de lo malo se aprende; ambas experiencias nos forjan, hasta cierto punto definen quiénes somos, cómo pensamos y qué decisiones tomamos. Y creo que esos tres meses que pasé en Pensilvania, justamente por converger con una variedad de situaciones en las que ya me veía metido desde antes, tuvieron mucho que ver con convertirme en lo que soy hoy.

Y fiel a lo que soy, unos meses atrás decidí escribir una historia al respecto. Y lo que comenzó como un pequeño cuento, es ahora el inicio de una narración ficcional bastante extensa basada en mis experiencias de vida durante esa lejana época. Pienso continuar con ella, seguir añadiendo capítulos, seguir desarrollándola de tal forma que todos esos recuerdos, buenos y malos, estén contenidos en algo que me haga sentir bien. Si la nostalgia me quiere hacer volver, pues volveré, y traeré de vuelta algo más que sólo recuerdos.

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