viernes, 16 de octubre de 2009

La suerte no tiene favoritos



Proclaim eternal victory
Come on and change the course of history

--Apocalypse please, de Muse


El miércoles tendría que haber sido mi primer día de clases en el taller de narrativa que me propuse llevar, pero una serie de infortunios consiguió que no fuese así.

Las clases empezaban a las seis y media de la tarde, y como no estaba seguro de cuánto me tomaría llegar hasta el lugar donde se impartirían las clases decidí salir de mi casa a las cinco en punto. Tomé un micro que me dejó a una seis cuadras del establecimiento en cuarenta minutos de viaje, y mientras caminaba hacia él recordé que había olvidado un documento que debía presentar para poder participar del taller, así que no quise arriesgarme a llegar tarde y tomé un taxi al notar que el tráfico vehicular iba en aumento con el paso de los minutos.

Llegué a mi casa en media hora, tomé el documento y partí de vuelta al lugar en el mismo taxi. Pasé corriendo por la puerta principal del instituto exactamente a las seis y cuarenta y subí por el ascensor molesto conmigo mismo por llegar tarde, incluso si solo eran diez minutos. Cuando llegué al salón vi en la puerta un anuncio señalando que las clases se iniciarían un cuarto para las siete, así que dejé de aguantar la respiración y suspiré tranquilizado.

Probé abrir la puerta, pero al encontrarla cerrada asumí que el mismo profesor la abriría al llegar. Esperé afuera cinco minutos, y no me llamó la atención que no hubiese llegado nadie para entonces, considerando la poca puntualidad que solemos tener los peruanos en general, pero tras quince minutos de espera sin ver que alguien apareciese decidí acercarme a la oficina de informaciones. Allí me dijeron que las clases no eran ese día, sino el día siguiente, el jueves, y que la próxima semana el horario sería como estaba planificado anteriormente. Como no vi a ningún otro alumno por las inmediaciones asumí que yo era el único despistado que no había sabido de esto al revisar la página web que mencionaba este curso. Tuve que volver a mi casa con veinte soles menos en el bolsillo por dos viajes innecesarios en taxi. Sin embargo, mi mala suerte no se detuvo con todo esto.

Al día siguiente recibí un correo electrónico un par de horas antes de la hora que debía empezar el taller en el que se decía que podríamos recoger el material "indicado en clase" el día viernes. Esto me sonó un poco sospechoso, puesto que podía tomarlo como la clase que se dio el día anterior (y que me dijeron que no habría) o como la clase de hoy en la que se hablaría de dicho material, por lo que decidí llamar al instituto y aclarar mis dudas. Resultó que sí se impartieron lecciones el día miércoles como se tenía planeado, pero el profesor había llegado tarde y, para entonces, ya se me había indicado del cambio de fecha que al final tuvo que volverse a cambiar, así que no habría clases el jueves.

Hoy tuve que recoger el material y aproveché para quejarme, aunque en el fondo ya sabía que solo serviría para desahogarme y no para devolverme ese primer día de clases. Honestamente no me causa ningún daño haberlo perdido, solo es un pequeño atraso y el tener que ponerme a la par con los demás. Más que nada me resulta muy gracioso cómo la suerte puede ser mi aliada la mayor parte del tiempo y yo, confiado al verlo así, no espero este tipo de situaciones en las que parece tornarse totalmente en mi contra. Creo que la vida no sería divertida de otra manera.

2 comentarios:

C4N0 dijo...

Hay dias en que el universo parece conspirar en nuestra contra, no?

Viendolo positivo, esos dias hacen que un dia cualquiera paresca mucho mejor de lo que es y si, es parte de la diversión.

dIROLE dijo...

También depende mucho del ánimo con el que te encuentra, porque a veces el humor no suele recibir estas conspiraciones con buena cara. Pero es cuestión de dejarse llevar y tratar de tener la mente bien abierta para no caer en frustraciones.

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