jueves, 18 de noviembre de 2010

Recursos


Alejar a la complejidad,
Ignorar la formalidad

--Nunca, de Aliados


U: Me andaba preguntando... ¿Qué hiciste con ese bloqueo que no te dejaba escribir?
V: ¿Cuál de todos? ¿El que hacía sudar mis manos, el que zumbaba en mis oídos o el que me tenía inquieto en la silla? ¿O te refieres al que interrumpía la ilación de ideas que iba teniendo?
U: Supongo que todos ellos.
V: Conozco un truco bastante eficaz para romper con la influencia de los bloqueos, uno que descubrí de la manera más curiosa.
U: ¿Cómo?
V: Años atrás, durante uno de estos momentos de dificultad para escribir algo, cualquier cosa que conseguía anotar en el papel me sonaba poco elaborado y hasta aburrido, como si le hubiese dado más vueltas de las necesarias y sólo hubieran quedado las partes insulsas de una potencial gran idea. Cansado de pasar horas frente a una hoja garabateada, decidí escribir lo que fuese llegando a mi cabeza sin importar cuán absurdo sonase o pareciese, y así nació una gran conversación entre dos partes de mí mismo, un cuento con una moraleja demasiado tonta, un par de chistes estúpidos y la mitad de una canción erótica.
U: No entiendo, si no podías escribir, ¿cómo terminaste inventando todo eso?
V: En lugar de ir contra el bloqueo, dejé que éste eligiera las ideas por mí. Si sólo podía pensar en zapatos parlantes, entonces escribía sobre ellos; todo una historia sobre cómo desarrollaron el habla, las aventuras por las que pasaron y qué aprendieron con la experiencia. El punto era trabajar con el bloqueo, usar su propia fuerza para ayudarme a vencerlo a sí mismo, como trepar una catarata nadando.
U: Pero... Eso es imposible.
V: No es imposible, es estúpido. Y funciona siempre.

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