domingo, 25 de agosto de 2013

Fútbol invisible


Remember then? Now and later days
When kids came out to play
All of life was now

--Shine, de Galactic Cowboys


He sido fanático del fútbol desde que tengo memoria, aunque confieso que esta pasión está limitada a mi experiencia como jugador y no como espectador. Prefiero mil veces jugar antes que ver un partido. Con lo segundo no solo me aburro, sino que también me genera muchas ganas de salir a la cancha y vivir el juego de primera mano. Todo esto, por supuesto, más allá de que sea o no habilidoso con el balón.

Si tuviera que contar en qué momento nació este gusto, diría sin ninguna duda que fue a los seis años, cuando cursaba kindergarten. Todos los días salía ansioso al recreo con la sola intención de unirme a mi grupo de amigos para pasar los siguientes quince minutos jugando un alocado juego de fútbol. Lo más curioso y divertido de esto es que nuestros partidos jamás involucraron el uso de un balón ni de nada que lo representase. Era el poder de la imaginación en su expresión más pura.

Recuerdo claramente que uno debía anunciar cuándo tenía el balón, en qué momento se lo arrebataba a un contrincante y si el tiro lanzado resultaba o no en una anotación. Las discusiones eran constantes, evidentemente, cada uno proclamando tener posesión de la pelota o asegurando apasionadamente que había metido un gol. Esto generaba mucha confusión, tanto así que a veces el grupo de amigos se dividía y marcaba a dos jugadores a la vez, cada conjunto seguro de que iba contra el rival que realmente tenía el balón. Confuso, pero definitivamente muy divertido.

Esta anécdota carga consigo un triple valor para mí, pues, por un lado y como mencionaba antes, es la primera experiencia que recuerdo tener como jugador de fútbol. Por otro, me alegra saber que varios de los amigos con quienes aún mantengo contacto son los mismos que jugaban a mi lado en esos recreos de antaño. Y, por un tercer y último lado, es también una excelente puesta en práctica de mis capacidades creativa e imaginativa, ya bastante desarrolladas a la tierna edad de seis, características que considero me representan a totalidad y de manera esencial el día de hoy.

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