Fuente: Archivo personal
The game has begun
Feel it, the pressure is on
--The field, de Casualties of Cool
Si hoy pudiese hablar con mi yo del pasado y contarle todo lo que le tocará vivir, no solo me llamaría mentiroso, sino que explotaría de la risa una vez que le dijese en qué trabajo. Un año atrás, o quizás mucho antes, sé que no me habría creído nada sobre mi actual labor como psicólogo deportivo en un club de fútbol. Incluso en este momento sigo sin poder creerlo.
¿Quién diría que el joven chico que se negaba rotundamente a ver partidos de fútbol en la tele, que se aburría escuchando conversaciones sobre tal o cual equipo debatiéndose sabría quién qué copa y que prefería mantenerse desinformado sobre su selección terminaría trabajando para un club deportivo? Motivado por la necesidad de conseguir prácticas y en buena parte por la curiosidad de trabajar con atletas, he logrado librarme de mi renuencia por involucrarme como espectador en el mundo del fútbol. Y me alegra muchísimo haber tomado esa decisión.
El puesto exige amplio conocimiento en aquella materia, y mis propios compañeros de trabajo hablan de fútbol el ochenta por ciento del tiempo, así que he quedado sin excusas. Ya más de un mes llevo sumergido en el asunto, observando a jóvenes deportistas entrenar y competir, leyendo acerca de conceptos psicológicos presentes en los jugadores y aprendiendo y poniendo en práctica las cientos de maneras en que puedo servir de ayuda. Es un enorme y satisfactorio cambio con respecto al instituto de salud mental en el que trabajaba antes. Ya no me concentro en enfermedad, sino en desarrollo, la razón fundamental por la que decidí ser psicólogo.
Tengo una buena idea de lo que me espera en los meses por venir, pero estoy abierto a cualquier cosa. Apenas comienzo y ya tengo mucho por contar, pero dejaré el relato de mis experiencias para otros posts. Todavía hay para rato.
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