jueves, 29 de agosto de 2013

La primera clase

Fuente: Archivo personal

It's been a long, long time
He's had a while to think it over
In the end he only sees the change

--Surrounded, de Dream Theater


Al fin, después de años intentando, reclamando y lamentándome, pude matricularme en el curso de Fotografía que ofrece mi universidad. El miércoles pasado tuve mi primera clase teórica y esta semana la práctica, y no podría estar más satisfecho.

En los casi cuatro años que llevo desempeñándome como fotógrafo profesional sólo he llevado 2 talleres, los cuales fueron exclusivamente prácticos y enfocados en lo digital. Siempre sentí que lo aprendido no había sido en lo absoluto suficiente, y a pesar de que la mayoría de información que manejo y las habilidades que poseo se deben a mi propia sed de conocimientos y desenfrenada experimentación, sé que aún queda un vacío muy grande en lo que respecta a la técnica. Puedo tomar fotos increíbles (humildad muy aparte), identificar qué funciona en una composición y sé cómo aprovechar mi cámara, pero ignoro gran parte de lo teórico, incluyendo la terminología, las reglas, los representantes y, con relación a la fotografía analógica, el revelado. Por eso me alegra estar llevando la muy necesitada clase que me ayudará a llenar buena parte de ese vacío, o que me encaminará a cubrirlo por mi cuenta con la apropiación de nuevos saberes.

A mediados del 2004, compañeros del colegio y yo tuvimos una visita guiada a la universidad en la que estudio, y lo que más recuerdo de ese día fue entrar al laboratorio de fotografía, al cuarto oscuro. Sólo en películas había visto un lugar así. Quedé asombrado con lo que vi, especialmente con las fotografías ya reveladas, muchas de las cuales me hicieron preguntarme fugazmente cómo sería dedicarse a capturar imágenes. En ese entonces no tenía la más mínima idea de que nueve años más tarde estaría parado en el mismo lugar, igual o más maravillado, siendo ya un fotógrafo profesional. Quizás, y sólo quizás, esa visita pudo haber determinado en parte lo que soy ahora.

Hasta el momento, y como siempre, sigue gustándome más la parte práctica del asunto, especialmente porque es el ámbito donde más espacio y oportunidad tengo para brillar. Sin embargo, el revelado es un arte en sí mismo, y me está causando más problemas de los que me gustaría admitir, aunque todavía hay mucho tiempo para seguir aprendiendo y mejorando. Y, si de aprendizajes se trata, el más importante ha sido darme cuenta de que he hecho realidad un sueño que ni yo mismo en un principio reconocía tener: ser fotógrafo.

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