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Death by chocolate is a myth
This I know because I lived
--Death by chocolate, de Sia
Hace unos días recordé que cuando tenía cinco o seis años le compraba chocolates a una señora que vendía golosinas frente a mi antigua casa. En ese entonces el chocolate que más me gustaba y que más compraba era Mecano, debido a su relleno de manjar blanco, y estaba convencido de que no era posible encontrarlo en ninguna otra parte del mundo a excepción del puesto de aquella señora. Por esa razón lloraba desconsoladamente cuando salía a buscar uno y la señora no estaba.
Recordé esa época debido a lo común que ahora considero al Mecano, tanto por su sabor como por la facilidad de obtenerlo en casi cualquier bodega, grifo o vendedor ambulante. Lo más lejos que llegué por uno, muchísimos años atrás (habré tenido siete años, quizás), fue caminar por mi cuenta tres cuadras en busca de la ya mencionada señora. Tal era mi pasión por ese chocolate, arriesgarme a tantos peligros sólo por conseguir uno sin siquiera saber si lo hallaría o no. Felizmente me topé con la señora, quien terminó regalándome el Mecano al no tener dinero para comprárselo, y me acompañó de vuelta a mi casa. Me gustaría decir que toda experiencia por la que he pasado y que ha involucrado un chocolate ha resultado ser así de satisfactoria. Sé que jamás he tenido una determinación tan grande por ningún otro chocolate, ni siquiera por mi actual favorito, Snickers.
Producto de aquellas remembranzas, ayer decidí comprar un Mecano. No es el mejor chocolate que he comido en mi vida, por lejos, pero carga consigo un significado muy profundo. El sabor ha cambiado un poco, al menos no es como lo recuerdo, pero ese dulcecito del manjar blanco me transporta de vuelta a mi niñez, a épocas "más fáciles", a momentos muy gratos y a experiencias que, espero, no olvide nunca. Y si comienzo a hacerlo, será la excusa perfecta para comprar otro.
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