Come on, maybe you should change your mind
And be seen
--A whole 'nother trip, de Neal Morse
Las personas asociamos conceptos nuevos en base a lo que conocemos, asignándoles características positivas, negativas o una en alguna parte de este espectro. Luego, al ir entendiendo mejor dichos conceptos, afinamos los significados que les otorgamos, llevándolos más hacia uno u otro lado de aquel espectro, a veces cambiando por completo nuestra actitud hacia algo. Lo que una vez pudo ser magnífico, más adelante puede volverse desagradable.
Recordaba una anécdota particular al pensar en esto. Poco más de un año atrás me hallaba sentado en un bar rodeado de amigos, algunos que conozco desde la tierna edad de diez, otros que conocí un tiempo después, pero todos cercanos, todos personas en quienes confío, personas con quienes he compartido muchas cosas por largo tiempo. O al menos eso creí. En algún momento de la reunión uno de ellos comentó que a pesar de la cercanía, había cosas que realmente no sabía de mí, cosas que no necesariamente eran privadas, pero que yo nunca había compartido. Como el hecho de tener o no hermanos. Información así de casual.
Le respondí con honestidad, diciendo que tenía cuatro, dos hermanas y dos hermanos, todos menores que yo, un par por el lado de mi papá y otro por el de mi mamá. Esto desató risas que aliviaron la tensión y pronto se mostraron curiosos por saber más y sorprendidos con algunas de mis respuestas. Tras esa noche, además de sentirme un poco más en confianza con grandes amigos, sentí mucha confusión. ¿Por qué nunca compartí con ellos toda esa información? ¿Por qué encubrí parte de mi vida? ¿La habría encubierto a sabiendas o sin darme cuenta obvié detalles demasiados personales?
Esto me hizo pensar en otra anécdota, una de cuando tenía catorce años. En ese entonces preparaba la que sería mi segunda novela, una historia muy íntima que terminaría por sacar lo peor de mí. Y como parte de mi investigación, comencé a encuestar a ciertos profesores sobre lo que pensaban de mí. Ninguno decía nada muy interesante o que realmente pudiese usar, hasta que mi profesora favorita dijo algo que en ese entonces me enorgulleció muchísimo y que permití que me definiera: "Eres un enigma". Llevé ese adjetivo puesto en el pecho por muchos años y es a lo que regresé tras esa noche con mis amigos.
He sido reservado, en algún momento tímido, pero también desconfiado y rencoroso, recelando la información personal que compartía con los demás por miedo a ser herido. Si bien escribir en este blog ayudó mucho a ir bajando las defensas, tras conversar con mis amigos comprendí que ser un enigma había hecho más mal que bien, y que esa actitud temerosa seguía prevaleciendo en mí a pesar de profesar mil veces cuán cambiado me sentía. Era (y hasta cierto punto sigue siendo) frustrante pensarme a mí mismo como este acorazado andante que rehusaba mostrarse a los demás, incluso si con el tiempo dejó de hacerlo un poco.
Hoy, mi noción del concepto "enigma", asociado a lo que soy o pude haber sido, sigue siendo medianamente positiva; sigue gustándome considerarme misterioso. Pero esa noche me hice la promesa de ser más honesto, no porque dijese mentiras, sino porque dejaba las verdades a medio decir. Más honesto sobre mi vida, sobre mis pensamientos, sobre mis posturas; más honesto y listo, sin importar nada más. La idea, finalmente, es ser tan enigmático o misterioso como desee, pero sin llegar a ser un desconocido. Al menos no para aquellos más cercanos a mí.
Fuente de la imagen: https://cdn.pixabay.com/photo/2018/03/10/17/41/people-3214687_960_720.jpg
No hay comentarios.:
Publicar un comentario