domingo, 21 de agosto de 2016

Un nuevo reto


Ahora estamos despiertos
Este es nuestro momento

--Salta, de Amaral


Una de las metas que me planteé allá cuando terminaba el colegio era ser profesor. Jugar Calabozos y Dragones fue uno de los motivos principales en este planteamiento, así como el tener de ejemplo a maestros que recuerdo con admiración y cariño. No obstante, mi seguridad siempre fallaba al preguntarme cuándo sería profesor y qué materia dictaría. Hasta hace poco.

Llevo más de tres años en el desarrollo de videojuegos, y aunque no son exactamente una de mis pasiones, tengo amplia experiencia en su uso y creación, conozco muchísimo sobre ellos y me encantan lo suficiente como para transmitir lo que sé a otros. Por todo ello, un par de meses atrás, finalmente decidí convertirme en profesor y enseñar a crear videojuegos. Con la ayuda de familiares, amigos y contactos logré conseguir una plaza de docencia en un instituto donde enseñan dicha carrera, y este martes daré mi primera clase.

¿Por qué ahora? Las razones básicas incluyen el obtener un nuevo ingreso económico y el ampliar mi desarrollo profesional. Son razones importantes, pero no las que me impulsaron a dar este enorme salto.

La industria de videojuegos en el Perú está lejos de ser la ideal, especialmente si la comparamos con las de Finlandia o Canadá. Hay muchos factores que juegan un rol importante en eso, y uno de ellos es la educación; concretamente, la falta de un sistema organizado, coherente y útil de educación en el desarrollo de videojuegos. Simplificándolo bastante, esto genera que quienes estudian esta carrera no logren integrarse adecuadamente a la industria, lo cual perjudica a ambas partes.

Ligado a esto, está el hecho de que los alumnos tienen una visión idealizada de lo que es ser un creador de videojuegos en el Perú, y es ahí donde creo que seré de mayor ayuda, dado que conozco esa realidad muy de cerca. Yo también tuve ilusiones con respecto a mi trabajo actual, y aunque sigo enamorado de lo que hago, sé que mi visión inicial era muy distinta de la que tengo ahora.

Si bien el curso que dictaré no ahonda en temas de realidad peruana, es necesario que los chicos sepan en qué se están metiendo y qué les espera al terminar la carrera. Sé que puedo ayudar en esos aspectos, prepararlos para lo que vendrá y mantenerlos lo suficientemente motivados como para que no pierdan el mismo amor por los videojuegos que a mí me trajo adonde estoy el día de hoy. Por eso quiero enseñar; y por eso ahora.

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