jueves, 16 de junio de 2011

Los dos polos de la motivación


So never mind the bad news
Let's have the good news instead

--Good news first, de Rush


Hace poco recordé un viejo hábito que solía tener para empujarme a realizar ciertas cosas, no sólo aquellas que me producían desagrado o que no quería poner en acción, sino también varias que normalmente habría hecho sin mayor motivación de la que ya suponía el hacerlas.

Creo que todo comenzó en una ocasión en que jugaba fútbol con uno de mis primos; yo debía tener entre ocho o nueve años, y él era mayor por tres. Esta diferencia de edad hizo que, tanto en esta circunstancia particular como en otras a lo largo del tiempo que llevo conociéndolo, tomase muy en cuenta sus palabras, hasta el punto de haber pasado quince años y todavía ser capaz de recordar aquel día. Me dijo que el secreto para evitar que el otro jugador anotara un gol era pensar que algo extremadamente malo sucedería si no atajaba el balón, lo que haría que uno mismo se esforzase más por evitar tal desenlace. La idea era, básicamente, evitar una situación real al imaginar una consecuencia totalmente inconexa pero fatal que ayudaría a conseguir un mejor desempeño. El ejemplo que dio fue el de la muerte de uno o más familiares. Sí, a ese extremo llegó.

Este "secreto" debió ser asimilado por mi cabeza de manera muy fuerte, pues desde entonces hacía muchas cosas pensando que algo terrible ocurriría si no las realizaba o si no conseguía mi cometido. Felizmente nunca llegué al punto de considerar como posibilidad la muerte de alguno de mis familiares, pero sí pensaba, por ejemplo, que uno de esos extraterrestres de la serie de películas "Alien" esperaba para atacarme apenas fallase o dejase de hacer algo; estoy seguro de haber pasado muchas noches en vela por culpa de ideas como éstas. La ligeramente mala noticia es que seguí con pensamientos de este tipo hasta hace no mucho, claro que el empujón que me daban para actuar fue siendo significativamente menor pasada la niñez, ya que poco a poco iba dándole menos importancia a consecuencias fantásticas y sin correlación alguna con la realidad.

Sin duda es una forma bastante negativa de conseguir motivación, especialmente porque sería el miedo lo que llevaría a la acción. Y aunque sé que de no haber forzado cierto temor en mí no hubiese llevado a cabo muchas de las cosas que hice (varias de las cuales me agradezco haber hecho), hoy entiendo lo importante que es ser halado en lugar de empujado. Para realizar algo, y realizarlo con gusto, motivado, uno no debe encontrar razones alternas (ni mucho menos negativas) que desde fuera lleven a su ejecución; sino hallar lo bueno en ellas, lo que las hace positivas e importantes en sí mismas, incluso si son cosas que no nos gustan pero que debemos hacer, de tal forma que no sea la posibilidad de la muerte ni una criatura ficticia quienes estén detrás de nosotros, sino el valor de aquellos actos y sus consecuencias reales delante.

No hay comentarios.:

LinkWithin

Related Posts with Thumbnails