sábado, 2 de abril de 2011

En potencia


Is it time for the road,
I don't know, don't know

--The road, de Zero 7


Hace unas semanas atrás al fin di el examen de manejo para obtener mi licencia de conducir. Felizmente lo pasé al primer intento, pero siendo totalmente consciente de mi desempeño durante la prueba, diría que no merecía haberla obtenido.

Al no tener carro propio, tuve que alquilar uno en el centro de exámenes, y aunque probé los pedales, el timón y los cambios antes de iniciar el circuito donde sería evaluado, olvidé comprobar que las luces direccionales funcionaran. Fue así como, apenas empecé la prueba, utilicé la palanca equivocada para indicar que doblaría a la derecha, y en lugar de prenderse una luz activé el parabrisas. Este carro en particular, a diferencia de los otros cuatro que utilicé para practicar en semanas anteriores, tenía las palancas invertidas. Siendo el primer tramo de todo el circuito, ya estaba demasiado nervioso, aunque todavía pensaba que podía pasar.

El siguiente problema llegó cuando tuve que hacer otra curva, pues a pesar de que esta vez halé la palanca adecuada, nuevamente volvió a activarse el parabrisas. Dirigí la mirada a uno de los evaluadores y noté que pasaba de observarme a escribir algo en la cartilla de evaluación, con lo cual me puse todavía más nervioso y olvidé hacer el cambio de primera a segunda velocidad, lo que resultó en una llamada de atención de su parte. Más que falto de esperanza por pasar el examen, me sentía muy molesto conmigo mismo por no haber probado el carro en su totalidad, y aún más molesto con las personas que me lo alquilaron. Tuve que tomarme unos segundos para entender cómo funcionaba la palanca de luces direccionales, y así comprendí que estaba malograda. Sin embargo, pude arreglármelas para hacerla funcionar, aunque desatendiendo un poco el agarre del timón.

El estacionamiento en diagonal no me causó dificultades, pero recuerdo claramente que ya en ese punto sentía que no valía la pena continuar con la prueba. Más adelante volvieron a indicarme que no había realizado el cambio de velocidades, y mientras repasaba en mi cabeza las posibles justificaciones que podía dar en caso me negaran la licencia, calculé mal las distancias en el estacionamiento paralelo. Milagrosamente conseguí parquearlo adecuadamente. La última prueba, el arrancar el carro desde una posición inclinada, la parte que varias personas referían como la más difícil de todo el circuito, pude pasar por poco, temblando y seguro de tener muchísimas fallas.

A pesar de todo, ya en la sala donde esperaba los resultados, mientras me decía que reclamaría o que pediría dar la prueba nuevamente, quedé sorprendido luego de que me llamaran para llenar algunos datos y recibir mi licencia. Me alegró muchísimo la noticia, sin duda sentí que el peso de la vergüenza se alivianaba enormemente, pero más allá de haber conseguido lo que había ido a buscar, sentí que no lo merecía.

Si bien practiqué bastante las semanas y días anteriores, mi desempeño durante el examen no reflejó mi verdadera habilidad de manejo de un auto. Y aunque tampoco cometí errores tan cruciales, como chocar contra otro carro o que se me apagase el motor, comprendí que los estándares de evaluación para adquirir un brevete son demasiado bajos, al menos en el Perú. Pienso que el sistema debería ser más riguroso, y creo que, como yo, probablemente muchos otros no deberían haber pasado al primer intento. Así al menos se haría un poco más por evitar accidentes de tránsito debido a errores cometidos por conductores inexpertos, incluyéndome.

2 comentarios:

Yessi dijo...

mmmmm no fue muy bien la prueba, ¡ni hablar! menos mal te preocupas por hacerlo mejor, eres consciente, eso cuenta mucho ya que hay muchos conduciendo en las calles que no la tienen en absoluto.

Saludos, feliz inicio de semana.

dIROLE dijo...

Sí, todavía hay mucho espacio para la mejora. Por mi parte, seguiré practicando, aunque primero necesito conseguir un carro :P

un abrazo, Yessi :)

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