I'll take the chance before the chance has gone
You never know when it may be your last
You never know when it may be your last
--Live for today, de 3 Doors Down
Poco menos de un año atrás tuve una conversación bastante interesante con mi tío Sandy sobre un tema que sólo después de todo este tiempo he podido llegar a comprender. Desayunábamos inicialmente en silencio hasta que él, con un movimiento rápido, levantó un pedazo de papaya con el tenedor y se quedó mirándome hasta que pregunté qué pasaba. Luego de un par de carcajadas pasó a preguntarme qué me parecía el acto de tomar ese pedazo de fruta y comérselo por ninguna otra razón más que porque tenía hambre y porque en ese momento la fruta estaba a su alcance. Le dije que parecía un acto oportunista, de alguien que aprovecha una circunstancia para sacar lo mejor de ella. Él me miró sorprendido, terminó de comer la papaya y me pidió que lo pensara mejor. Y así me dejó esa mañana, y el resto de días que pasó en Lima antes de volver a su hogar, pensando y repensando lo que había dicho, buscando una mejor explicación o, quizás, en la que él pensaba.
Sandy es una de las personas con las que puedo hablar de lo que sea, desde trivialidades y sinsentidos hasta temas existenciales y profundos, y es en parte por eso que disfruto mucho el tiempo que pasamos juntos. Me identifico con él en tanto compartimos el amor por el ciclismo y los deportes en general, y aunque el suyo es un espíritu mucho más aventurero que el mío, me incluye en sus andanzas como si fuese su igual. Admiro, especialmente, la forma que tiene de ver la vida y cómo ha logrado vencer los fantasmas de su pasado, incluso aunque hayan veces en que mi opinión puede ser totalmente contraria a la suya. Debido a todo esto confío en sus palabras y las tomo bastante en cuenta, y es así como pasé casi un año meditando sobre el tema de la papaya.
La conclusión a la que he llegado, y que más tarde discutiré con él, es que se trata de ver el oportunismo desde otra perspectiva. Al comer el pedazo de fruta porque tenía hambre y porque estaba a su alcance en ese momento estaba satisfaciendo una necesidad inmediata; es decir, no importaba cómo habría estado dos, tres o hasta seis horas más tarde, en ese instante quería comer y podía hacerlo. Básicamente, estaba viviendo el "ahora", no se preocupaba por circunstancias posteriores, no planeaba la serie de acciones que llevaría a cabo luego; no comía la mitad de la papaya y guardaba el resto por si lo necesitara después. Quién sabe, tal vez horas más tarde volvería a tener una fruta a su alcance. Esto, traducido a un ámbito más amplio, podría entenderse como el vivir tranquilos con nuestra situación actual y enfrentar cada cosa conforme vaya llegando. No adelantarse a eventos inciertos que puedan o no darse a futuro, sino concentrarse en el presente. Todo, por supuesto, considerando las consecuencias y, por lo tanto, cómo responder a ellas a su debido momento.
Lo curioso es que toda esta reflexión nació de mí, de lo que pienso y, en gran parte, según como intento guiar mi vida. Es posible que Sandy haya tenido la papaya en su tenedor y dicho para sí mismo "vamos a hacer pensar a este chico", y que nunca tuviese una respuesta él mismo; que su intención haya sido sólo hacerme reflexionar y darle una vuelta a mi manera de mirar el mundo, lo cual no me sorprendería de su parte. Hasta imagino que realmente puede ser así. El punto es que me hizo pensar, y me encanta que me pongan en ese tipo de circunstancias, incluso si todo esto comenzó con una papaya.
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